¿Qué es la isla ibérica del sistema energético europeo y por qué deben tener un trato especial España y Portugal? 

Las particularidades de España y Portugal, que se abastecen en África, podrían reducir la dependencia energética de Europa.

España y Portugal pagan las consecuencias del 'mix' energético europeo
España y Portugal pagan las consecuencias del 'mix' energético europeo
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En lo que se refiere a la energía, la península ibérica es en realidad una isla. Pero no porque haya alcanzado ya el ideal de la autosuficiencia: a pesar del impulso de las renovables en la generación de electricidad, su tasa de dependencia del exterior sigue lastrada por los hidrocarburos y coquetea con el 70% -en el País Vasco alcanza el 90%-, lo que supone quince puntos más que la media europea.

Es una isla porque el suministro de gas de España y Portugal está ligado a África y porque cuenta con una conexión muy débil con Europa, un continente que se calienta en gran medida gracias a Rusia -principal proveedor de gas, petróleo y carbón- y con el que la península solo intercambia un 2,8% del volumen de gas y del 4% de la electricidad, muy por debajo de la meta del 10% establecida por la Unión Europea para 2020.

En esta coyuntura, España y Portugal pagan las consecuencias del 'mix' energético europeo, que tiene poco que ver con el local y encarece el precio del gas, razón por la que el Gobierno español ha hecho todo lo posible para desligarse del sistema comunitario y crear uno adecuado a las particularidades de la 'isla ibérica' que reduzca los precios de la energía. Además, el gas es uno de los elementos más relevantes del sistema marginalista que fija el precio de la electricidad, ya que el ciclo combinado que lo consume aporta la más cara y fija el precio del resto.

El presidente Pedro Sánchez afirmó desde el principio que se trata de "una propuesta rigurosa técnicamente, sólida, que no pone en cuestión el funcionamiento del mercado y que nos podría dar la capacidad para responder de una forma contundente a la subida del precio del gas y la electricidad". Pero Europa había rechazado hasta ayer las propuestas españolas.

El gasoducto, pendiente

Eso sí, a pesar de que reduciría la dependencia del continente de los combustibles rusos y le permitiría incrementar su abastecimiento desde Argelia, capaz de aportar en torno a la mitad del gas ruso que continúa fluyendo por Ucrania en medio de la invasión, el viejo plan de 1.000 millones de euros para conectar España y Francia a través de un gasoducto de mucho mayor tamaño -el MidCat- todavía no parece prosperar. Y eso que Sánchez lo ve también como un buen canal para enviar hidrógeno verde y ahondar así en las estrategias de autosuficiencia y descarbonización de la UE.

Además, el jueves, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, reiteró la apuesta del Ejecutivo por crear dos nuevas conexiones eléctricas a través de los pirineos aragonés y navarro, que se sumarían a la submarina aprobada en el Golfo de Vizcaya, y pidió a París que se avance en el diseño de "un proyecto serio y solvente antes de fin de año". En cualquier caso, no sería una realidad hasta dentro de un lustro, como poco.

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