Heraldo del Campo

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Agricultura con manos de mujer

La presencia de la mujer en la actividad primaria en Aragón comienza a ser más visible, aunque su voz apenas se escucha en los órganos de decisión del sector. Se ha avanzado, pero queda mucho camino por recorrer.

La mujer comienza a hacerse visible en las explotaciones agrarias y ganaderas de Aragón.
La mujer comienza a hacerse visible en las explotaciones agrarias y ganaderas de Aragón.
DGA.

La mujer ha sido siempre un pilar fundamental en el medio rural. Y sus manos han jugado papel esencial en el devenir de las explotaciones agrarias, aunque hasta hace no tanto su trabajo solo era considerado "ayuda" y su estatus era ser "la mujer o la hija del agricultor o ganadero", sin concesión alguna al reconocimiento de su profesión como agricultora o ganadera.

Ha habido avances y se han dado pasos para visibilizar la labor de este colectivo en el desarrollo económico de las actividades agrarias y los municipios en los que están situadas. Pero todavía queda mucho camino por recorrer para conseguir la igualdad en un sector muy masculinizado. Ahí está la ley de titularidad compartida, una norma reivindicada durante años, que consiguió ver la luz en octubre de 2011, si bien, aunque su aprobación fue calificada de "hito" por el sector, sus frutos han sido muy escasos y prácticamente se cuentan con los dedos de las manos las explotaciones que se han acogido a esta posibilidad.

Y ahí esta también, aunque de momento duerme el sueño de los justos, el Estatuto de las Mujeres Rurales de Aragón, cuyo proyecto de ley fue aprobado el pasado mes de marzo con el consenso de las asociaciones de mujeres, las organizaciones que trabajan en el medio rural y la mayor parte de los grupos políticos con representación en las Cortes de Aragón, pero no se completó su tramitación parlamentaria en la pasada legislatura. Un texto legislativo que las mujeres rurales esperan con impaciencia y en el que se recoge la recomendación de representación paritaria en las asociaciones y organizaciones profesionales o empresariales que operan en el medio rural.

Porque si la presencia de la mujer en las explotaciones agrícolas y ganaderas es todavía escasa –aunque la distancia se estrecha cada vez más–, es prácticamente nula en los órganos de decisión de las entidades más representativas del sector agrario.

Lo explicaba muy gráficamente Araceli Sierra, subdirectora de Cereales Teruel, la cooperativa elegida por el Gobierno de Aragón para conmemorar el Día Internacional de la Mujer Rural con una jornada que llevaba por título ‘Cooperativas agroalimentarias: mujeres y hombres trabajando en equipo por la igualdad’. Decía Sierra en la inauguración de este encuentro que estas entidades sufren también las consecuencias del mundo rural que tenemos. "En nuestra cooperativa, a nivel de ordenador hay un 20% de mujeres, pero en la asamblea aplaudo cuando veo una". Y se mostraba convencida de que hay que cambiar los condicionantes "de ese mundo rural tan hostil que tenemos y hacerlo más atractivo, no solo en lo que a agricultura se refiere sino a cualquier otra actividad". Porque, en su opinión, "solo entonces será una realidad" que las cooperativas puedan contar con más mujeres en los órganos de dirección y en sus asambleas. Y para eso, señalaba, queda mucho trabajo por hacer.

Los datos también corroboran este argumento. Según los distintos estudios sobre los perfiles de la mujer rural realizados por la Universidad de Zaragoza, en colaboración con el Gobierno de Aragón, las mujeres representan el 26% del total de los efectivos agrarios. La cifra baja al 16% cuando se contabilizan aquellas que son socias de una cooperativa. Y el porcentaje se reduce a la mínima expresión, apenas un 3%, cuando de lo que se habla es de las féminas que forman parte de los consejos rectores de estas entidades.

