Factura eléctrica

La industria externaliza procesos y reduce producción para rebajar sus costes energéticos

Adaptar turnos, renegociar contratos eléctricos o utilizar renovables, entre las medidas de ahorro. CEOE advierte que si la situación se mantiene podría incluso haber riesgo de deslocalización

Instalación de parque fotovoltaico en la planta de Stellantis de Figueruelas (Zaragoza).
Instalación de parque fotovoltaico en la planta de Stellantis de Figueruelas (Zaragoza).
Marcos Cebrián

La escalada sin freno de los precios de la electricidad y el gas que soportan desde hace meses todos los sectores productivos de la Comunidad está obligando a las empresas a tomar las más variadas medidas y las más diversas decisiones para intentar reducir las abultadas facturas a las que tienen que hacer frente. Las hay que están acoplando sus turnos productivos a horarios en los que el coste de la energía es mas bajo. Se intenta renegociar los contratos de luz y gas. Hay quienes han optado por reducir su producción. Existen compañías que incluso se están planteando adquirir parques eólicos y algunas de ellas han optado por externalizar procesos que les resultaban excesivamente costosos. Cada vez es más habitual que las factorías cuenten con instalaciones fotovoltaicas que les permiten aliviar sus costes. Y no faltan tampoco las que ya han hecho pública su intención de estudiar la posibilidad de volver a fabricar con fuel y propano, mucho más barato que el gas.

Así lo detallan tanto el director general de CEOE Aragón, Jesús Arnau, como el presidente de la Federación de Empresas del Metal de Zaragoza (FEMZ), Javier Ferrer, que reconocen, sin embargo, que la diversidad y la casuística del tejido empresarial aragonés impiden hablar de planes de ahorro que sean de aplicación para el conjunto de las compañías.

"La industria en Aragón tiene un grave problema. En muchas empresas la energía ha pasado a representar más del 50% del total de sus costes, lo que les hace estar fuera de mercado porque no pueden repercutir estos costes a sus clientes", explica Arnau, que advierte que si la escalada de precios se mantiene en el tiempo "existe riesgo de deslocalización". Y es que, insiste Arnau, "la energía ha dejado de ser un coste más para convertirse en un factor clave de decisión estratégica para las empresas, tanto para seguir invirtiendo como para la instalación de nuevas compañías". Por eso, en su opinión, la mejor medida para hacer frente a este escenario pasa por dar máxima agilidad a la implantación de energías renovables. "Haría falta mayor agilidad y menos burocracia para que estas inversiones no se atasquen durante años en una serie de trámites que nos penalizan como país", explica Arnau, que destaca que los fondos europeos Next Generation son la oportunidad para impulsarlas.

El presidente de la FEM insiste en que son muy distintas las medidas que están tomando las empresas porque el impacto en cada una de ellas es diferente, dependiendo de si se trata o no de industrias intensivas en consumo de energía. No cree, sin embargo, que haya riesgo de deslocalización, porque "el problema es generalizado en toda Europa". Además, asegura Ferrer, "en España la capacidad de suministro está más garantizada que en otros países europeos y esto también es un factor a tener en cuenta".

Más convencido está el máximo representante de los empresarios del metal de Zaragoza de que lo que se produzca sea una "relocalización", es decir, que las empresas exijan a sus proveedores que estén situados más cerca de sus factorías. Pero esta circunstancia, reconoce, no tiene que ver con la luz o el gas sino con la crisis de materias primas y de microchip que también está poniendo en riesgo la viabilidad de numerosas empresas.

"Revolución total"

Ferrer asegura que actualmente se vive una "revolución total" en todo el tema de la energía "tanto en presión política como en readaptación de las tecnologías de las empresas para abaratar costes". Reconoce, sin embargo, que aunque en estos momentos sería mucho más barato producir con energías más baratas, como el gasoil, esta opción es "complicadísima" porque además habría que hacer frente a otro problema como el de las emisiones contaminantes.

Ferrer reconoce que algunas de las decisiones a las que se ven abocadas las industrias para reducir la factura eléctrica, como la necesidad de reducir la producción, tendrán consecuencias negativas en el empleo. Pero advierte que el momento es delicado no solo por los costes de la energía, sino también por la inflación, por el incremento del tipo de interés, por las regulaciones del mercado de trabajo... "Y tampoco las decisiones que está tomando el Gobierno facilitan las cosas, al contrario las empeoran sensiblemente", añade.

La industria de la alimentación también está aplicando "todos los sistemas de ahorro que son capaces de aplicar porque todas tienen una necesidad imperiosa de reducir sus costes", señala el director de la Asociación de Industrias de la Alimentación de Aragón (AIAA), Ignacio Domingo, que matiza, sin embargo, que hay medidas que no son fáciles de aplicar en aquellas empresas que tienen que refrigerar su producción o producir con hornos.

"Hay que readaptarse, no volverán los precios de hace dos años"

Los representantes de las organizaciones empresariales aragonesas quieren ser optimistas y mirar al futuro convencidos de que las medidas que ahora con tanta ebullición se plantean en los distintos sectores productivos contribuirán a calmar tan convulso mercado. "Si además terminara la guerra en Ucrania, la situación mejoraría", señala el presidente de la Federación de Empresarios del Metal de Zaragoza, Javier Ferrer.

Pero lo que tiene claro Ferrer es que aunque el panorama se calma no se volverá al escenario en el que trabajaban las empresas tiempo atrás. "Tengo la sensación y creo que es una sensación generalizada de que las cosas no volverán a como estaban hace dos años", asegura el presidente de la patronal del metal, que asegura que "todo el mundo está buscando soluciones, pero estas medidas al final conseguirán que se abaraten los costes energéticos a los actuales, pero los precios serán más caros que los que había hace dos años". Y eso requiere, insiste Ferrer, una readaptación de las tecnologías utilizadas en los procesos productivos de las empresa

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