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Un lateral-carrilero izquierdo sin dueño en el Real Zaragoza

Julio Velázquez ha alineado a cuatro jugadores distintos en la posición, solo uno especialista, en las últimas cuatro jornadas.

Quentin Lecoeuche, en el ensayo de este jueves.
Quentin Lecoeuche, en el ensayo de este jueves.
Rubén Losada

Frente al Eibar, fue Víctor Mollejo el alistado como carrilero izquierdo, tal y como había jugado prácticamente todo el mes de enero. Contra el Cartagena, fue Francés quien se desempeñó en el sector del lateral izquierdo de una línea defensiva estructurada con cuatro futbolistas (ese día Mollejo defendía como centrocampista de banda) hasta que Velázquez, en la segunda mitad, activó la rueda del caos posicional. En Villarreal, en la visita al filial amarillo, Lecoeuche asumió el cargo de lateral del flanco zurdo. Y, contra el Amorebieta, con el regreso formal del esquema con tres centrales y carrileros, el turno en ese espacio le correspondió a Germán Valera. Cuatro nombres distintos en cuatro partidos diferentes en un mismo espectro posicional en los planes iniciales de Velázquez. Planteamientos, casi siempre, alterados al descanso de esos partidos. 

Esta agitación en la posición remarca su inestabilidad, incertidumbre y debilidad. La falta de convicción de Julio Velázquez en una figura de continuidad para las funciones de lateral izquierdo o de carrilero, en función de su decisión de ese día en la configuración táctica del equipo. El Zaragoza tiene un problema en la posición, pero la tiene desde hace meses. Exactamente, desde que, en septiembre, Carlos Nieto se partió el tendón de la musculatura isquiotibial de su pierna derecha en un desafortunado mal apoyo cuando el Zaragoza visitó al Cartagena.

Aquella lesión se solapó con los problemas físicos de Lecoeuche, a medio gas durante la pretemporada por culpa de una fascitis plantar y que, además, sufrió ese mismo día una dolencia muscular. De pronto, Escribá se vio sin laterales izquierdos y debió reclutar para el puesto a Andrés Borge. Esta crisis en la posición tuvo un impacto severo en el equilibrio ofensivo del equipo. Una de las razones por la que el Zaragoza perdió contenido en ataque, amplitud y profundidad fue esta. Luego, Lecoeuche se asentó en el puesto: jugó ocho jornadas seguidas como titular, hasta que en Albacete, en el debut de Velázquez, se lesionó de nuevo.

Fue un momento crítico en la temporada del Zaragoza. El club aguardaba a enero para firmar un lateral izquierdo que completara la rotación. Desde septiembre, era una luz de aviso encendida en el salpicadero del cuadro de mandos de Cordero. Pero, mientras tanto, Velázquez debió tomar decisiones. La ausencia de lateral izquierdo es una de las razones -no la única- por las que el transformó al equipo sobre el sistema con tres centrales y dos carrileros. Los problemas en una posición colaboraron a esa metamorfosis. Fue Valera a quien Velázquez reconvirtió a carrilero. Sin embargo, antes del parón, también sufrió una rotura de fibras, contra el Levante. Mollejo -hasta entonces delantero centro por las bajas de Bakis y Azón- pasó a ese carril zurdo, coincidiendo, tras la Navidad, con el regreso del ariete canterano.

Pero se produjo, en enero, un terrible error de cálculo en la dirección deportiva: después de cuatro meses con una necesidad pendiente, no se fichó lateral ni carrilero izquierdo. Se consideró que con Lecoeuche -el único especialista- recuperado, las opciones de Valera y Mollejo en el sistema de carrileros que marcó la pauta del mercado invernal, o la eventual aportación de Francés o Borge se podía pasar el curso. El resultado de esa planificación se ve ahora: ninguno de ellos se consolida en el puesto. Entran y salen del once con ligereza, como en las últimos jornadas: Mollejo, Valera, Francés y Lecoeuche, al comienzo o durante los partidos, desfilan por la pasarela izquierda. 

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