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Francho, un zorro entre la nieve
Su gol cambió un partido frío y plomizo ante el Andorra. El centrocampista canterano firmó uno de sus mejores partidos de la temporada. Ofreció despliegue e inteligencia al servicio del equipo.
El zorro apareció entre la nieve. En una tarde fría, plomiza por el planteamiento del Andorra y la falta de agresividad del Real Zaragoza, Francho Serrano sorprendió con un gol que cambió el partido. Al filo del descanso. Cuando más duele. Con la astucia que caracteriza al canterano, gracias a una acción en la que, al fin, el equipo de Julio Velázquez se fue arriba en busca de su rival.
Hasta entonces, se estaba jugando a lo que querían los del Principado. Más bien a nada. Porque, para que haya espectáculo no basta el topicazo de «somos un equipo al que le gusta tener la pelota». También hay que moverla con cierta velocidad y profundidad. Si no, el fútbol se convierte en lo que vimos durante casi toda la primera parte.
Pero todo es respetable. Al igual que el Zaragoza, tras un inicio enérgico, decidiera esperar y esperar mientras Dani, Adri y Jandro (guardameta, central y medio centro) tocaban entre ellos intentando desesperar a los blanquillos y, sobre todo, a unos aficionados hartos de lo que estaban presenciando.
Y entonces llegó el 1-0. Esa jugada en la que Iván Azón, Marc Aguado y Francho Serrano apretaron de verdad la salida de balón andorrana, y este último, tras robar en la frontal, soltó un zapatazo de empeine que se coló cerca del poste izquierdo, junto a la nieve acumulada del viernes.
El equipo lo necesitaba. El zaragocismo que tiritaba sobre butacas de hielo, también. Y a partir de ahí, el encuentro fue otro. Más abierto. Con alternativas para ambos conjuntos. Con el brío que merecen los espectadores que, apenas 20 horas antes, habían sido maltratados por los de arriba con esa rocambolesca -por las formas- suspensión.
Genialidad de Gámez
Faltaron los que ya habían hecho planes de fin de semana. También los que prefirieron quedarse en casa por el temporal. El resto disfrutó de una victoria crucial en casa, consumada gracias a un segundo tanto de Fran Gámez. A un golazo de un defensa que nos ha malacostumbrado a remates inverosímiles, de delantero caro, como la tijereta que firmó este sábado.
Todo, después de un lanzamiento de falta de Toni Moya que hace tiempo que no se veía por aquí, y que fue contemplado con el mismo asombro que la nevada de final feliz. Para el Zaragoza, claro. Que fue el que más quiso en un choque en el que el Andorra no pasó de buenas intenciones. Muy justitas. Como el fuera de juego que evitó que el triunfo se redondeara con el 3-0 de Maikel Mesa en otra buena acción a balón parado. Como las fuerzas con que los visitantes afrontaron la recta final mientras Francho, el zorro, seguía corriendo y corriendo.
Fue uno de los partidos más completos del centrocampista. Por la importancia del gol, pero, sobre todo, por su capacidad de romper líneas -de improvisar al fin y al cabo- en un duelo de pizarras. Julio Velázquez frente a Eder Sarabia. Dos técnicos tan distintos y, a la vez, tan iguales. Distintivo del fútbol actual. Tan avanzado que cuesta entender que el viernes, mientras los canales de La Liga mostraban que el Real Zaragoza-Andorra había sido suspendido definitivamente, hubieran seguidores en la grada sin saber qué estaba ocurriendo…
Cuentan que los directivos del club pirenaico presionaban para que se disputase. No así el entrenador. Y eso que, a tenor de su propuesta, poco hubiese influido que se jugase en una superficie o en otra…
