Joaquín Abós: "Para mí la vida es iniciativa y liderazgo"

Nació en Huesca en 1945. Es economista y financiero nacional e internacional. Hace unos días presentaba en Ibercaja una síntesis de sus trabajos.

Joaquín Abós, hace unos días en Zaragoza, adonde vino desde Málaga a presentar su libro
Joaquín Abós, hace unos días en Zaragoza, adonde vino desde Málaga a presentar su libro
Oliver Duch

"Estoy escribiendo mis memorias. Llevo 160 páginas. Hace más de 15 años que mucha gente me invita a hacerlo porque yo tengo una vida hiperbólica casi. He estado en 67 países, me he dedicado a reestructurar el sistema financiero de Rusia, me impliqué en la llegada de la General Motos a Zaragoza, he estado en siete entidades financieras, y debuté en Ibercaja en 1972, donde estuve hasta 1987", dice Joaquín Abós, que presentó, en Ibercaja, un libro sobre su trayectoria y las entrevistas que le han hecho.

¿Dónde está el hombre en sus memorias?

Ja ja. En todas partes, claro. Cuando empezó la pandemia y hubo que encerrarse empecé a escribirlas. Entonces he tenido que llamar a mucha gente. Y a la vez tengo mucho material propio, de los bancos donde he estado. ¡Vaya ajetreo! También escribo de mi lucha contra la enfermedad, algo que he vivido de diversas formas: hepatitis, escoliosis, etc. Eso está en mis memorias. Pero, ¿va a poner esto?

Lo que quiera. Demuestra que la vida no siempre es una línea recta, que tiene obstáculos.

La vida es liderazgo e iniciativa. Días atrás estuvo conmigo en Málaga un antiguo directivo de Ibercaja y un gran amigo y me dijo: «Joaquín, la palabra que te define es ‘iniciativa’". Sabía lo de la General Motors, sabía que montamos un área internacional en la Cazar de entonces, etc.

¿Le marcó a usted de algún modo Barbastro?

Sí claro. Me marché de Barbastro a los once años, porque mi padre era aparejador municipal y murió a los 38 años de cáncer de colon. Trabajaba en Regiones Devastadas, y se dedicó a reconstruir todo lo que hay desde Barbastro hasta Benasque, los puentes, las carreteras, las escuelas, las iglesias. Y también reconstruyó el techo de la catedral de Huesca que en los años 40 se derrumbó.

¿Cómo le marcó su muerte?

Yo tenía ocho años. Imagínese. Me marcó mucho, lo que ocurre es que yo de pequeño ya era el líder de mis compañeros de colegio. Mi madre, viuda, tenía miedo de todo: que fuera por ahí en bicicleta, que usara escopeta de perdigones. Fui un chico criado sin padre que tiraba para adelante. A la vez, mi madre era muy lista. Vinimos a Zaragoza y estudié en Agustinos.

¿Por qué hizo ingeniería?

A mí me gustaban los puentes; después d ellos siete años de ingeniería me dije esto no me gusta. Hice un máster de economía y de dirección de empresas. Y al acabar el máster, trabajé un año en Salvat editores; hacíamos los fascículos de grandes tiradas.

No tardaría en ingresar en Ibercaja, ¿no?

Fue un gran amigo como José Manuel de Lasala quien me presentó al director general José Joaquín Sancho Dronda. Y ahí entré el 1 de octubre de 1972. Nos daría para una novela completa o un ensayo, pero él creyó en mí, confió y vio que era posible que se instalase una gran empresa de coches. Vio los informes que hice, que llegaron a diferentes empresas, se barajó primero Ford, Honda, Mazda Toyota, después Isuzu y, finalmente, tras mucha negociación y mano izquierda, vino la General Motors. Primero adquirimos 200 hectáreas de regadío en Peñaflor, y aquello generó polémica y rechazo. Y finalmente se reservaron 400 hectáreas en Figueruelas. Siempre he sido optimista. Aquellos quince años fueron muy intensos.

En 1987 se fue.

Primero me fui al Banco Hispano Americano y más tarde al Atlántico y estuve en otros. He vivido en Londres, que es una ciudad excepcional y abierta, me parece maravillosa, incluso a pesar del ‘brexit’; o en Viena, donde residí cuatro años, que es bella pero a la vez rígida.

¿Se queja de algo?

De falta de iniciativa y de generosidad. Nos sobra mediocridad. Yo no quiero nada. Mi vida está hecha, pero digo que Aragón siempre puede contar conmigo. Amo esta tierra. Vivo en Málaga. Supo el alcalde Paco de la Torre que vivía allí, y me llamó para que asesorase al Ayuntamiento.

Por cierto, ¿por qué desaparecen las cajas de ahorros?

Es un problema de falta de visión de los legisladores.

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