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Julio Velázquez está en sus números

El rendimiento del entrenador es similar al manifestado en los equipos previos a su llegada al Real Zaragoza. Su bajo promedio de puntos (1,15) está en el rango ofrecido en su inestable periodo en los banquillos de los últimos ocho años. 

Entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva tras la derrota ante el Amorebieta
Entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva tras la derrota ante el Amorebieta
Ruben Losada/FotografiArte

La crisis en torno a la figura de Julio Velázquez es la consecuencia del desplome de un equipo que no ha terminado de alcanzar el ritmo de puntuación para el que se le encomendó el cargo tras la destitución de Fran Escribá en noviembre. Con mucha temporada aún por delante y las posiciones altas de la clasificación en una categoría incierta e igualada aún a mano, el desafío de Velázquez era ofrecerle al equipo, más allá de unas garantías competitivas, el suficiente músculo para ganar partidos. Es decir, construirle una dinámica alcista, vencedora y aspirante a las seis primeras plazas, objetivo fijado por los rectores principales del club: el presidente Jorge Mas y el director general Raúl Sanllehí así lo hicieron en diciembre.

Sin embargo, lejos de remontar el vuelo y darle al equipo una puntuación de ascenso, el Real Zaragoza se ha derrumbado. Ya tiene más cercanas las posiciones de descenso que la sexta plaza. Un declive alimentado por el balance de Velázquez: en 13 jornadas, ha ganado solo 3 partidos, empatado 6 y perdido 4. Es decir, su cómputo es negativo: 15 puntos de 39 posibles, un promedio deficiente de 1,15 puntos por partido. Realizando una prospección, el rendimiento extraído por Velázquez supondrían 48 puntos a temporada completa. Unos números de permanencia amenazada, raspada, por debajo del umbral de los 50.

Estos datos del entrenador pucelano, no obstante, no se desmarcan gran cosa de sus anteriores clubes. En sus experiencias previas a desembarcar en el Real Zaragoza, los equipos de Velázquez se movieron siempre en esas dinámicas de mínimos. Esa información acentuaba el riesgo de la apuesta por un técnico de la trayectoria de Velázquez. El director deportivo Juan Carlos Cordero entendió en noviembre que, más allá de ese recorrido irregular, el potencial supuesto de la plantilla le permitiría al entrenador elevar sus números y acercarlos a sus mejores experiencias como técnico, que se remontaban a una década: su paso por el Villarreal (1,45 puntos) con la misión del ascenso; su mejor obra, Murcia (1,53); y su gran reto del Betis (1,69).

Así, en el Zaragoza, Velázquez fue designado como empeño personal de Cordero, quien ya estuvo muy cerca de llevarlo al Granada y al Tenerife. Por encima de los datos objetivos y análisis profundos, Cordero optó por la proximidad personal con un entrenador con el que siempre ha estado muy bien relacionado. “La propuesta sale de mí. Lo conozco desde hace varios años”, señaló el director deportivo en su presentación.

Velázquez estaba sin equipo tras finalizar su contrato el pasado verano en el Fortuna Sittard holandés, conjunto al que salvó del descenso en la Eredivisie. Era su séptimo equipo desde 2015. Sus promedios de puntos en este periodo más reciente de su trayectoria eran los siguientes: Belenenses (1,32), Alcorcón (1,24), Udinese (0,69), Vitoria Setubal (0,90), Maritimo (0,96), Alavés (1,13) y Fortuna Sittard (1,25). Como se observa, son ritmos de puntuación muy similares a sus 1,15 actuales en el Real Zaragoza, pero muy alejados de los que requería el equipo aragonés.

En todo caso, el contexto de cada uno de esos proyectos es relevante en el análisis. A excepción de su fallido paso por el Udinese, donde el equipo de la familia Pozzo -vinculada al Granada en el que había trabajado Cordero- aspiraba a puestos europeos en la Serie A; los demás equipos de Velázquez eran de perfil medio o bajo en sus competiciones, y tenían, principalmente, la permanencia entre sus objetivos, o bien el técnico había sido incorporado en urgente misión de rescate con la temporada ya empezada. Es decir, manejaba escuadras que miraban más abajo que arriba de las clasificaciones, conjuntos más marcados por las limitaciones que por las capacidades, cuestión clave a la hora de contextualizar planteamientos, modelos de juego, enfoques… En esos proyectos casi siempre sacó Velázquez lo justo que podía sacar, las puntuaciones mínimas para cumplir sus objetivos. 

De esos clubes, o fue despedido, o decidió no renovar, o acordó salidas voluntarias… Nunca echó raíces. Hasta que el Zaragoza le abrió la puerta en noviembre, la inestabilidad y la agitación habían venido marcando la carrera de un entrenador con una cartilla de servicios extensa y heterogénea, con 13 clubes y cuatro países distintos pese a tener aún solo 42 años. Pero no solo de vestuarios cambiaba Velázquez: también de agentes y representantes, de componentes de cuerpo técnico… Varias fuentes que han trabajado o tratado con él lo atribuyen a su enérgica personalidad y un carácter complejo. 

El técnico sumaba, además, desde su etapa en el Alcorcón, cinco años fuera de la rueda de entrenadores de Segunda, una categoría que ha cambiado mucho desde entonces y que conviene tenerla bien actualizada y digerida. 

El contexto de Velázquez, a su firma por el Zaragoza, era conocido y bien sabido. Ahora, poco más de tres meses de aquello, está ya en la cuerda floja. 

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