Heraldo del Campo

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Igualdad: la asignatura pendiente del campo aragonés

Las mujeres del mundo rural se enfrentan, entre otros muchos obstáculos, a la masculinización del sector primario, a las ayudas que no llegan y al avance de la despoblación en las zonas donde viven

La feminización del sector terciario y exilio femenino de las zonas rurales: dos de los fenómenos consecuencia de la no integración de las mujeres en el sector primario.
La feminización del sector terciario y exilio femenino de las zonas rurales: dos de los fenómenos consecuencia de la no integración de las mujeres en el sector primario.

Acabar de estudiar, querer volver a casa y no encontrar trabajo; pensar en emprender en el pueblo y no atreverse por los obstáculos convertidos en montañas y montañas de papeleos confusos; solicitar la compra de terrenos para cultivar y que el precio no se corresponda con el valor de la tierra. Estos son algunos de los problemas más importantes en el mundo rural, obstáculos que se ven incrementados cuando es la mujer quien quiere desarrollar su actividad en estas zonas alejadas de las grandes ciudades.

Por eso, decir que la despoblación es el principal problema del mundo rural no es descubrirle nada nuevo a nadie, y menos a las personas que lo viven todos los días. Una situación que se amplifica al poner el foco en la población femenina.

En Aragón, hay 303.900 mujeres en edad laboral activa. Sin embargo, solo el 48% estaba trabajando a finales de 2022, un 10% menos que el porcentaje de hombres (58%), según los Datos Básicos de la Mujer 2023, recogidos por el Instituto Aragonés de Estadística. En cifras, se traduce a casi 10.000 mujeres más en paro.

En la Comunidad, la población femenina total supera en 20.000 a la masculina, estando envejecida en mayor medida, pues la cifra de mujeres de más de 80 años dobla prácticamente a la de hombres, mientras que la de población activa se ve rebasada por la masculina; y, dentro de este último segmento, existen desigualdades laborales que tienen como consecuencia el abandono rural por parte de las jóvenes, aunque también se dé en el caso de los hombres.

Los estudios afirman que existe una correlación entre ruralidad y brecha de género

Sin embargo, son cada vez más las mujeres que se quedan en el campo y se enfrentan a las desigualdades perpetuadas, y lo hacen casi de la única manera en que pueden hacerlo: emprendiendo.

Este es el caso de cuatro mujeres que decidieron emprender sus propios negocios para no convertirse en cuatro mujeres más que tienen que marcharse a la ciudad, como las 23.800 que abandonaron el medio rural en España durante 2019, según el último dato conocido.

Sara Sánchez es una de las pocas apicultoras que existen en Aragón y vende la marca de miel Abella Laminera producida en Ojos Negros, Ana Lordán creó su propia marca de aceite para revalorizar los olivos centenarios que rodean Estadilla, Raquel Pérez es propietaria de una ganadería vacuna y de cultivos de trufa que vende con la marca Trufa Monteciello en Los Pintanos, y Pilar Izquierdo ha conseguido asentar una pastelería de más de 40 años en la que trabajan seis mujeres en el municipio de Mas de las Matas.

Pese a que cada sector de trabajo es distinto y, por tanto, su experiencia como emprendedoras es única, las cuatro están de acuerdo en algo: no se promueve lo suficiente la vida rural.

Sara Sánchez, de Abella Laminera, trabajando con sus abejas.
Sara Sánchez, de Abella Laminera, trabajando con sus abejas.
S.S.

Según el estudio de 2022 ‘Mujeres y desarrollo socioeconómico en el medio rural en Aragón’, existe una correlación entre la ruralidad y la brecha de género, siendo en las zonas más ruralizadas donde más persiste dicha desigualdad: «Cuanto más pequeño es el pueblo, más problemas hay con ayuntamientos y la Administración», afirma Raquel Pérez, fundadora de Trufa Monteciello.

Estas trabas al emprendimiento y las oportunidades laborales hacen que se perpetúe el pensamiento de que «lo urbano es mejor y lo rural está relegado a un segundo plano social y cultural; y no es así», asegura también la apicultora Sara Sánchez.

Como empresaria de aceite y profesora, agradecida de haber sido apoyada por su entorno en todo el proceso, Ana Lordán tiene un punto de vista más optimista: «Ser joven diría que ha sido algo positivo, tenía el tiempo y la energía para dar todo de mí en los primeros años»; un enfoque un tanto distinto al de Pérez, que asegura que «hay que estar medio loca para meterse en algo así».

