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La criptomoneda toma cuerpo y despliega una primera sucursal en Zaragoza

El asesoramiento en la compraventa es un negocio en expansión, con decenas de locales en toda España. Los expertos alertan de la volatilidad de las divisas.

David Bellido muestra el funcionamiento del cajero ubicado dentro de la primera sucursal de criptodivisas de Aragón.
David Bellido, de Bitbase, muestra el funcionamiento del cajero ubicado dentro de la primera sucursal de criptodivisas de Aragón.
Oliver Duch

"Buenas tardes, ¿podemos comprar bitcoins?”, preguntan dos clientes franceses desde la puerta de la tienda. “Sí, claro, ¿cuánto? ¿Lleváis un documento de identidad?”, les responde David Bellido, responsable de la sucursal de criptomonedas que acaba de abrir en San Ignacio de Loyola, en el centro de Zaragoza, la primera en toda la Comunidad y en la que, paradójicamente, se opera con dinero digital con la ayuda de un comercial de cuerpo presente. Una modalidad de negocio cada vez más presente en España, donde ya hay decenas de locales de este tipo.

Finalmente los compradores no portaban la documentación necesaria, lo que aplazó una operación que iba a fraguarse en la tarde de este martes. “Desde que abrimos está habiendo un goteo creciente de inversores interesados en las criptomonedas, desde gente de 18 años hasta jubilados. En menos dos meses, desde la apertura de la tienda, ya hemos realizado cientos de operaciones, con compras mínimas de 40 euros y hasta una jornada con un movimiento de 30.000 euros en el conjunto de las operaciones”, cuenta David, que trabaja para la empresa BitBase después de seis años de aprendizaje sobre un mundillo que echa para atrás a no pocos.

“Hay mucha gente que tiene miedo, porque o bien no termina de entender cómo funciona o necesita tener una referencia física del dinero. No es una divisa, pero sí un método de pago dentro de un ámbito descentralizado, que no depende de un Estado o un banco central. Además, las transacciones tienen una trazabilidad total, por eso es tan difícil que pueda quedar impune un robo o un blanqueo de capital”, razona el comercial, quien reconoce que las criptodivisas quizá no sean para todo el mundo: “Hace falta una educación financiera básica e interés por saber de qué va el asunto. No es un activo para los que quieren amasar un dinero rápido, aunque sí se pueda conseguir, ni para los que se muevan por emociones. Me gusta decir que el ámbito de la criptomoneda es para los que juegan al juego de la paciencia. Hace diez años, un bitcoin valía cero. Ahora vale 10.000 euros”.

El cajero de la oficina permite adquirir las seis divisas más populares, como bitcoin o Ethereum, con un desembolso mínimo de 20 euros. Una vez realizada la operación, manda la divisa a la ‘wallet’ del cliente, o la extrae de la misma en caso de venta, a través de un código QR. También facilita un recibo impreso. Como curiosidad, el cajero pregunta si quien opera está relacionado con el ámbito de la política. En caso, le deriva a un número de teléfono en el que le explica que no puede realizar transacciones de ningún tipo.

Una gran volatilidad

¿Qué tipo de cliente es el adecuado para las criptomonedas? Juan Ignacio Pérez, miembro de la Asociación Zaragoza Blockchain, es físico teórico y trabaja programando aplicaciones para distintas criptomonedas. Pérez opina que éstas constituyen un producto “para personas que ya hayan invertido previamente, que hayan hecho trading en bolsa y se manejen con la compraventa de activos, ya que la complejidad de la misma es elevada y su ecosistema distinto al bursátil”.

Una de las grandes diferencias respecto a los mercados tradicionales son las grandes variaciones en los valores. “La volatilidad es más grande, enorme. No debería sorprender una variación del 20% de un valor en un periodo breve. Es mucho más alta que en los índices de Bolsa”, cuenta Pérez, quien añade que “en el ámbito de las criptomonedas hay algunas con mucha liquidez, como el Bitcoin o el Ethereum. Este últimos no sólo mueve dinero, sino también datos. Se generan contratos inteligentes y acciones automáticas en función de ciertos parámetros, como quién ha hecho la transferencia, cómo, cuándo…”. El experto considera que son “inversiones de riesgo y para la que hay que tener un conocimiento a nivel tecnológico de lo que hay debajo, ya que si no conoces la diferencia no puedes predecir qué le va a influir positiva o negativamente a la moneda, o su valor innato”.

La actualidad también influye en el valor de las monedas digitales. Hay dos grandes factores: lo que hacen sus inversores y las noticias que se dan relacionadas con esa criptomoneda. En el boom de la moneda -diciembre de 2018- cuando Bitcoin alcanzó su valoración máxima, se multiplicó por un factor enorme porque muchos inversores se habían unido recientemente. “Hubo grandes ganancias, pero también pérdidas entre quienes compraron en ese momento y vendieron pronto. Antes de todo hubo una especie de campaña, que llegó incluso a Los Simpson, que habló de ella en uno de sus capítulos y la llevó a un público por lo general alejado de estos productos”, recuerda Pérez.

Sobre lo que puede ocurrir a corto y medio plazo, el programador sostiene que una nueva ola de covid-19 podría afectar al mercado: “He tenido, durante los últimos cuatros años y por motivos de trabajo, criptomonedas Etherium, de las que me deshice justo antes de que explotase la crisis del Coronavirus. Se notó en el mes de febrero y marzo, igual que en los mercados bursátiles, cuando la economía se estancó. Con la segunda ola podría pasar lo mismo de aquí a final de año”.

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