SD Huesca

La SD Huesca mantiene la fe en la salvación

Un taconazo de Gallego y un cañonazo de Chimy dan la victoria a los oscenses frente al Eibar y les acercan a cinco puntos de la salvación a falta de que la jornada se complete.

La SD Huesca ni se abandona, ni se resigna. Va a luchar hasta el final, hasta que las fuerzas alcancen en busca de una salvación en la que sigue creyendo. Así de claro lo dejó este martes con una victoria sobre el Eibar (2-0) que le mantiene con vida cuando aún restan cuatro jornadas. Si alguien los daba por desahuciados es porque no conocen a los de El Alcoraz, que aprovechando la festividad de San Jorge se enfundaron su segunda equipación, la de la cruz roja sobre fondo blanco, para convertirse en auténticos guerreros.

Dos genialidades, una de Enric Gallego y otra de Chimy Ávila, rompieron la racha de siete encuentros sin conocer la victoria y alargaron cinco la de partidos sin perder y a tres la de duelos sin recibir ningún gol. Con todo ello, la salvación, a falta de que se complete la jornada, queda a cinco puntos y no solo eso, sino que los oscenses se echaron a la cama sin ser los colistas. En esta ocasión el plan ideado por Francisco salió a la perfección.

Se esperaba que volviese a menear su once en busca de la ansiada victoria y la previsión se cumplió. El técnico almeriense optó por mezclar el cemento con la pólvora. Es decir, atrás reforzó casi al máximo posible el espíritu defensivo. En la zaga repitieron Miramón, Etxeita y Galán, y Mantovani ocupó el hueco dejado libre por Pulido, aún no recuperado del golpe que le obligó a ser sustituido en Vallecas, precisamente, por el argentino.

En la medular, no entraron ni Moi Gómez, ni Melero, ni Juanpi, ni Rivera, que regresó a la convocatoria, pero no al once, tras su castigo. La pareja la conformaron Yangel Herrera y Musto, dos futbolistas de escaso perfil creativo y efectivos en la destrucción. La tarea de llevar el peligro hasta las inmediaciones del área armera recayó en Ferreiro por la derecha, mientras que Cucho y Chimy alternaron la banda izquierda y la retaguardia de Gallego. Eran ya dos partidos sin cantar un gol y para remediarlo se puso toda la carne en el asador.

Desde el primer minuto, el plan que se vislumbraba al conocerse quiénes serían los titulares quedó esclarecido. Mucha presión, mucha brega y juego vertical y rápido hacia arriba. El Huesca, adaptado al fútbol de los armeros, buscaba el avance con balones largos dirigidos a la testa de Gallego, que ejercía de faro, y, cuando no, galopaba por la banda. El balón parado era otro de los recursos para tratar de inquietar a Dmitrovic.

A la media hora de juego, las luces de El Alcoraz se apagaron, fueron apenas unos segundos de oscuridad, pero sirvieron como metáfora de lo que se estaba viendo sobre el terreno de juego. Ni uno ni otro contendiente generaba verdadero peligro, como si los futbolistas se moviesen entre tinieblas, además de bajo la lluvia. De hecho el primer aviso serio se produjo un minuto después. Cucho Hernández centró desde la derecha al palo corto y allí apareció Etxeita para mandar de cabeza el esférico a la intersección entre el poste y el larguero. Poco después, un pase de Galán entrelíneas desde el centro del campo llegó a los pies de Chimy al que se le cruzó Sergio justo cuando iba a fusilar al meta armero.

Fueron dos oasis dentro de un desierto de patodones y golpes, en el que el cuero y el césped se reconocieron en pocas ocasiones. Antes del descanso, Mendilibar, el técnico de los vascos, se vio forzado a realizar dos cambios, ambos por lesión. Kike dejó su sitio a Marc Cardona y marcho al hospital con la nariz fracturada, y Marí entró por Diop.

En el desenlace del primer acto, el Huesca consiguió trenzar. Un pase Galán, incisivo, se quedó a escasos centímetros de conectar con Gallego en la línea de gol y un centro de Miramón fue enviado alto por Cucho.