"Solo un 3%de las mujeres tienen presencia en los órganos de decisión de las cooperativas"

Así lo detalló en esta misma jornada Rosa Duarte, profesora de la Universidad de Zaragoza, en la presentación de los resultados de dichos análisis, cuyo objetivo es "mostrar y aportar evidencia sobre el papel de la mujer como factor clave en el desarrollo económico del medio rural". Una contribución que ejemplificaron las ganaderas turolenses Victoria Miguel, Cristina López y Cristina Lucacci, premiadas por el Gobierno aragonés. 

Aunque las manos de la mujeres son esenciales en el sector agrario durante los 365 días del año, hay un día señalado para celebrar su contribución a la pervivencia de los muchos, y cada vez más despoblados municipios, que conforman el mundo rural. Su día internacional está señalado en el calendario cada 15 de octubre y, para conmemorarlo, la cooperativa turolense Cereales Teruel se convirtió el pasado lunes en la anfitriona de la celebración de una jornada, organizada por la Consejería de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón, en la que se pusieron cifras a la presencia de la mujer rural en la agricultura y ganadería aragonesa.

Lo hizo la profesora de la Universidad de Zaragoza Rosa Duarte, que puso sobre la mesa los resultados de los estudios realizados por la institución académica en base a una encuesta que "cumple los criterios de representatividad por edad y comarcal y permite conocer en qué medidas los factores de capital humano, de capital estructural y de capital social son condicionantes para el arraigo, el emprendimiento, la movilidad social y los usos del tiempo", explicaba Duarte.

El estudio deja claro que a pesar de las trabas que encuentran en un entorno poco poblado, envejecido, que pierde población y en el que la brecha de género es mayor que en la ciudad, a las mujeres rurales les gusta vivir en ese territorio. De hecho, el 73% declara que allí tiene todo lo necesario y apenas un 18% querría vivir en otro lugar, aunque la mayoría, un 10%, lo haría en otro pueblo, eso sí, más grande.

Factores institucionales

"Cuando se analiza qué hay detrás de estas respuestas encontramos que hay factores territoriales y económicos, pero también personales y sociales, además de institucionales", decía Duarte. Porque si de arraigo al medio rural se trata este es mayor cuando la mujer se dedica a la agricultura y crece aún más si está cooperativizada. 

"Una percepción positiva de los servicios públicos contribuye al arraigo y este es mayor cuanto más elevada es la confianza que tienen en las instituciones publicas. Además tiene mucho que ver con su participación en las distintas asociaciones y organizaciones que existen en su territorio", destacaba la coordinadora de dichos estudios, que señalaba que la falta de oportunidades laborales es el principal motivo manifestado por aquellas que prefieren irse a vivir a otro sitio. "El 45% de las que así respondía aducían como motivos para marcharse a poblaciones más grandes las mayores posibilidades laborales, los mejores servicios y unas mejores oportunidades de asociacionismo", detallaba.

Echar raíces en la cooperativa

Un factor que contribuye especialmente a que la mujer eche raíces en el medio rural es el que está relacionado con el papel de las féminas en la toma de decisiones de asociaciones y cooperativas. "Aumenta hasta el 80% en aquellas que tienen una participación activa en este tipo de asociaciones y se eleva más en aquellos lugares en los que se percibe que hay políticas de apoyo para la igualdad", explicaba Duarte.

Con todos estos mimbres, la Universidad de Zaragoza aborda ahora el papel que la mujer está desempeñando en las cooperativas agroalimentarias de Aragón, Duarte explicaba que los resultados son todavía muy preliminares porque han encontrado dificultades de acceso a la información y una baja respuesta de las encuestas, con las que han completado el análisis identificando los factores sociodemográficos y los perfiles de las mujeres que son socias y trabajadoras en las cooperativas, pero también los factores limitantes en ese progreso de las mujeres en la toma de decisiones de dichas entidades. 

