Redactor de HERALDO DE ARAGÓN en la sección de Deportes.

Que acabe ya el sufrimiento

Entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva para preparar el partido contra el Racing de Santander
Víctor Fernández, durante el entrenamiento del viernes en la Ciudad Deportiva.
Toni Galan

Las vistas, la brisa marina, el olor a salitre… Santander es una ciudad de disfrute, de relajarse y dar un paseo por la playa de El Sardinero, pero el zaragocismo no está para playas ni paseos. Los alrededor de 400 desplazados a tierras cántabras, a través de los viajes fletados por el club o por cuenta propia, solo piden que termine ya la agonía. Que no haya que llegar a la última jornada para rubricar la que sería la salvación más tardía de esta presente etapa en Segunda.

Ganar este domingo (18.30, en horario unificado para toda la categoría) sería definitivo. El Real Zaragoza depende de sí mismo, como recordaba Víctor, y esto siempre hay que contemplarlo como un aspecto positivo. No tanto por la confianza que transmite el equipo, que acumula cuatro partidos consecutivos sin ganar y con evidentes muestras de impotencia, sino por la situación de los demás.

Depender de uno mismo, cuando no hay enfrentamientos directos de por medio, significa que los rivales están peor que tú. Algo que, atendiendo a los puntos que hay en juego (seis) y a la dificultad de los careos que afrontan el Amorebieta, el Alcorcón y el Mirandés, a los que les toca medirse al Espanyol, al Levante y al Albacete respectivamente, resulta crucial.

Esto no quiere decir que el Zaragoza no pueda vencer este domingo en Santander. Ya lo hizo en Huesca, en otra situación de riesgo máximo, y al espíritu de aquel único triunfo en las últimas 16 salidas deben agarrarse unos jugadores que, como decimos, no estarán solos en tierras cántabras.

La afición responderá, una vez más, confiando en que esta pesadilla termine. Nadie está preparado para soportar un desenlace de infarto en La Romareda, dentro de una semana, ni mucho menos para la catástrofe que supondría un desplome al tercer escalón del fútbol profesional.

Ganen y dejen que la gente marche tranquila a la playa. A la de El Sardinero o a la que gusten. Que llega junio, el calor, y no hay espacio para más sufrimiento...

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