'5 Pedacitos': emprender juntos… o no emprender

Lucía Ramírez ha dedicado toda su vida a cuidar de su familia. Ahora, a sus 48 años, ha decidido que era el momento de abrir su propio negocio. Eso sí, de la mano de los suyos.

María Reyes y Lucía Ramírez, al frente de la panadería y cafetería '5 Pedacitos'
María Reyes y Lucía Ramírez, al frente de la panadería y cafetería '5 Pedacitos'
C. Ivars

Hace tan solo unas semanas, el 2 de enero, abría sus puertas "5 pedacitos', una panadería y cafetería ubicada en el número 21 de Paseo Longares, en el zaragozano barrio de La Jota. Encabezando este proyecto se encuentra la zaragozana Lucia Ramírez, natural de Pedrola, aunque afincada en la capital aragonesa hace varios años. Tras dedicar toda la vida al cuidado de su familia, ahora, a sus 48, ha decidido que era el momento de abrir su propio negocio. Eso sí, de la mano de los suyos: "Lo hemos hecho todo juntos y cada uno ha puesto lo que ha podido, por eso el nombre, "5 pedacitos', uno de cada", explica.

Emprender en familia se ha convertido en algo habitual en tiempos de pandemia, aunque en este caso no fue de forma premeditada. En casa son cinco: José Antonio Cebrián (48), su marido, y tres hijos: María Reyes (27), Javier Reyes (23) y Candela Cebrián (12). "Fue en septiembre de 2019. Llegó un momento en el que me di cuenta de que ya eran mayores y que yo quería hacer algo fuera de casa. Así surgió la idea de montarme un negocio", admite.

En junio apareció el local actual y en agosto comenzaron las obras. "Mi hija vive en este barrio y siempre que quedábamos para desayunar echábamos en falta un lugar como este, en el que tomar un buen café o un té y disfrutar de una tostada o un cruasán recién hecho", relata. Por fin, en febrero de 2020, tenían todo listo para inaugurar. Un mes después llegaría la pandemia. "De la noche a la mañana se paralizó todo y nos mandaron tres meses a casa. Anda que no he pensado veces en rendirme", afirma Ramírez.

"Tenía mucho miedo y me asaltaban las dudas. Todo esto era nuevo para mí y con una pandemia de por medio… no podía imaginar lo que iba a pasar. Pero el hecho de contar con el apoyo de mi familia me sirvió para seguir adelante", reivindica. Lo que jamás imaginó es que tanto María como Javier, sus hijos, dejarían sus trabajos para dedicarse en cuerpo y alma a la empresa familiar: "Primero pensé en abrir una verdulería, pero mis hijos venían del sector del pan y me dijeron que, si elegía algo así, me ayudarían".

Como explica la emprendedora, cada integrante de la familia puso algo de su parte: José Antonio el impulso, pues fue él quien animó a Lucia a lanzarse a la piscina. "Hubo muchos momentos en los que casi tiré la toalla, pero él siempre estaba detrás, apoyándome en todo", admite. María, la creatividad, pues la decoración del local ha sido toda idea suya; Javier su trabajo constante y "la pequeña, la ilusión por vernos emprender algo juntos", resume la zaragozana.

"El trato cercano es fundamental. La pandemia lo ha cambiado todo de una manera inimaginable, pero nos tenemos que adaptar"

Además, la acogida en el barrio ha sido inmejorable: "Ahora estoy feliz, pero reconozco que el miedo siempre está ahí. Primero tuve miedo a que no entrara nadie; luego, a que no volvieran; y ahora, a no llegar a cumplir las expectativas de la gente". Un miedo que, en el fondo, también tenía preocupados a los suyos, como reconoce su hija, María. "Sabía que un negocio así en este barrio iba a funcionar, lo que no sabía era cómo lo iba a llevar mi madre", admite. Sin embargo, todas sus dudas se despejaron el primer día, cuando enseguida cogió la batuta del establecimiento: "A la hora ya estaba como en casa".

"Llevábamos tanto tiempo esperando poder abrir que creo que lo pillamos con muchísimas ganas y eso la clientela también lo nota", asevera. A pesar de llevar menos de dos meses abiertos al público, prácticamente cada cliente tiene nombre y apellido. "El trato cercano es fundamental. La pandemia lo ha cambiado todo de una manera inimaginable, pero nos tenemos que adaptar", explica.

María Reyes y Lucía Ramírez en el interior de la panadería, en el Paseo Longares de La Jota
María Reyes y Lucía Ramírez en el interior de la panadería, en el Paseo Longares de La Jota
C. I.

"No podrán decir que no lo hemos intentado"

Y, ¿cómo se acortan estas distancias? Con la mirada, el tono de voz y una gran sonrisa, aunque no se pueda ver con la mascarilla. Mientras esperan la llegada de la licencia de la terraza -que podría tener hasta 15 mesas- en el interior del local caben 41 personas, aunque con las limitaciones actuales tan solo pueda acceder el 30%. Otro escaparate fundamental en su caso son las redes sociales"Durante el primer mes también hemos atendido algunos pedidos de tartas personalizadas o desayunos individuales, tipo catering, a través de Instagram", afirma. Nuevos formatos y nuevas formas de trabajar en tiempos de pandemia.

Además, el local también cuenta con un lineal de tienda de los de toda la vida, con pan, azúcar, leche, pan rallado o huevos. "Ahora la gente no se sienta sin preguntar si has desinfectado, o notas que te lanzan las monedas evitando el contacto. El miedo sigue estando ahí, aunque se relajen las cosas", explican.

Miedo, como el que tuvieron a la hora de lanzarse a emprender en tiempos de pandemia. Un miedo que, poco a poco, han ido controlando. "Mucha gente nos pregunta que cómo nos hemos atrevido a lanzarnos así. Sinceramente, si sale bien pues será genial, y si sale mal… al menos no podrán decir que no lo hemos intentando", reivindica la joven.

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