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El Real Zaragoza vive un lunes de evaluación y análisis de los problemas que siguen activos

Víctor Fernández y la plantilla tocan tierra después de una semana de emociones extraordinarias que se apagaron en seco con la derrota por 0-1 ante el Espanyol: la racha es demasiado negativa para mirar hacia otro lado.

Víctor Fernández, camina solo por el campo de entrenamiento.
Víctor Fernández, camina solo por el campo de entrenamiento.
Francisco Jiménez

Silencio. Rostros mucho más apagados que en los últimos 6 días. Los titulares, en el gimnasio. Los suplentes o quienes jugaron muy poco, ejecutando ejercicios suaves clásicos de las sesiones de lunes, las llamadas pos partido. La Ciudad Deportiva acogió el primer entrenamiento del Real Zaragoza tras el nuevo traspié sufrido el domingo en La Romareda ante el Espanyol (0-1). 

El equipo, Víctor Fernández y su cuerpo técnico por un lado, los futbolistas por otro tangencial, vive un lunes de evaluación y análisis de los problemas que siguen activos. Y son muchos y severos.

Todos los protagonistas han tomado tierra después de una semana, la pasada, repleta de emociones extraordinarias que se apagaron en seco con la derrota ante los españolistas el domingo por la tarde: la racha es demasiado negativa para mirar hacia otro lado, como sí se hacía en las últimas semanas de Julio Velázquez al frente del banquillo. Un tiempo excesivamente largo perdido y tirado por el sumidero que ahora vendría muy bien para tratar de reparar tanto como hace falta. 

Los fisios y el cuerpo médico han de ver de cerca la evolución física de quienes jugaron ante los catalanes después de un tiempo sin hacerlo con tanta exigencia y se fueron a casa con molestias: Bakis, que fue suplido en el minuto 66 después de haber sido titular 4 meses y medio después de la última vez (en Burgos, en octubre); Lecoeuche, que abandonó el campo con problemas físicos cuando el partido ya casi concluía; Valera, que se marchó en el 86 cojeando tras una carrera explosiva que recordó la que le generó la importante lesión muscular el día del Levante y que lo dejó en la enfermería varias semanas; incluso Francho, que en una incursión sintió un resentimiento en la zona de la planta de un pie donde viene sufriendo hace días una fascitis, lo que llevó a su sustitución también antes del pitido final, en el 86.

Este martes es día de descanso. Una fecha relevante para reordenarlo todo. Las ideas, los planteamientos, los diagnósticos futbolísticos tras este primer test con marcador adverso frente al Espanyol, los reconocimientos médicos de los tocados, los pareceres de los propios protagonistas (Mouriño sufrió en el nuevo puesto de lateral derecho, al menos aquí en su estancia en Zaragoza, no así en su pasado en Uruguay) o la puesta en común de los diferentes puntos de vista técnicos sobre lo que supo y pudo dar de sí este equipo tan viciado de las dos etapas anteriores con Escribá y Velázquez. 

Pareció un lunes rutinario. Pero no lo fue. Después de trabajar cuatro días en un estado cercano a la levitación ambiental, Víctor Fernández es consciente (más sabe el diablo por viejo...) de que el siguiente partido en Miranda de Ebro adquiere un valor supremo. La permanencia, con 'solo' 37 puntos en el haber, aún hay que ganársela. Y lo que el equipo dio de sí ante los españolistas siguió siendo insuficiente. 

De todo esto se empezó a hablar este lunes en la Ciudad Deportiva. Se continuará debatiendo sobre ello el miércoles. El equipo es conocedor del berenjenal en el que se ha metido. Llegan días de máxima personalidad y responsabilidad profesional en cada uno de sus componentes. 

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