Heraldo del Campo

investigación

Mala hierba que nunca muere (pero se puede controlar)

El CITA lidera un proyecto para combatir los efectos de la Amaranthus Palmeri, una mala hierba muy difícil de eliminar contra la que se puede luchar combinando técnicas y prácticas de diversos tipos.

Ensayo de pérdida de rendimiento en maíz realizado en el marco de la iniciativa.
Ensayo de pérdida de rendimiento en maíz realizado en el marco de la iniciativa.
CITA

La Amaranthus Palmeri es una de las malas hierbas más complicadas de controlar por su gran capacidad de adaptación al medio. Para tratar de luchar contra ella, el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) ponía en marcha en 2021 ‘Coopalmeri’, un grupo de cooperación autonómico cuyo objetivo es controlar la presencia de esta mala hierba invasora. 

El próximo miércoles, 6 de septiembre, en las proximidades de Alcampell, lugar donde se realizan la mayoría de ensayos, se darán a conocer algunos resultados de las dos campañas anteriores y de la actual, de la que todavía se están recogiendo datos, en una jornada demostrativa que reunirá a investigadores, técnicos y agricultores. Además, se visitarán algunos experimentos en curso de control cultural, mecánico y químico de esta mala hierba en maíz.

Se trata de una planta de "semillas milimétricas, dificilísimas de detectar, de las que pueden germinar plantas de más de dos metros de altura y tres centímetros de grosor en el tronco. Cada planta hembra puede producir hasta medio millón de semillas", explica Gabriel Pardo, investigador del CITA y coordinador del proyecto, en el que también participan las especialistas en malherbología Ana Isabel Marí y Alicia Cirujeda.

Es una planta invasora que, al parecer, pudo llegar a España procedente de Estados Unidos, Brasil o Argentina dentro de las importaciones de cereales para elaborar piensos. "Las primeras evidencias aparecieron en cunetas junto a fábricas de elaboración de piensos, por lo que pensamos que podrían haberse caído en los traslados de los productos necesarios para su elaboración y, a partir de ahí, se ha ido metiendo dentro de los campos de cultivo por acción del viento, el ganado y, sobre todo, las cosechadoras", indica Pardo.

Control integrado

Desde el CITA inciden en que para conseguir resultados "más o menos satisfactorios" hay que llevar a cabo "un manejo integrado que incluya métodos preventivos, culturales, mecánicos y químicos".

Si bien el último, es decir, el uso de herbicidas, es el más frecuente y el más practicado por los agricultores, los investigadores consideran que la prevención es "lo más importante". Por prevención entienden "extremar la limpieza de las maquinarias empleadas en los manejos, ya que pueden esparcir las semillas de Amaranthus Palmeri dentro de la parcela, y lo que es peor, llevarlas a otras que estuvieran limpias. Además de identificar y erradicar los primeros focos en parcela antes que generen semillas".

En lo que respecta a los métodos culturales, Gabriel Pardo insta a retrasar la siembra o a realizar "falsas siembras", es decir, preparar las parcelas como si se fuera a sembrar, pero no hacerlo hasta que aparezcan las malas hierbas y puedan ser retiradas. "Así se eliminan muchos individuos y salen en menor cantidad", señala Gabriel Pardo, que, no obstante, considera que "la rotación de cultivos sería la mejor medida, pero, obviamente, puede resultar una complicación añadida para los agricultores porque, en muchos casos, no disponen de los medios, maquinaria, proveedores y clientes para llevarla a cabo".

Así, desde el CITA, durante la jornada técnica incidirán en la plasticidad y rapidez con la que esta planta genera resistencias a diferentes herbicidas. "A veces, un herbicida puede funcionar durante un par de años, pero después, la planta se vuelve resistente, más rápido que con cualquier otra mala hierba", apunta Gabriel Pardo. Para evitarlo, el científico y agricultor recomienda "tratar de incidir en los métodos culturales y preventivos y utilizar el ‘cartucho’ del herbicida lo más tarde posible".

Un total de cinco miembros componen este grupo de cooperación, financiado principalmente por el Gobierno de Aragón, el CITA, la Universidad de Zaragoza, la Cooperativa Agrícola de Barbastro (SCLAB) y las empresas Quality Corn S.A. y Mas Seeds Iberia–Agrar Semillas S.A. "A todos ellos, además de a los agricultores que nos dejan sus campos para hacer ensayos: Carlos Soliva, Marcos Cuello y Santiago Serveto; a los técnicos de investigación del CITA Nerea Urcola y Javier Castell; al personal de campo del CITA y, especialmente, a David Lasanta, contratado por SCLAB, sobre el que recae la mayor parte de las tareas de los ensayos, les quiero agradecer su colaboración y su trabajo", concluye Gabriel Pardo.

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