Desde hace unos años, la Academia Aragonesa de Gastronomía ha venido distinguiendo la labor de profesionales e instituciones del sector gastronómico en las categorías de mejor restaurante del año, mejor bodega y mejor labor gastronómica dividida en las áreas: de investigación y de difusión. Este año incorpora a su palmarés el concedido a la mejor almazara de Aragón, que ha recaído en Aceites Ecostean.

La noticia permite que reflexionemos sobre aspectos muy importantes de nuestra estructura agroalimentaria, así como del tratamiento, conceptos y opinión que consumidores privados y negocios hosteleros practican y tienen de nuestro aceite de oliva, siendo obligado también mencionar cómo su implantación atestigua el alto valor que dicho producto tiene para la Academia.

La producción media anual de aceituna en la comunidad aragonesa puede estimarse en unas 60.000 toneladas, que transformadas en aceite (prácticamente virgen en su totalidad) supone unas 12.000 toneladas de media por año.

El olivo ha sido cultivo milenario y tradicional en casi la totalidad de las tierras de Aragón, aunque hoy solo quede un discreto testimonio de su antiguo esplendor. Dominan dos variedades: empeltre, la más extendida y oriunda del Bajo Aragón, y arbequina, en constante crecimiento por ser este tipo de olivo el idóneo en las nuevas explotaciones automatizadas y con plantaciones de alta densidad (2.000 a 3.000 plantas por hectárea). En Aragón conviven dos denominaciones de origen: Sierra del Moncayo y Bajo Aragón.

En Huesca hay 27 fábricas de aceite (tres todavía con prensas y capachos), en Zaragoza 40 (cuatro con capachos), y en Teruel 376, de las que dos todavía mantienen los viejos métodos de prensado.

Las almazaras con mayor media de producción anual se encuentran en Teruel y las de menor en Huesca.

Aceites de los buenos

Si bien en cantidad nuestra producción es poco relevante, (algo mas del 1% del total nacional), distinto es cuando nos referimos a su calidad y tradiciones; nuestros aceites son de los mejores que se comercializan dentro y fuera de nuestras fronteras: el aceite tipo Alcañiz ha sido un referente mundial que indicaba no solo calidad sino tanbien capacidad para crear 'coupages' magníficamente valorados por los consumidores de todo el mundo. Profundizando en nuestra historia, si nos entretenemos en superponer el mapa de lo que era la Corona de Aragón en su época de mayor expansión, y la porción mediterránea conceptuada como la zona de cultivo cristianizado del olivo, comprobaremos que su coincidencia es casi total, es decir, que aunque no nos hayan llegado estudios precisos sobre el tema, bien se puede asegurar que casi la totalidad del comercio del aceite de oliva de aquellas épocas estaría certificado con la enseña barrada de la monarquía Aragonesa.

Debemos felicitar a la Academia y felicitarnos los académicos que la componemos por incluir el aceite de oliva en su elenco de premios y esperar que su decisión sirva al sector productor, desesperanzado ante el futuro que aguarda a sus olivares, como una palmada de aliento, y al consumidor final, hosteleros y particulares, como una llamada de atención ante el peligro que acecha. Si el aceite virgen de oliva deja de consumirse por desidia, por intereses económicos poco claros o por no haber sabido valorar sus magníficas cualidades sensoriales y terapéuticas, habremos perdido, de forma irreversible, una de las mejores joyas gastronomicas que la naturaleza nos ofrece.

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