real zaragoza

Real Zaragoza: de vuelta a la tierra

El Zaragoza se encontró con un rival varios cuerpos superior en todos los niveles para caer ocho jornadas después y descubrir cuál es la actual altura de su fútbol

Partido Eibar-Real Zaragoza, de la jornada 26 de Segunda División
Partido Eibar-Real Zaragoza, de la jornada 26 de Segunda División
PRENSA2

El Real Zaragoza vio al Eibar caerle encima como un asteroide llegado desde varios años luz: justamente la distancia que separa el fútbol de un equipo y otro. Los aragoneses compiten y manejan ciertos recursos del juego, pero los armeros exhibieron otro nivel. En el plano colectivo e individual, están en una dimensión a la que el Zaragoza no llega aún por una sencilla razón: la calidad, tanto táctica como personal. Esta vez nadie regaló goles. Con eso, el cuadro de Velázquez fue devuelto a la tierra como uno más del ancho batallón que conforman los aspirantes y el Eibar lució el cuerpo de quien es un claro favorito al ascenso a Primera por la vía rápida.

De este modo, se puso fin a la dinámica invicta de las últimas ocho jornadas. Fue un rival de juego superior el que le descubrió a Julio Velázquez la verdadera estatura del fútbol que propone. Sobre todo, en una primera mitad en la que el Zaragoza fue danzado y sometido por la sinfonía eibarresa.

Lo hizo al compás de la superioridad individual de jugadores verdaderamente diferenciales, como Matheus Pereira, Aketxe, Soriano o Stoichkov. Todos ellos una especie que el Real Zaragoza no tiene: todos ellos son futbolistas que mejoran y enriquecen las jugadas cuando la pelota pasa por sus botas, especialmente en la región de los tres cuartos de campo, allá donde se separa el grano de la paja.

Los buenos jugadores se tienen o no se tienen -o se fichan o no se fichan-, pero el Eibar es algo más: su propuesta, intención y desarrollo del juego, todo aquello que tiene que ver con lo táctico y los estratégico, también se eleva ahora a un peldaño al que el Zaragoza no le alcanza la mano. Entre unos jugadores de alto nivel y un entrenador con una idea verdaderamente ‘proactiva’, atrevida y coherente; el Eibar demostró situarse en otra galaxia en el juego ofensivo, en el uso de la pelota, en el plano creativo, en calidad colectiva, en intención atacante, en altura y ejecución de la presión… Un mundo que al Zaragoza se le queda lejos, en gran parte, porque es un equipo, todavía, al menos ante adversarios de este tamaño, con serios problemas de generación ofensiva. Le cuesta progresar el juego y abrirse paso hacia el área, y, cuando lo hace, se disuelve, incapaz de imponerse en esa zona en la que el fútbol cobra sentido.

Más allá de la mayor o menor calidad de unos y otros, el Zaragoza le puso al Eibar en la primera parte todo tipo de facilidades con el planteamiento de Velázquez, incapaz de descifrar la presión intermedia de la tela metálica de cuatro futbolistas que le preparó Etxeberría mientras el Zaragoza metía gente por detrás de la línea pelota y se ahogaba en su defensa. Corrigió el técnico, y mejoró el Zaragoza, se mantuvo vivo en el duelo y lo compitió, desactivando el baile local. Pero exigiendo poco al Eibar en su área, solo con un remate a portería y poca claridad ofensiva. Eso sí, estuvo vivo porque Badía en la primera parte sacó una mano prodigiosa. Y estuvo vivo, porque el Zaragoza tiene limitaciones muy evidentes, pero mantiene cierta compostura defensiva, amor propio y agitación. Por eso, aunque el Eibar le queda lejos, otros equipos del pelotón ordinario de la categoría no lo están tanto.

Después de ocho jornadas sin perder (tres victorias y cinco empates), el Zaragoza quizá encontró en Ipurúa dónde está su lugar en la Segunda División.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión