economía

Encontrar empleo: el reto de los jóvenes

La situación laboral de los menores de 35 años es compleja y crítica aunque posean un título académico de formación superior. Esto se debe a la precariedad y temporalidad de los contratos.

La tasa de paro en España se sitúa en un 14,02% a cierre del segundo trimestre de 2019.
La tasa de paro en España se sitúa en un 14,02% a cierre del segundo trimestre de 2019.
Chema Moya/EFE

Los jóvenes siguen siendo los más afectados por la falta de empleo, a pesar de los buenos resultados registrados en los últimos cuatro años. El paro de España y de Aragón ha descendido significativamente desde 2015: un 25,58% en el conjunto nacional y un 34,15% en la Comunidad. Sin embargo, los jóvenes siguen siendo los más vulnerables de la sociedad. De hecho, el 33,14% de los españoles menores de 25 años se encuentran sin trabajo, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre, y a eso se suma la cuestionable calidad de los mismos. En Aragón, el 29,30% de los parados son jóvenes de entre 16 y 35 años. Por provincias, en Zaragoza se han registrado 17.712 parados, en Huesca 2.462 y en Teruel 1.554, a cierre del segundo trimestre de 2019, según los datos facilitados por la DGA.

Y es que España se sitúa a la cabeza de la Unión Europea en cuanto al desempleo juvenil. Las principales razones, según la directora de Adecco en Zaragoza de la oficina de ‘retail’, distribución y hostelería, María del Carmen Díaz, son «el abandono escolar prematuro (incluso superior al 20%), el bajo nivel formativo y la burbuja de la construcción junto con su posterior pinchazo».

Los motivos por los que las empresas no suelen contratar a jóvenes son varios. Sin embargo, la mayor queja de los estudiantes es la famosa «experiencia mínima en el sector» que exigen las compañías. «Los recién graduados no tenemos ningún tipo de posibilidad, piden una experiencia mínima de 3 o 5 años. Las sociedades quieren gente formada, pero cómo vamos a estar formados si nadie nos contrata», denuncia Irene Márquez, graduada en Marketing por la Universidad de Zaragoza.

A pesar de la situación, la formación académica está directamente relacionada con la facilidad de entrar al mundo laboral. De los parados menores de 35 años registrados en Aragón, el 48% (8.579 personas) posee únicamente la primera etapa de educación secundaria. Sin embargo, a pesar de que la educación universitaria es una formación más cualificada que la enseñanza de formación profesional superior, esta segunda tiene datos más positivos. El 13% de los aragoneses menores de 35 años, o lo que es lo mismo 2.283 personas, con título universitario se encuentran en las filas del paro mientras que solo el 7% corresponde a los que tienen formación superior profesional. María del Carmen Díaz explica el por qué de esta demanda: «el grado superior es un título de alta empleabilidad, ya que el 42% de las empresas demanda personas con este tipo de cualificación mientras que la tasa desciende al 38% para las compañías que requieren titulados en un grado universitario».

No solo la falta de cualificación es una lacra sino que también, y a pesar de que Díaz comente que «no hay una razón clara», el desempleo es más acentuado para las mujeres (34,9%) que para los hombres ( 31,62%), según los datos de la EPA.

Por otro lado, María del Carmen Díaz, indica que existen varios perfiles de jóvenes en busca de trabajo: «están los estudiantes que quieren complementar sus estudios con un trabajo de fin de semana de manera que sus contratos son temporales y suelen ser monitores de tiempo libre, vendedores o promotores. En el otro borde están los jóvenes que buscan un trabajo más estable, y comienzan generalmente con unas prácticas, después con un contrato temporal y finalmente con un contrato indefinido». En este sentido, los más demandados por las compañías son los ingenieros, electromecánicos, administradores con idiomas, comerciales y camareros.

Sin embargo, «la mayoría de empleos son precarios y temporales», manifiesta Juan Carlos Cantín, responsable de empleo y formación de Comisiones Obreras en Aragón. «Tenemos un mercado laboral limitado al sector servicios que no genera valor añadido y los empleos ligados al turismo y al comercio están condenados a las malas condiciones», señala Cantín. Es en el sector industrial y de innovación, según el responsable de empleo de CC. OO., donde está el talento–la mayoría se encuentra fuera de Aragón y de España por la emigración que hubo a raíz de la crisis– y ahí es donde no se genera empleo». Y es que, según Cantín, los jóvenes están condenados a la precariedad y a la temporalidad del trabajo: «son nómadas del empleo».