«Las jóvenes se quedan donde estudian porque hay más posibilidades»

Emprender como única opción

Los comienzos no son fáciles para nadie. Ya sea por emprender junto a la familia en el pueblo, tal como hizo Pilar Izquierdo con su hermana y sus padres fundando la pastelería Pastas Makarpy, como hacerlo por profesionalizar el ‘hobby’ familiar al estilo de Abella Laminera, existe una causa común para la creación de estos proyectos: la necesidad de emprender para poder quedarse: «Era un proyecto que me permitía vivir en el mundo rural», añade Lordán.

La burocracia y la inversión económica inicial son dos de las dificultades que tiran para atrás muchos proyectos. Según la ganadera y agricultora de Trufa Monteciello, «hay ayudas pero llegan tarde, cuando ya te has gastado los ahorros». Por todas estas complicaciones, Lordán, que también es formadora del IAF, aconseja emprender «controlando el riesgo y con un nivel de emprendimiento adaptado al de conocimientos». No obstante, para Sánchez, las dificultades van más allá de las trabas en el emprendimiento: «Falta una legislación eficaz que tenga en cuenta a los apicultores desde el punto de vista productivo y sanitario».

Que el emprendimiento sea muchas veces la única opción de la población rural femenina para poder vivir en sus pueblos ha hecho que se dé una feminización del sector terciario, como bien notifica Izquierdo: «Aquí, en Mas de las Matas, la mayoría de los negocios pequeños son y están gestionados por mujeres».

Campo de hombres

La fundadora de Aceite Lordán, Ana Lordán, en los olivares de Estadilla.
La fundadora de Aceite Lordán, Ana Lordán, en los olivares de Estadilla.
A.L.

Solo un 19,4% del porcentaje total de personas afiliadas a la Seguridad Social en el sector primario aragonés son mujeres, según los Datos Básicos de la Mujer 2023. Esta cifra significa que el 80,6% se refiere a hombres. En cuanto a la titularidad, en España, solo el 2% de las trabajadoras del campo son propietarias de las tierras. En Aragón, la cifra asciende cuatro puntos, siendo la comarca de Campo de Belchite la que cuenta con más propiedades agroalimentarias pertenecientes a mujeres. Estos datos conllevan una realidad que refleja una gran desigualdad: la brecha de género en el sector primario en Aragón es de un 72%, según el estudio ‘Mujeres y desarrollo socioeconómico en el medio rural en Aragón’.

Esta masculinización muchas veces se achaca a la fuerza masculina, necesaria para el trabajo agrónomo. Sin embargo, esa afirmación no significa que una mujer no pueda trabajar como ganadera y agricultora: «Necesitas una persona con fuerza para algunas actividades», acepta Pérez, quien tiene amigos ganaderos y agricultores que pueden ayudarla. Sánchez también reafirma la masculinización del sector, pero esa fuerza no es ningún impedimento: «Se trata de un trabajo bastante duro físicamente, pero con buena planificación no es imposible de abordar». Por lo tanto, ya no se puede achacar la falta de mujeres en el campo a la fuerza, sino más bien a la falta de promoción del sector primario y el campo en general en las jóvenes rurales: «En mi zona, no hay ni ganaderas ni agricultoras», afirma, a su pesar, Pérez.

El futuro de la ganadería

La ganadera y agricultora de Trufa Monteciello Raquel Pérez, con su ganado.
La ganadera y agricultora de Trufa Monteciello Raquel Pérez, con su ganado.
R.P.

Controlar al ganado desde el teléfono móvil es el sistema pionero que ha adoptado Raquel Pérez para su explotación de ganadería extensiva. En los alrededores de Los Pintanos (Teruel), las vacas de Pérez pastan sin necesidad de pulir y vallar. Esto se consigue gracias al proyecto piloto noruego que presenta collares para geolocalizar a las vacas: «Te quita mucho trabajo, a la vez que te da la tranquilidad de tenerlas localizadas», asegura la ganadera.

Ella marca el límite que la vaca no puede exceder y, cuando se acerca a esa zona, el collar emite una escala de sonidos que transmite una sensación de peligro al animal, instándolo a volver con el resto. Aunque sea un proyecto prometedor, tiene alguna complicación. La cobertura en las zonas rurales falla constantemente, mejorarla haría que le «fuera mejor al mundo rural». También lo es la dificultad de concesiones: «A algunos ayuntamientos les interesan más los cotos de caza que el hecho de que yo pueda llevar a las vacas», añade Pérez.

