Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Agricultura

Conejos que arrasan los cultivos en Aragón: ¿un híbrido o la especie autóctona de toda la vida?

Los agricultores insisten en las "excepcionales capacidades de estos animales" que nunca antes habían visto. Hay investigadores que niegan los argumentos del sector e insisten en que no hay mutación alguna en estos animales.

La parte baja de los troncos es comida por los conejos, como puede verse en esta imagen de archivo de una finca de Calatorao.
La parte baja de los troncos es comida por los conejos, como puede verse en esta imagen de archivo de una finca de Calatorao.
HERALDO

Raúl Lorente es un agricultor de Lumpiaque (Zaragoza) cuyos olivos, algunos de más de 150 años, se han convertido en un auténtico manjar para los conejos, que ya no se conforman con rader el tronco sino que "se están comiendo ramas situadas a más dos de metros de altura", explica. Y es por estos comportamientos "de conejo escalador" por lo que son numerosos los agricultores aragoneses que están convencidos de que estos animales no son los conejos de toda la vida. "Esto no lo había visto nadie", asegura Lorente, que explica que fue su bisabuelo quien plantó esos olivos que han soportado todo tipo de inclemencias y que ahora apenas pueden resistir el voraz apetito de los conejos que se cuentan por cientos en cada hectárea de esta de este municipio.

De hecho, desde UAGA-COAG le han puesto apellido a los mamíferos con los que tienen que compartir sus cosechas. La organización agraria asegura que las explotaciones agrarias de todo el país están amenazadas por una "inédita plaga de conejos híbridos nunca antes vista" resultante de la mezcla de conejo de monte con doméstico. "Es más grande, más voraz y con mayor capacidad para procrear", insiste la organización agraria, que añade que este animal se puede reproducir todo el año y cada hembra puede tener 7 camadas anuales, con una media de 6 crías, que en los casos más prolíficos pueden llegar hasta las 14.

Son muchos los agricultores que, a pesar de no disponer de estudio alguno que justifique empíricamente estas afirmaciones, se han sumado a dichos argumentos. Aseguran que no son los animales de siempre, que son "capaces de escalar" para llegar a las ramas más tiernas que están a mayor altura o que sortean sin dificultad las mallas protectoras que los agricultores colocan en los troncos de los leñosos, cavando en el suelo y empujando con la cabeza el protector para llegar a la corteza.

En el otro lado, hay también contundentes declaraciones contrarias a las consideraciones del sector. Las han firmado en un artículo los científicos José Guerrero Casado, profesor del Departamento de Zoología de la Universidad de Córdoba, Carlos Rouco Zufiaurre, profesor titular de Ecología de la Universidad de Sevilla, y Francisco Sánchez Tortosa, catedrático del área de Zoología de la Universidad de Córdoba. En su escrito, dejan claro que el conejo silvestre o de monte (Oryctolagus cuniculus) es una especie nativa de la península ibérica y todas las variedades de conejo doméstico han derivado a partir de la subespecie O. cuniculus cuniculus. "Por tanto, los conejos silvestres y domésticos son la misma especie", reiteran y señalan que aunque es posible encontrar en algunas poblaciones silvestres conejos con rasgos de domésticos debido, posiblemente, a la suelta de conejos de dudosa genética usados en algunas repoblaciones de caza, "esta presencia es meramente testimonial".

Puntualizan además los cientifícos que esas "excepcionales capacidades" que se atribuyen a los supuestos conejos hídricos no lo son tanto, porque se trata de habilidades propias de los conejos silvestres. "Este animal es una especie evolutivamente diseñada para ser abundante, para poder sobrellevar la elevada mortalidad que sufren sus poblaciones silvestres debido a la depredación", escriben en su artículo los investigadores. Si ahora hay sobrepoblación no hay que buscarla en ninguna mutación extraña, insisten, sino en tres elementos clave que han propiciado la abundancia de animales: escasez de alimento natural, falta de depredación (natural y cinegética) y la reducción del impacto negativo de las enfermedades. "La presencia de estructuras lineales como carreteras y vías de tren y un suelo más blando para excavar madrigueras también pueden ser factores determinantes", añaden los expertos.

De hecho, un estudio realizado en viñedos de Córdoba evidenció que los daños en los cultivos son mucho mayores en aquellas zonas donde la disponibilidad de alimento natural es escasa. O lo que es lo mismo, la eliminación de malas hierbas ha obligado a los conejos a alimentarse de estos cultivos, un fenómeno que, dicen los científicos, podría verse acentuado este año por la severa sequía. "Aunque parezca paradójico, los daños pueden mitigarse si aumentamos la disponibilidad de alimento natural para reducir la presión sobre los cultivos. Por ejemplo, permitir el crecimiento de las cubiertas vegetales entre las calles de cultivos leñosos o mantener la vegetación en zonas incultas (linderos, taludes, arroyos, bordes de caminos…) pueden ser buenas estrategias para aumentar la presencia de alimento", indican los investigadores.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión