Real Zaragoza

La clasificación obliga a ganar

Con el equipo en zona de descenso, todo lo que no sea una victoria el sábado ante el Alavés supondrá el inicio de una indeseada crisis

La clasificación obliga a ganar
Aránzazu Navarro

Ante el Deportivo Alavés, el próximo sábado en la Romareda (18.15/La Sexta), al nuevo Real Zaragoza no le queda otra salida que obtener la victoria para evitar y diluir los problemas mayores que, en lo material y en lo anímico, anuncia su posición en la clasificación. No cabe otro resultado después de cuatro intentos fallidos de embocar el arranque de la competición por la senda de la calma y la confianza.


Esto es así porque los números están acabando paso a paso con la calma que ha reinado en las primeras cuatro semanas de competición alrededor del balbuceante Real Zaragoza del presente. La clasificación, juez objetivo que no admite interpretaciones, ha introducido inexorablemente un perceptible estado de preocupación dentro y fuera del vestuario zaragocista, en el seno y alrededor de el club, en la propia afición.


La jornada 5ª, que trae al Alavés a la Romareda en el segundo partido consecutivo como locales, va a acometerla el Real Zaragoza ya en posición de descenso. Cuarto por la cola. Una consecuencia inevitable al no haber sido el equipo capaz de atar una sola victoria en los primeros cuatro compromisos ligueros dirimidos ante el Recreativo de Huelva, Osasuna, Barcelona B y Sabadell.


Y este detalle indeleble, por más que desde que a finales de julio se instaurase un nuevo estado de ilusión, respeto por la nueva propiedad de la SAD y fe ciega en el renacer del equipo pese a las enormes dificultades de todo tipo que lo acucian, produce vértigo y desazón por propia naturaleza futbolística. No solo en buena parte de la hinchada, a la que los fantasmas del sufrimiento del pasado reciente les vuelven a nublar la vista sin paliativos. También dentro de los despachos de la dirección del club. Las declaraciones de Ángel Martín González, el director deportivo, en la presentación del último fichaje –Tato– el pasado martes no escondieron su resquemor. "Nos está costando arrancar más de lo que esperábamos", dijo el ejecutivo madrileño sin querer ahondar más en el grado de intranquilidad que se vive en el club.


Hasta el pasado sábado por la noche, el estado de tranquilidad tácito que desde todos los flancos se había mantenido mientras la plantilla se terminaba de perfilar contra el reloj y en precaria situación financiera, no tuvo ningún elemento distorsionador que perturbase la vigencia de ese pacto de connivencia con el equipo y su entorno. Desde el final de la jornada, en la que el Zaragoza cayó a la zona de descenso a Segunda B por la pura inercia de la falta de puntos, la clasificación genera un ruido inevitable. Víctor Muñoz y los jugadores ya no tienen colchón de seguridad ambiental y, de puertas adentro, todos son sabedores de tal riesgo.

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