La segunda parte mantuvo en su arranque la misma atonía vivida hasta entonces. Nada más arrancar, Chimy rebasó en el borde del área a Dmitrovic, pero, escorado, el lanzamiento se fue alto. Daba lo mismo, la jugada estaba invalidada por fuera de juego.

Sin apenas creación sobre el cuadrilátero y con Melero, Moi y Juanpi calentando en la grada, solo una genialidad parecía poder inaugurar el marcador. Llegó y por partida doble. Cucho peleó con fe el balón y desde la línea de fondo tiró un pase raso que Gallego introdujo en la red de tacón. El VAR revisó, pero el gol subió al marcador.

La diana, como suele suceder en El Alcoraz, espoleó a los oscenses que entraron en efervescencia. Primero el colombiano tuvo un disparo centrado que no quiso entrar tras golpear en un defensa y después Chimy Ávila, ese hombre que vive un idilio con el gol, empalmó desde fuera del área un centro de Ferreiro en un saque de esquina de forma imparable y hasta irrepetible. En cuatro minutos, el careo se había puesto completamente de cara para los de Francisco.

El Eibar, que se presentaba situado ocho puntos por encima del descenso, dentro de su falta de entusiasmo por una cita en la que ya se jugaba nada o casi nada, trató de poner algo de ilusión. Su primer córner tras la reanudación lo disfrutó pasada ya la hora de juego y acabó en un lanzamiento lejano de Charles. También hay que decir en descargo de los vascos que las dos lesiones tan tempranas habían mermado enormemente el margen de maniobra desde el banquillo. En el 70, tratando de indicar a los suyos que había que ir a por el partido, Mendilibar empleó su último cambio para retirar a Pere Milla e introducir a Sergi Enrich.

El careo había quedado abierto. Había más huecos y el balón se desplazaba de un lado a otro con mayor fluidez. Los oscenses llegaban generando especialmente problemas por la banda derecha, pero faltaba algo más de rapidez mental para culminar.

La primera ficha que movió Francisco fue la de Cucho Hernández. El colombiano había cumplido con su papel y el entrenador juzgó que era el momento de Juanpi Añor. Más pausa y retención del esférico.

Los locales trenzaban. Musto se la dejó a Ferreiro, el gallego a Galán y el extremeño calibró mal su disparo. En el otro lado, Marc Cardona probó a Santamaría, que reaccionó bien. El meta navarro aún no había sido protagonista en el partido, pero también tuvo su oportunidad para el lucimiento. De nuevo ante el mismo oponente alargó una mano, cuando el balón ya parecía dentro.

Segundo cambio en las filas de la SD Huesca. En el 87, Chimy Ávila, ya vaciado se fue con el estadio puesto en pie y coreando por tercera vez en la tarde el "¡Chimy quédate!". Entró Melero, estuvo a punto de hacerlo también Moi Gómez, pero cuando ya estaba preparado en la banda, se abortó la operación.

Sustentado en la defensa como principal pilar y apoyado por el estado de gracia de Chimy y la brega incansable de todos los jugadores, el Huesca mantiene la fe. El domingo afrontará una nueva final. En esta ocasión en Villarreal. Creen los futbolistas y cree la afición que los despidió de nuevo con el "¡Sí se puede!".

Ficha técnica

SD Huesca: 2

SD Eibar: 0

SD Huesca: Santamaría; Miramón, Exeita, Mantovani, Galán; Musto, Herrera; Chimy Ávila (Melero, 87), Cucho Hernández (Juanpi, 74), Ferreiro; y Enric Gallego.

SD Eibar: Dmitrovic; De Blasis, Paulo, Sergio, Cucurella; León, Diop (Mari, 43), Escalante, Pere Milla (Enrich, 69); Charles y Kike (Marc, 40).

Goles: 1-0, min. 53: Enric Gallego. 2-0, min. 57: Chimy Ávila.

Árbitro: Medié Jiménez (Comité Catalán). Medié Jiménez (Comité Catalán). Amonestó a los locales, Gallego (24) Mantovani (37), Chimi Ávila (70) y Herrera (86), y al visitante Diop (31).

Incidencias: Partido de la 34º jornada de liga de Primera División disputado en El Alcoraz ante 6.157 espectadores.

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