La solución a esta grave situación de desempleo juvenil, señala María del Carmen Díaz, es «la coordinación entre las empresas y las labores formativas». Eso sí, es importante según explica Díaz que los jóvenes realicen una búsqueda activa de empleo, inscribiéndose en todo tipo de plataformas de empleo.

Grave problema para España

El desempleo y la precariedad y temporalidad laboral de los jóvenes supone un problema generalizado para la sociedad española. Es la pescadilla que se muerde la cola. Debido a la falta de calidad en los empleos, los jóvenes se emancipan mucho más tarde –tan sólo el 21% lo hace antes de los 30 años–. La salida del núcleo familiar y la falta de estabilidad laboral están directamente relacionadas con la natalidad. Es decir, la tasa de crecimiento es tan escasa que los jóvenes no se pueden plantear un proyecto de futuro, aspecto que ralentiza el desarrollo de la economía que en dos décadas tendrá una población mayoritariamente envejecida.

La incertidumbre de los estudiantes

Estudiantes en la Biblioteca María Moliner en el campus de San Francisco de la Universidad de Zaragoza.
Estudiantes en la Biblioteca María Moliner en el campus de San Francisco de la Universidad de Zaragoza.
Raquel Labodía

Plantearse el futuro siempre crea incertidumbre, incógnitas y miedo. El primer gran reto al que se tienen que enfrentar los jóvenes hoy en día es a la elección de la materia que van cursar después de terminar la educación secundaria o el bachiller. A pesar de las múltiples opciones que se ofrecen en la actualidad –tanto de grado universitario, como de grado superior o medio–, esta decisión resulta compleja para los que no tienen claro a qué se quieren dedicar o a los que se encuentran entre varias opciones. Sin embargo, hay muchos otros que tienen una vocación desde pequeños o que la han ido adquiriendo con el paso del tiempo.

Sin embargo, el momento de mayor colapso mental y quebradero de cabeza –o por lo menos para la mayoría– aparece cuando un estudiante termina sus estudios, independientemente de si son superiores o no. ¿Y ahora qué hago?¿Trabajo o sigo estudiando? 

Seguir estudiando es una opción para los que quieren seguir formándose, pero también para los que quieren retrasar el momento de salir al mercado laboral. Y es que este es temido por gran parte de los jóvenes. A la situación de desempleo de estos se suma la incógnita de dónde trabajar. Terminados los estudios puedes estar en el lado donde la decisión es más sencilla: la salida profesional es una, o bien, puedes tener infinidad de opciones.

Los estudiantes de magisterio o enfermería son un claro ejemplo del primer tipo. Tania de Diego, recién graduada en magisterio por la Universidad de Zaragoza tiene claro su devenir: «Al estudiar magisterio está claro que voy a ser profesora, como las oposiciones son dentro de dos años, me he planteado hacer este curso un máster que me abre el campo a un ámbito más específico».

No ocurre lo mismo para los que han estudiado algún grado del amplio campo de economía o comunicación. «Tengo una incertidumbre total sobre mi futuro, ya que en el campo de economía hay 1000 ramas y aunque haya muchas empresas no tenemos apenas posibilidades de entrar en ninguna», protesta Álvaro Marín, estudiante de Marketing de la Universidad de Zaragoza.

Y es que, según Santiago Gascón, miembro del Colegio Profesional de Psicología de Aragón (Coppa) y profesor de Psicología en la Universidad de Zaragoza, considera que es importante fallar: «equivocarse no genera tanta culpa y baja autoestima como quedarte con las ganas de hacerlo».

Consejos para los indecisos

1. Tomarse una pausa y pensar: para poder evitar cualquier tipo de ansiedad, es importante pararse a pensar cuáles son las preferencias y gustos dentro del sector para el que se ha estudiado, según Santiago Gascón, profesor de Psicología de Unizar. 

2. Mentalidad positiva: es importante saber que «en la materia que me gusta, voy a ser muy bueno, de los mejores». Resulta importante ser feliz en el trabajo, comenta Gascón.

3. Abierto a otras posibilidades: si resulta complicado encontrar un empleo que me guste, hay que estar abierto a otras opciones, eso sí, «profesiones que me hagan sentir realizado profesionalmente», explica el profesor.

4. Aprender todos los días: nos «morimos cuando creemos que hemos hecho todo». Es importante que cada día de trabajo aporte algo a la carrera profesional de cada uno, según el miembro de Coppa.

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