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Azón y Lluis López, novedades en el Zaragoza, con La Romareda lista para el fútbol
Julio Velázquez introduce dos cambios en la formación de cara al partido contra el Andorra.
La Romareda limpia de nieve, un sol radiante, resacoso frío de temporal invernal… Unas horas después de los previsto tras la accidentada jornada de viernes debido a la nevada de la borrasca Juan, el Real Zaragoza recibe al Andorra, en partido aplazado y mantenido en una horquilla temporal razonable para no causar más alteraciones al calendario de la competición ni al rival andorrano.
La cita, marcada por esa suspensión, trae un Zaragoza al que Julio Velázquez le da alguna pincelada nueva, con la inclusión de Lluis López por el sancionado Jair Amador y de Azón por Lecoeuche. Queda por ver la estructura táctica que adopta el equipo, si conserva con la defensa de tres centrales con carrileros o se emprende un giro hacia otras fórmulas. Así, el Zaragoza sale con: Badía; Gámez, Mouriño, Lluis López, Francés; Aguado, Francho, Moya, Maikel Mesa; Mollejo y Azón. En la suplencia aguardarán los siguientes futbolistas: Poussin, Rebllo, Jaume Grau, Bermejo, Manu Vallejo, Leocoeuche, Sergi Enrich, Vaquero, Cuenca, Andrés Borge y Mañas.
Por su parte, el FC Andorra de Eder Sarabia apuesta por cambios, y apunta a transformar su 4-3-3 en una formación 5-3-2. Alinea así a dos delanteros centros: el recién llegado Karrikaburu y el gigantón Scheidler, aguda apuesta ante una defensa que viene flojeando por arriba y que, encima, pierde el juego aéreo defensivo de Jair Amador. Sarabia sale con Dani Martín; Petxarromán, Pastor, Adriá Vilanova, Marsá, Pampín; Iván Gil, Sergio Molina, Jandro Orellana; Karrikaburu y Scheidler. En el banquillo, estarán Ratti, Oier, Leal, Samper, Álvaro Martín, Diego González, Álex Calvo, Bover, Arroyo, Moreno e Íker Benito.
Fría tarde en La Romareda, con cinco grados, ante un duelo dirigido por Cid Camacho, el colegiado que gestionó la suspensión. El césped presenta un estado razonable después de la nevada previa y los trabajo de la noche del viernes, que se extendieron hasta las cinco de la madrugada, con el objetivo de que la capa de nieve no se congelara.