El 73% de las mujeres dicen tener "todo lo necesario" en el medio rural en el que viven

Los datos analizados hasta ahora evidencian que aunque las mujeres socias de cooperativas aseguran en gran medida que asisten a las asambleas, son muy pocas las que forman parte de los consejos rectores, si bien un 50% de las encuestadas asegura que le gustaría ser parte de este órgano y que incluso se lo está pensando. Echan de menos, sin embargo, medidas para favorecer la participación en este colectivo, ya que el 66% de las mismas declara que le gustaría que se implantarán este tipo de actuaciones.

Con los datos en la mano, Duarte detallaba que los factores que limitan esta participación "no tienen nada que ver con que las mujeres sientan que tienen poca preparación para desempeñar esa labor, y mucho menos que lo entiendan como un trabajo muy duro o difícil".

Las razones tienen que ver con cuestiones relacionadas con la flexibilidad y con la conciliación familiar –son las que se ocupan del cuidado de los hijos o de los mayores–, pero están muy relacionadas también con estereotipos y prejuicios machistas, con una falta de cultura de participación y de referentes, pero sobre todo con la estructura de este tipo de reuniones y su incompatibilidad con los usos del tiempo. "Nos dicen que a veces son largas", aseguraba.

"Educar es clave para escuchar la voz de la mujer en los órganos de decisión"

Aunque todos estos resultados son preliminares y sus responsables consideran que hay que trabajarlos más para dar respuestas con una mayor profundidad, tienen claro que hay que tomar medidas para superar todas esas barreras que impiden que la voz de las mujeres se escuche en aquellos foros en los que se toman las decisiones que afectan al sector, en particular, y al medio rural, en general.

Entre esas medidas, Duarte señalaba la necesidad de educar en y para la igualdad, pero también el fomento de la cultura de la participación, del asociacionismo, del cooperativismo y de la colaboración. "Además hay que trabajar en la mejora de los sistemas de designación del consejo rector, así como en los modos de funcionamiento de los órganos de decisión y revisar los tiempos y la organización de la toma de decisiones", insistía.

Cristina Lucacci, ganadera de ovino en Camañas (Teruel): "Nunca pensé en ser ganadera pero me gusta lo que hago"

Cristina Lucacci en la explotación de ovino de la que es propietaria en Camañas.
Cristina Lucacci en la explotación de ovino de la que es propietaria en Camañas.
DGA

María Cristina Lucacci partió de su Rumania natal hace 20 años con destino al pequeño pueblo turolense de Camañas –tiene una población de 137 habitantes–. No había pensado nunca, confiesa Lucacci, dedicarse a la ganadería y eso que, como explica, había tenido contacto con este sector porque, aunque vivía en la capital rumana, solía ir con frecuencia el pueblo de sus abuelos paternos, que criaban ovejas. "Cuando llegue a España me daba igual dedicarme a una cosa que a otra, lo importante es ganarse la vida y ser independiente", explica.

Fue el amor el que encaminó sus pasos profesionales. "Conocí a mi marido, que se ha dedicado toda la vida al sector, y comencé a trabajar en la explotación", señala.

Lucacci no se conformó con ser la mujer del ganadero y ayudarle con su rebaño. No quería tener un papel secundario, sino ser propietaria de su propio puesto de trabajo. "Tenemos dos explotaciones. Una es mía, con 700 ovejas, y la otra de mi marido, con 800 animales", explica esta ganadera, que el pasado lunes recibió del Gobierno de Aragón un premio de reconocimiento en los actos institucionales para conmemorar el Día Internacional de la Mujer Rural.

Reconoce que, a pesar de las ayudas públicas, "si no se cuenta con respaldo, la incorporación al sector es difícil". Complicado es también, dice, "encontrar pastores" para trabajar en la explotación. No echa de menos los servicios que ofrece una ciudad. "En Camañas tenemos de todo", explica, y asegura que, a pesar de las dificultades, especialmente en este año de sequía, lo que hace, lo hace "a gusto" y está "contenta" con su profesión.

Victoria Miguel, ganadera de vacuno en extensivo en Ababuj (Teruel): "No es fácil empezar de cero y la Administración no ayuda"

Victoria Miguel con ejemplares de su explotación de vacuno en extensivo en Ababuj.
Victoria Miguel con ejemplares de su explotación de vacuno en extensivo en Ababuj.
DGA.

