El Real Zaragoza comienza a atreverse

Dentro de las dudas, irregularidades y defectos expresados por el Real Zaragoza de Víctor Fernández en su debut con derrota contra el Espanyol; al equipo se le apreciaron otras intenciones y otros ánimos a la hora de relacionarse con la pelota. Los futbolistas jugaron algo más desencorsetados y desacomplejados. Desde esa liberación, se buscó más el pase interior, relacionarse más mediante el juego combinativo y, sobre todo, asumir riesgos desde el uno contra uno.

En este sentido, la prueba del algodón fueron los 24 regates que intentaron los futbolistas del Real Zaragoza contra el Espanyol. Es el número más elevado de regates intentado en un partido del equipo esta temporada. Otra cosa fue la tasa de éxito en ese desequilibrios, pues solo se completaron 8, un 33%. En todo caso, el dato exhibe, como muchas otras facetas del juego propuesto por Víctor Fernández contra el Espanyol, al menos, un cambio de intenciones. “No podemos ser un equipo cagón. Jugaremos con atrevimiento y valentía. Tenemos que llegar hasta donde nos permitan nuestras posibilidades técnicas», advertía el entrenador en las horas previas del partido.

Ese mensaje se trasladó en el campo en una mayor toma de riesgos. Aunque se concretó poco, la voluntad del equipo fue otra. Esto se percibió, por ejemplo, en el número de regates intentados. Fue el partido de la temporada en el que el Zaragoza más buscó, después de los 22 en Eibar con un 50% de éxito; los 20 (50%) en casa contra el Real Oviedo, y los 19 (31,6) en Burgos.

Como referencia, el Zaragoza había intentado, en sus anteriores jornadas, 17 (47%) contra el Valladolid, 10 (50%) frente al Amorebieta, 15 (53,3%) contra el Villarreal B o 9 (55,6) frente al Cartagena.

Frente al Espanyol, fue Germán Valera el líder en esta faceta. Aunque concretó poco y solo completó dos regates, intentó 7. Fue el futbolista, también por condiciones, a quien más caló el nuevo mensaje. Víctor Fernández lo sacó del carril izquierdo, y lo puso en el derecho, más cerca del área rival, restándole metros de esfuerzo y aumentándole la incidencia ofensiva. En la segunda parte, pudo observarse esa mejor versión de Valera. El segundo jugador que más regates intentó fue Liso. Le bastó poco más de media hora para buscar 5, aunque no completó ninguno. En todo caso, es una pincelada de las características del fútbol vertical del canterano. También Sinan Bakis intentó 5, culminando solo uno. Alejandro Francés, por su parte, fue el más efectivo en esta faceta: completó dos de los tres regates intentados. Buenos números para un central. Santiago Mouriño buscó 2 y concretó 1. Y tanto Maikel Mesa como Quentin Lecoeuche completaron el regate que intentaron.

Como se ve, el Zaragoza empezó más cosas de las que acabó. Las capacidades de la plantilla dirán si, en los próximos partidos, el equipo gana más de esos duelos. Las intenciones son otras, y eso ya es un paso. A lo largo de la temporada, entre las propuestas de los entrenadores y las condiciones de sus futbolistas -no abundan los jugadores de desborde y desequilibrio en el vestuario-, el Zaragoza se ha convertido en uno de los equipo menos regateadores de Segunda. Es el sexto que menos intenta (14 por partido) y el cuarto que menos ha completado (6 por partido) de toda la categoría.

En la temporada, Germán Valera está siendo el único zaragocista con buenos números de regate, con 96 intentados y una tasa de acierto del 40%, muy por encima de los 31 de Iván Azón (30%) y los 30 de Manu Vallejo (30%).

Esta falta de desborde individual a la hora de generar ventajas es una de las razones detrás de la probreza ofensiva del Real Zaragoza a lo largo de todo el campeonato. Una de los desafíos de Víctor Fernández es solucionar este problemas, entre otras cosas, elevando el atrevimiento de sus jugadores a buscar acciones de talento individual.