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El gasoil pone en jaque al transporte en Aragón: "Estamos peor que antes, con el litro aún más caro"

El sector denuncia que se está poniendo en peligro la supervivencia de muchas empresas, que no pueden soportar la escalada de costes.

Manuel Cascales, conductor de transporte internacional.
Manuel Cascales, conductor de transporte internacional.
Toni Galán

El carburante ha alcanzado precios nunca vistos y los expertos coinciden en que aún podría subir más. "No esperaba llegar a ver la gasolina a más de 2 euros el litro y menos el gasoil. Ya me parecía una barbaridad cuando costaba 1,5 en 2012". Son palabras de Marcos Sanso, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Zaragoza, que prevé que estos elevados precios se mantengan en máximos durante todo lo queda de año. Aunque Arabia Saudí pueda ampliar la oferta de crudo –"sería de una miopía tremenda no hacerlo", dice– eso no bastará para atajar el desequilibrio entre oferta y demanda de crudo generado por la pandemia que se venía arrastrando desde el año pasado y que se ha visto ahora agravado por la guerra de Ucrania, que ha sacado del mercado a un protagonista muy activo como es Rusia, uno de los mayores productores.

Sanso recuerda que en la crisis de 1973, que no se puede comparar con la actual, los precios de los carburantes también se dispararon y no volvieron a bajar. Ahora la esperanza para que no sigan subiendo es que termine la guerra en Ucrania. "El conflicto se tiene que resolver tarde o temprano", advierte, aunque los efectos tardarían en apreciarse. Asimismo, reconoce que de poco ha servido el descuento de 20 céntimos por litro aplicado desde el 1 de abril, completamente desdibujado por el incremento del precio del carburante, y que el Ejecutivo ha anunciado seguramente prorrogue otros tres meses. "Un Gobierno no puede subvencionar un combustible que se tiene que abandonar en el medio plazo y menos hacerlo de forma generalizada sin focalizar en los sectores que más lo necesitan o en las personas con menos recursos", apunta Sanso.

Igual que sucedió en marzo, este economista anticipa que el conflicto en el sector del transporte puede volver a estallar porque "trabajar teniendo el combustible a estos precios vuelve a ser un problema". Sin embargo, Carmelo González, presidente del Comité Nacional del Transporte por Carretera (CNTC), reconoce que ahora la situación es muy distinta porque algunas empresas vienen aplicando la indexación del combustible a las tarifas, es decir, parte del incremento se está trasladando a los clientes. Aún con todo, González reconoce que estos precios son "inadmisibles e inaguantables". Como se alargue muchos, avisa, "vamos a tener problemas: la guerra en Ucrania es la excusa perfecta, pero el crudo no sube tanto. Hay otros muchos factores que influyen", destaca. "El transporte es una parte muy importante de la economía y la subida de precios ha llegado ya a los alimentos. Tener esta tasa de inflación es muy grave y no sé si la podrá parar el Gobierno", afirma, anticipando un "otoño caliente". Si bien, precisa, "no es momento ahora", como amenaza la Plataforma Nacional en Defensa del Transporte, de paros si antes del 30 de junio el Gobierno no les da respuesta sobre esa ley de mínimos que piden que evite trabajar por debajo de costes y ponga fin al desfase entre grandes operadores y pequeños transportistas.

"Parece que el Gobierno aumentará el descuento, pero no será suficiente. Se han dormido en los laureles"

Casualmente, el Ministerio de Transporte trasladó hace poco a las organizaciones que integran el CNTC el primer borrador de esa ley cuyo texto final ha de estar antes del 31 de julio. Pero el conflicto sigue latente. "Ofrecen el viaje de vuelta de Sevilla a Madrid a precios irrisorios y el problema es que alguno lo hará. Es la ley de la oferta y la demanda", asegura José Antonio Moliner, presidente de Tradime. "Un descuento proporcional al incremento del precio del combustible hubiera sido una solución mejor que los 20 céntimos, pero aún queda margen con el impuesto de hidrocarburos, cuya supresión temporal pedimos desde el principio y que hubiese un precio del gasoil específico para los transportistas igual que para los agricultores". Ahora, dice, para paliar "esta subida tan salvaje parece que el Gobierno aumentará el descuento, pero no será suficiente. Se han dormido en los laureles". Y añade : "Se podía haber hecho más en España para no tener tanta dependencia de combustibles fósiles".

"Gran parte de las empresas de transporte a día de hoy están perdiendo dinero"

Para Ángel Gil, gerente de Alia, clúster logístico de Aragón, el problema es que "la mayoría de los transportistas no ha podido repercutir la subida del coste del combustible. Contra unos márgenes ya estrujadísimos", indica, "gran parte de las empresas de transporte a día de hoy están perdiendo dinero". Fue el coste del gasoil "lo que prendió la mecha" en marzo y ahora podría volver a pasar lo mismo, advierte, ya que "la situación de abuso en la subcontratación por parte de los grandes operadores de manera que al autónomo cada vez le llega menos dinero, no ha cambiado". Lo único que puede evitar la huelga, piensa, es que "el sector no se lo puede permitir" al ser "julio un mes de mucho trabajo".

Julio Calvo, presidente de Aetiva (Asociación empresarial de transportes interurbanos de viajeros en autobús en Aragón), considera "inaguantable esta situación salvo que haya una revisión extraordinaria de tarifas" y critica que en la estructura de costes de las empresas el carburante ha escalado hasta el 30,52% acercándose a los costes salariales. "A un autobús urbano el año pasado le costaba llenar el depósito 417 euros y ayer mismo 624, y en un interurbano, de 695 a 1.040 euros".