Victoria Miguel es de Valencia. Su marido, de un pueblo de la provincia de Zaragoza. Y ambos se conocían de las temporadas que pasaban en el pequeño municipio turolense de Ababuj, del que eran naturales los padres de cada uno de ellos.

Ella era auxiliar de enfermería. Él trabajaba en la construcción, aunque procedía de una familia relacionada siempre con la ganadería de vacuno. No vivían en el pueblo, pero allí decidieron marcharse cuando llegó la crisis de 2008.

En un municipio de 77 habitantes las oportunidades laborales se limitaban, casi en exclusiva, al sector agrario. Y a él se lanzaron. Victoria se decidió por la ganadería y es propietaria desde 2014 de una explotación de vacuno en extensivo. Su marido se ocupa de los campos de cereal, con los que alimentan al ganado. "Empezar de cero no es fácil, porque además la Administración ayuda muy poco", señala la ganadera premiada el pasado lunes por el Gobierno de Aragón. "Y cada día nos ponen más pegas para seguir con nuestro trabajo, por ejemplo, con el cuaderno digital que tenemos que llevar ahora", añade, al tiempo que lamenta que las ayudas de la PAC se concedan por superficie y no por cabeza de ganado. Y suma, además, unas ayudas por la sequía solo para vacas nodrizas. "¿Qué pasa, que el resto no come?", dice.

Victoria Miguel asegura que el medio rural tiene mucha carencia de servicios. "Aquí nos falta de todo", explica. De hecho, tiene tres hijos menores en edad escolar que tienen que viajar todos los días para ir a la escuela. "Dos de ellos hacen Primaria en Cedrillas, un tercero va a Secundaria en Teruel", explica esta ganadera que, a pesar de todos los inconvenientes, asegura orgullosa: "A nivel personal estamos muy contentos aquí". 

Cristina López, ganadera de ovino en Argente (Teruel): "No veo que haya tanta dificultad para la mujer en el sector"

Cristina López es ganadera de ovino en el pequeño municipio turolense de Argente.
Cristina López es ganadera de ovino en el pequeño municipio turolense de Argente.
DGA.

Cristina López siempre ha vivido en el medio rural y conoce bien el duro trabajo de la ganadería extensiva. Natural de Celadas, un pequeño pueblo turolense de apenas 362 habitantes, su padre, y antes que él su abuelo, "siempre habían tenido ovejas", explica López, a la que no le resultó difícil ‘emigrar’ a otro pequeño municipio de la provincia turolense, Argente (193 habitantes), en el que vivía su marido, también ganadero y propietario de un rebaño de ovejas.

López decidió ocuparse del ganado ovino y se incorporó al sector en 2019 como propietaria de 500 animales –que alcanzan las 1.500 cabezas sumando los rebaños familiares–, mientras su marido decidía ampliar el negocio con una granja de porcino.

"Orgullosa" por el premio otorgado por el Gobierno de Aragón en reconocimiento a su labor, López no comparte esos argumentos que hablan de las muchas complicaciones que encuentran las mujeres para hacerse hueco en el sector agrario. "Es que yo no veo que haya tantas dificultades, eso es lo que piensa la gente porque es un sector muy masculinizado y en el que aún hay machismo", afirma con contundencia, al tiempo que advierte que sin respaldo económico no es fácil incorporarse al sector, aunque haya ayudas.

Asegura que no faltan servicios en su municipio, aunque reconoce que "cada vez los recortan más". Y deja bien claro que no pide nada a las Adminisraciones, aunque "estaría bien" que fueran flexibles con la burocracia y la digitalización, porque va a expulsar del sector a mucha gente mayor, "que es la que sostiene los pueblos", señala esta ganadera turolense.

A Cristina López le gustaría que sus hijos se quedarán en el pueblo y que continuaran con la explotación familiar, aunque reconoce que "la Administración lo pone cada vez más difícil".

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