Vinos de lujo tras un laborioso trabajo manual

No solo de las grandes bodegas salen caldos de calidad.
En Aragón hay ejemplos de pequeñas empresas en las que el vino es el resultado de una filosofía basada en el cariño por la tierra y por el producto.

Jesús Romero, en la pequeña instalación de su bodega, en Rubielos de Mora.
Bodega Jesús Romero

Auténtica vitivinicultura artesanal es la que practican en la Bodega Jesús Romero, de Rubielos de Mora, este enamorado de los buenos vinos y de las tierras turolenses junto al enólogo Juan Vicente Alcañiz y el padre de este, Vicente. Como muestra, un botón: las viñas, ubicadas en la zona conocida como Pago Alto, en las afueras de Rubielos, están protegidas por una malla que se sostiene sobre alambres y que es extendida o recogida a mano en función de las posibilidades de que el mal tiempo amenace con descargar pedrisco sobre las 5.000 cepas que hay en la plantación.

El mismo proceso artesanal es el que se sigue para elaborar el vino en la bodega, una minúscula instalación en la que se acomodan los depósitos y los botelleros de forma ordenada. Las barricas en las que se cría el vino se guardan en una casa de un pueblo próximo. El embotellado y el pegado de etiquetas es manual. Su producción está en torno a los 9.000 litros anuales, con los que se elaboran dos referencias: el joven Rubus (garnacha, syrah y tempranillo), con el que se sacan unas 7.000 botellas, y el Rubus Quercus, con 5 meses de crianza, del que se elaboran unas 3.000 botellas. Es el 'niño mimado' de la bodega, luce una estilosa etiqueta que recuerda la sección de un tronco de roble. Es un vino que constata una vez más el perfecto ensamblaje de la garnacha con la syrah. Es goloso, con notas de frutas negras maduras, con especias y con un trasfondo licoroso que lo hace muy redondo en el paso por boca. Una auténtica joya enológica a un precio muy razonable. El Rubus joven tiene menos pretensiones pero es igualmente recomendable. Son vinos de una bodega tan pequeña que su producción apenas cuenta para el mercado. Pero merecen la pena. Se pueden comprar a través de internet y en la enoteca Khantaros de Zaragoza.


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