"Hablamos todos los días con los transportistas y están muy preocupados por unos precios inasumibles, rozando ya la línea roja porque muchos no pueden subir tarifas", reconoce Javier Gisbert, gerente de la gasolinera Repsol Rausan de Alfajarín.

"Reducir temporalmente el IVA en los carburantes del 21% al 10% como se hizo con la electricidad tendría un efecto importante", según el catedrático Marcos Sanso, que defiende una subida moderada de los salarios, de entre el 2% o el 3%, para contrarrestar la elevada inflación que terminará el año en una media del 7%. "Los sindicatos no deberían pedir incrementos mayores y los empresarios deberían poder asumirlos", indica, al estar ya subiendo los tipos de interés y el euríbor, referente en las hipotecas, que ha pasado del -0,5% en diciembre al 0,6%, un 200% de incremento.

Manuel Cascales, conductor de transporte internacional.
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Manuel Cascales; "Estamos peor que antes"

"Estamos peor que antes. En marzo el litro de gasoil estaba a 1,80 y ahora a 2 y en algunos sitios a 2,20 euros", critica Manuel Cascales, de 31 años, que se dedica desde hace diez al transporte internacional. "Vengo de Suiza. Allí el combustible está a 2.50, pero el salario mínimo allí son más de 2.700 euros", recuerda. "Si ya cuando el precio era de 1,40 euros nos quejábamos, ahora todavía más. Se está hablando de que el Gobierno va a poner diez céntimos más cuando prorrogue el descuento pero eso tampoco arreglará nada", afirma. Sí ayudaría, en su opinión, la rebaja del IVA y del impuesto de los hidrocarburos. La situación, confiesa, "se está poniendo muy difícil" no solo por lo que cuesta ir a trabajar sino por el precio de todo, incluidos los alimentos. "He escuchado a varios transportistas decir que como el Gobierno no de una solución antes del 30 de junio que impida trabajar por debajo de costes convocarán otra vez paros. Podría ser inminente", adelanta.

Gerardo Flores, chófer transportista.
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Gerardo Flores: "Tendrían que regular unas tarifas mínimas"

El problema en el sector del transporte es que "siempre están los que lo hacen más barato", asegura el chófer Gerardo Flores, que paró a repostar en Zaragoza. "Mientras haya viajes de retorno en los que hay que volver a casa y se carga lo que haga falta para perder menos dinero, el sector estará fastidiado", señala. "Tendría que haber unas tarifas mínimas reguladas por el Gobierno y que nadie pudiera pagar por debajo de esas tarifas establecidas". Esa sería la solución para este transportista de Aranda de Duero. "Ahora mismo en cualquier empresa hay un salario mínimo fijado para el obrero. En este sector debería ser igual: que el kilómetro se pagase a 1,50 euros, por ejemplo, y que nadie pudiera contratar a menos de lo que dice el Gobierno. Y así andaríamos todos" y el sector funcionaría mejor, asegura. Sobre la posibilidad de que el transporte pueda volver a parar, reconoce que es muy posible porque "los precios del combustible están más altos aún que en marzo", pero duda de que los grandes lo secundasen: "No se cómo tienen las ayudas". 

Fernando Cebador, chófer transportista.
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Fernando Cebador: "Los descuentos son solo pegatinas"

Fernando Cebador, trabajador de una empresa de transportes de Alcañiz (Teruel), critica unos precios del combustible que castigan a las empresas y a los particulares. Llenar el depósito del camión de unos 900 euros, dice, le ha pasado a costar a su jefe 1.300 euros. "Son unos precios inasumibles", confiesa, y "el miedo es que sigan subiendo" aunque confía en que no se llegue a los 3 euros. Considera que el descuento de 20 céntimos aplicado por el Gobierno no deja de ser "una pegatina que no soluciona nada".
Con los impuestos que se pagan por el carburante debería ser suficiente para frenar esta escalada. "Igual que con la luz solo ganan ellos. Nosotros a perder siempre", critica, convencido de que el conflicto en el sector del transporte no tardará en volver a estallar o antes del verano o a principios del invierno. "Habría que parar, pero todo el mundo del pequeño al grande para denunciar una subida de precios que no se explica. En parte viene de los desajustes por la covid, pero también de que hay mucha gente muy egoísta que especula", dice. 

Gregorio Diácono, conductor de autobuses.
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Gregorio Diácono: "Se está poniendo en riesgo a muchas empresas"

Gregorio Diácono, rumano afincado en España desde hace 16 años, trabaja como conductor de autobuses desde hace catorce. Antes fue camionero y advierte que estos precios del combustible, como sigan así, "están poniendo en riesgo a muchas empresas" a las que los costes se les han disparado. "Muchos puestos de trabajo dependen del combustible y aunque el Gobierno trate de intervenir, la solución es complicada porque es un problema a nivel global con muchos intereses de por medio". En su opinión, "no quieren bajar los precios al gasoil porque es un combustible al que le queda poco tiempo". Los gobiernos, dice, están apostando porque autobuses, camiones y vehículos sean eléctricos o movidos por energías más limpias, es decir, buscan dejar de utilizar combustibles fósiles. Entonces, "tienen que aprovechar al máximo para tirar de precios y llenar el saco como se dice coloquialmente". Esa es su impresión, añade, de esta escalada de precios para acelerar el cambio.

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