economía

Vivir embargado: "No puedes ni comprar una lavadora a plazos"

Un autónomo zaragozano relata las consecuencias de tener deudas pendientes, tras conseguir en el juzgado, con la segunda oportunidad, el perdón de 200.000 euros.

Ciudad de la Justicia de Zaragoza.
Ciudad de la Justicia de Zaragoza.
Oliver Duch

Rafael todavía no se cree que vaya a librarse del peso de las deudas que ha arrastrado desde hace casi ocho años en los que ha vivido embargado. Este zaragozano de 49 años, que montó en 2008 un bar que fue a la quiebra, ha conseguido que un juzgado le conceda la segunda oportunidad, con el perdón de 200.000 euros que debía, principalmente a bancos. Empieza ahora una nueva vida. 

En estos años ha seguido trabajando, pero como asalariado, para tratar de pagar el 'agujero' que dejó tras la puesta en marcha de su negocio, poco antes del inicio de la pasada crisis económica. Todos los meses una parte de su nómina está embargada. Prefiere no dar su nombre completo ni aparecer en foto por no sentirse más señalado.

"No puedes ni comprar una lavadora a plazos porque apareces en una lista de morosos", pone como ejemplo de las limitaciones que se sufren por vivir embargado para ir cumpliendo tras bajar la persiana y presentar un concurso de acreedores. "Me planteé poder tener algo para mi hijo, pero así, ni un triste coche a tu nombre porque te lo embargan", lamenta. 

Apoyo de la familia

"En el momento en que das el nombre en la tienda, miran en el ordenador y nada. O lo pagas en efectivo o nada", relata sobre las dificultades a la que se enfrentan las personas en su misma situación. Ahora espera que esto cambie, que consiga "la tranquilidad de ir a comprar sin ese miedo de qué me dirán".

Insiste en agradecer el apoyo de sus padres y su pareja, tanto económico como emocional. "He podido aguantar gracias a la familia y sobre todo a mi mis padres y a mi pareja", reconoce.

"Psicológicamente te va comiendo por dentro poco a poco. Se pasa muy mal y te planteas muchas cosas de tu vida"

Se considera afortunado porque pudo volver a su trabajo en una industria, en el que había pedido una excedencia para montar el bar cinco años antes.

"Se veía que algo iba a pasar", confiesa sobre el año en el que en Zaragoza, tras la Exposición Internacional, la economía se hundió siguiendo lo ocurrido meses antes en el resto de España y del mundo. "Al principio iba todo bien, pero la cosa empezó a ir peor y era difícil mantener los sueldos y los pagos", cuenta.

"Por la crisis, la gente salía cada día menos y llega un momento en que se te comen las deudas. Gracias a mis padres estuve aguantando porque me prestaban dinero, pero cuando empiezas a deber a organismos del Estado ya es más serio", afirma. No quiso llegar a ese punto. Trató de buscar soluciones para no acumular más deudas, pero resultaron ser una huida hacia adelante. Fue ajustando personal, quedándose él solo y una empleada, probó a alquilar el bar, pero tuvo que cerrar. "Al final no quedó otro remedio que cerrar", asegura.  

"Psicológicamente te va comiendo por dentro poco a poco. Se pasa muy mal y te planteas muchas cosas de tu vida", confiesa.

Perdón de todas las deudas

El calvario de esta etapa puede terminar tras haber obtenido la llamada segunda oportunidad. En total, queda liberado de los 200.000 euros de deudas, según calcula sobre la cantidad total Víctor Bajén, economista de UPTA Aragón que ha trabajado en el caso con el abogado Miguel Ángel Roca del Río. En este caso, el dinero se debía a entidades bancarias con las que tenía líneas de crédito abiertas para mantener el negocio.

Desde la organización de profesionales y trabajadores autónomos explican que  en caso de ser autónomo a la persona "le pueden embargar todos sus bienes, incluidos vehículos, inmuebles etc.". Está más limitado si constituye una sociedad.

Además, recuerdan que es inembargable el salario, sueldo, pensión, retribución o su equivalente, que no exceda de la cuantía señalada para el salario mínimo interprofesional, según la normativa. Actualmente se encuentra en 1.080 euros. A partir de ahí se fijan unos porcentajes. De no haber conseguido la segunda oportunidad recuerdan que "si volviera a ser autónomo sin tener una exoneración, le embargarían la facturación entera" y habría que solicitar que se le aplicara este criterio para que pudiera tener un salario mínimo.  

Volviendo la vista atrás, Rafael no duda al responder que se arrepiente de su decisión de emprender y de hacerlo en ese momento. "Cuando ahora veo algún caso de un autónomo con problemas me da pena porque he pasado por ello", confiesa. Cree que la situación sigue siendo complicada para sacar un negocio adelante. "Ahora están obligando a la gente a cerrar", asegura. En su caso, va a poder seguir libre de cargas, incluso podría volver a emprender, pero afirma, con rotundidad, que seguirá trabajando por cuenta ajena. "Volver a ser autónomo, no", reitera.

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