Esta tecnología también le permite cultivar trufa al mismo tiempo: «Hay que aprovechar la tecnología. Si esto funciona, puedo traer trabajo».

El arma contra la despoblación

Pilar Izquierdo y sus compañeras en Pastas Makarpy.
Pilar Izquierdo y sus compañeras en Pastas Makarpy.
P.I.

La España rural, que abarca el 72,8% de la superficie del país, está habitada únicamente por el 16% de la población total, lo que significa que, mientras se masifican las ciudades, se queda vacía la mayor parte del territorio. Por eso, uno de los temores del campo más persistente es que llegue un momento en el que no haya nadie que siga produciendo: «Los jóvenes no ven salida ni oportunidades aquí», asegura la fundadora de Trufa Monteciello.

Pero, esto no ocurre solo en el campo. Según la repostera Pilar Izquierdo, «no hay chicas jóvenes que se queden en el pueblo. Vamos perdiendo población debido a que se quedan donde estudian porque hay más posibilidades».

Para las chicas que sí se quedan, como Ana Lordán, los beneficios son incalculables: «El estar cerca de mi familia, de mis abuelos. Disfruto cocinando con mi abuela, escuchando sus historias, paseando por el pueblo; también el contacto con la naturaleza y con las personas que conozco de toda la vida».

Las cuatro están de acuerdo en que falta promoción de la vida en los pueblos aragoneses. De hecho, para Sánchez, en el caso de la mujer rural, «esta situación se agrava, para ellas y para el mundo rural, porque la no existencia de fomento de empleo femenino lleva, irremediablemente, a la extinción del mundo rural».

No obstante, la llegada de las nuevas tecnologías es un rayo esperanzador para el medio rural, aunque falte un largo camino en mejoras necesarias de las condiciones y servicios. Lordán ya ha vivido en su entorno cambios positivos: «Conozco varios casos de personas que pueden vivir en el medio rural gracias al teletrabajo, tanto por cuenta propia como por ajena. Por eso, la llegada de internet genera muchas oportunidades para poder desarrollar nuestra carrera profesional desde el medio rural».

Aunque haya que visualizar y mantener la mirada siempre en el futuro, no hay que olvidar el presente. «Las personas que vivimos en los pueblos estamos porque queremos estar pese a las trabas administrativas, educativas, sanitarias, de transporte, etc., y queremos seguir estando aquí con dignidad y orgullo rural», reivindica Sánchez.

«Ser joven diría que ha sido algo positivo. Tenía el tiempo y la energía para darlo todo»

La brecha de género del campo en cifras

  • 9,6% de personas emprendedoras en España son mujeres. Esta cifra se traduce en que 1 de cada 10 empresas en Aragón son fundadas por mujeres.
  • Aragón, en 4º lugar en el ranquin de comunidades con más mujeres emprendedoras verdes. Según los datos de 2022 recogidos por Miteco, hay 56.692 emprendedoras verdes en España. Sin embargo, pese a ocupar el 4º puesto, el porcentaje de mujeres empresarias verdes, tanto en Aragón como en el resto de regiones, no llega al 20%.
  • 10.001 mujeres empresarias sobre el total de Aragón (32.284), es decir, un 31% de los empresarios en el territorio rural son mujeres, más del doble (22.284) son hombres. Por su parte, en el medio urbano, hay 13.896 empresarias, frente a los más de 18.000 hombres registrados. Supera al porcentaje rural, pues llega al 42,7%.
  • 30% del total de concentración de emprendimiento rural compete a las mujeres. Aragón es una de las regiones donde las mujeres tienen más complicaciones.
  • 48% menos es lo que cobran las mujeres. El importe medio anual es de 2.844 euros frente a los 5.465 euros que reciben los hombres en ayudas de la PAC.
  • 37,5% del total de ayudas anuales recibidas de la Política Agraria Común, son destinadas a mujeres agrarias, frente al 62,5% de los hombres. En cuanto a la titularidad, solo 163 de las 2.698 industrias agroalimentarias en Aragón están registradas a nombre de una mujer. Pasado a porcentaje, se trata de un 6%.
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