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La cuarta parte de los treintañeros viven atrapados en casa de sus padres

Su escasez de ingresos y la creciente dificultad para acceder a una vivienda propia les impiden emanciparse. Casi el 40% de los jóvenes responsabiliza a las élites y a los gobernantes.

La Gran Vía de Madrid, sin coches, en una imagen de archivo.
La Gran Vía de Madrid, en una imagen de archivo.
Efe

Más de una cuarta parte de los españoles de 30 a 35 años están atrapados en la casa de sus padres. A la edad a la que muchos de sus progenitores tenían ya hijos y una vivienda propia, ellos siguen en la habitación de estudiantes y sin recursos para pensar en independizarse.

Se trata un fenómeno que se repite con similar intensidad en los países mediterráneos, según explican expertos de Esade y la Fundación Friedrich Naumann en un estudio que indaga sobre el presente y futuro que enfrentan los jóvenes de 18 a 35 años del sur de Europa, del Magreb y Oriente Próximo. Es la generación que cabalga entre los millennials y los centennials, la que ha vivido casi de forma permanente en una crisis económica y social que comenzó en el verano de 2008 y que aún continúa con la resaca pospandémica y la escalada inflacionista.

Si en España los treintañeros que siguen en el hogar familiar son 26,5%, la situación no está mucho mejor en Italia, donde rozan el 30%, y solo les saca algo de ventaja Portugal, donde los aún atrapados en su cuarto son el 23%. Eso sí, son los últimos de su generación. La edad media a la que la mayoría de los españoles logra emanciparse es una de las más tardías de Europa, a enorme distancia de los países del norte, pero ronda los 28 años.

La razón principal por la que siguen en la casa familiar es clara. Dos de cada tres aseguran que la escasez de ingresos con que viven unida a los prohibitivos precios de la vivienda, sobre todo en las grandes ciudades, les impiden dar el paso. Su situación económica, derivada de la precariedad laboral y el alto paro juvenil, solo se puede describir como mala. El 60% no consigue cubrir sus gastos básicos, el 70% sería incapaz de afrontar un imprevisto económico y casi la mitad no logra ahorrar nada ni ve posibilidades de hacerlo a más largo plazo.

Ayuda familiar

Con esa débil situación financiera y sin capacidad de endeudamiento sus opciones de acceso a la vivienda propia son mínimas. Más si se tiene en cuenta que, según un reciente estudio de Cáritas, comprar una casa exige hoy más del doble de años de ingresos familiares completos que hace tres décadas y que la mitad de quienes logran alquilar pasan agobios para pagar la renta.

Aún así, el alquiler es casi la única opción de los jóvenes que pueden emanciparse. Son una minoría los que logran una vivienda en propiedad y dos de cada tres de quienes lo consiguieron fue gracias a la ayuda de algún familiar. Prueba de la dificultad es que España tiene la edad de compra de vivienda más alta de los países mediterráneos, 25,3 años.

Aunque estos chicos y jóvenes han vivido inmersos en una crisis permanente, las posiciones beligerantes y rupturistas con el poder no son mayoritarias, aunque sí abundantes. Casi el 40% de los jóvenes españoles responsabiliza a las élites y los gobernantes de los principales problemas del país. Pese a todo, las nuevas generaciones españolas son las menos pesimistas de los siete países estudiados tanto en lo que respecta a su futuro personal como al del país, aunque el del territorio lo ven más negro. El 42% piensa que España todavía puede vivir un declive en las próximas dos décadas y solo un 25% cree que serán años de progreso.

Becas, ayudas y vivienda pública

Son bastante más optimistas a la hora de pronosticar su propio futuro, actitud en la que también destaca la juventud española. Dos de cada tres consideran que su capacidad de gasto será buena o muy buena a medio y largo plazo, que subirán de estatus económico y un 90% cree que logrará comprar una casa en la próxima década. De hecho, tienden a ver las grandes dificultades sociales que van a marcar el futuro inmediato -la automatización y digitalización de la vida y el trabajo, el abandono de los combustibles fósiles o el envejecimiento de la población- más como oportunidades que como amenazas.

Los autores del estudio hacen tres tipos de recomendaciones para sacar a esta generación del atasco. En primer lugar, potenciar su formación. Con la apuesta pública por la universidad y la FP media y superior, con la mayor facilidad de acceso de los más pobres con becas basadas en la renta y reducción de tasas, con la actualización permanente de currículos académicos y con la mejora de la orientación profesional de los alumnos, que debe mirar hacia el empleo. En segundo lugar, piden una política de ayudas a jóvenes con bajos ingresos para que puedan emanciparse. Y tercero y fundamental, un auténtico y ambicioso plan de vivienda pública.

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