Punto de liderato y esencia

El Huesca mostró de nuevo las cualidades de equipo acreedor del primer puesto en varios tramos del empate contra el Cádiz, señal esperanzadora pese a no seccionar el bache de resultados con un triunfo.

Un aficionado se dispone a chocar las manos con Gonzalo Melero a la llegada en la tarde de este martes del Huesca desde Cádiz.
Un aficionado se dispone a chocar las manos con Gonzalo Melero a la llegada en la tarde de este martes del Huesca desde Cádiz.
Javier Navarro

Cualquier resultado que se dé en un partido de fútbol está sujeto a diversos análisis a posteriori, confeccionados en función del escrutinio de lo sucedido y del producto final que refleje el marcador. Este sí que no deja lugar a las dudas cuando señala victoria, derrota o empate. No hay más categorías ni variaciones posibles; pero a la hora de la verdad, todos los estudios de una pugna balompédica confluyen en un mismo interrogante: ¿cómo se produjo? Por encima de otros apartados de obligada reflexión, ampliar el plano de las consecuencias y los datos que se desgranan en un encuentro no es factible si no se atiende al tratamiento de las acciones. Porque un empate, por ejemplo, puede resultar casi como una victoria o, en cambio, aportar más tinieblas que hilos de luz en virtud al negativo desarrollo de las historias que se hayan sucedido a lo largo de los noventa minutos de actividad. Para la Sociedad Deportiva Huesca, su última parada liguera en Cádiz (1-1) ha supuesto una igualada de marcada positividad que contiene dos matices importantes: el punto le ha devuelto al sillón presidencial de la categoría de plata y lo ha hecho, además, recuperando en muchas fases del choque la esencia del equipo ganador que se destacó con anterioridad en lo más alto de la tabla clasificatoria.

Que las oportunidades más claras del Cádiz-Huesca, fuera de los dos goles, se recogieran en los minutos 85 y 87 y tuvieran el equipo forastero como responsable de ambas ya es en sí mismo una buena síntesis de lo acaecido en el Carranza. Intención. Decisión. Voluntad. Fe. Y por supuesto, fútbol, aunque todavía sin la continuidad que ha sabido ofrecer en otros tramos del campeonato. De todo ello se suministró la escuadra aragonesa. Los de Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’ supieron hacerse con el control, golpear primero, aguantar la embestida cadista y completar una última fase vertiginosa con salidas claras al contragolpe. En definitiva, que el Huesca manejó varios registros dentro del propio encuentro, al que solo le faltó poner el lazo.

El retorno de efectivos en Cádiz, donde el equipo azulgrana pudo presentar el grueso de su plantilla, posibilitó que durante el transcurso del duelo mostrara nuevamente un nivel acorde al de su puesto de privilegio en el ático de la clasificación. En anteriores compromisos, las bajas habían ido minando su confianza y seguridad, por lo que el equilibrio definitivo en el Carranza, siempre un campo de extrema dificultad, es un canto de esperanza de cara al esprint final en Segunda.

La búsqueda del triunfo perdido no llegó a buen puerto a orillas del océano Atlántico y el empate en el estadio andaluz no seccionó con un corte limpio el bache de resultados en que sigue instalado el Huesca. Eso es así. Por mucho que las sensaciones llamen a la ilusión. Y es que con esta última ya son seis jornadas sin alcanzar la victoria (tres empates-tres derrotas), circunstancia que le ha hecho perder la ventaja respecto a la línea del ‘play off’ que fija el tercero. Llegó a ser considerable. Muy considerable (de hasta 11 puntos).

Ahora, los azulgranas se encuentran al frente del atasco organizado en la zona noble, que deja a los cuatro primeros clasificados separados por un fino umbral de tres puntos. Sin embargo, los altoaragoneses demostraron en Cádiz que la cesión del liderato al Rayo Vallecano, tras perder en casa contra el Sporting, no fue una puñalada a la moral del vestuario. Al contrario, constituyó un enérgico impulso que, unido a la derrota rayista en Gijón y a la posesión de un once de plenas garantías, ha reactivado al Huesca en una trinchera para el ascenso directo con superpoblación de soldados y de material bélico.

Entre los sucesos futbolísticos a remarcar tras el intento fallido de conquista en el Carranza, sobre todo en comparación con los anteriores compromisos ante el Reus (0-0) y el Sporting (0-2), reside en primer lugar el volver a marcar. Y también la salida de balón desde atrás. Rubi, ante los problemas sufridos en la segunda parte frente a los catalanes y en general todo el partido contra los asturianos, situó una línea medular con el triángulo mágico Aguilera-Sastre y Melero, más el apoyo de un jugador técnico como es Moi Gómez. Ello permitió descargar de responsabilidad a los centrales y que durante varios tramos se viera un Huesca ágil en la elaboración y circulación. No es extraño que Rubi acabara satisfecho: "Respecto a las ocasiones y la claridad, creo que hemos merecido algo más".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión