La nieve aplaza el Real Zaragoza-Andorra, que aún no tiene fecha de celebración

La Jueza de Competición de la RFEF debe decidir cuándo se juega el partido, que quedó suspendido cuando ya habían entrado varios cientos de aficionados.

Limpieza del campo de La Romareda tras la nieve.
Limpieza del campo de La Romareda tras la nieve.
Toni Galán

La nieve ha aplazado este viernes el partido Real Zaragoza-FC Andorra, de la jornada 23, programado para las 20.30 en La Romareda. La espectacular nevada que comenzó a caer sobre la capital aragonesa en torno a las 14.00, que alcanzó dimensiones importantes a las 15.30 y no cesó de precipitar hasta pasadas las 21.30, cubrió el césped del estadio municipal en muy poco tiempo de un manto de hasta 8 centímetros que, con el devenir de los acontecimientos, acabó siendo impedimento para la disputa de este duelo liguero.

Desde que todo el mundo se dio cuenta de que la nevada era de unas consecuencias muy superiores a las previstas en cualquier pronóstico meteorológico emitido en las horas previas y hasta que se decidió suspender el partido (en torno a las 21.00), transcurrieron seis horas sin precedentes en la historia del Real Zaragoza. Extraordinarias en toda su extensión, con la nieve de por medio, y con infinidad de detalles rayanos con el esperpento más genuino.

En primer lugar, el club zaragozano, fruto de su ubicación geográfica (poco más de 200 metros de altitud sobre el nivel del mar, de sus modelos históricos de nevadas desde los tiempos de los romanos (escasas, esporádicas), no dispone de material ‘ad hoc’ para estos casos. Lo ocurrido ayer fue un episodio anómalo que, cuando requirió de herramientas para despejar la nieve con celeridad, no estuvieron a mano, ni en cantidad ni en eficacia. Por este lado, poco que reprochar al Real Zaragoza, que hizo lo que pudo, al trote, según vinieron las cosas y las exigencias del caso.

Los operarios tratan de limpiar el césped del estadio a toda velocidad para que el partido Real Zaragoza-Andorra se pueda jugar cuanto antes.

Por otro lado, en un pequeño tramo temporal de 15 minutos, sobre las 17.00, confluyeron en las conversaciones y disquisiciones entre los responsables de La Liga, los árbitros, los dirigentes y ejecutivos de los dos equipos y la empresa de televisión que tiene los derechos de transmisión una serie de factores que enrevesaron la solución con un nudo marinero de imposible retorno.

La Liga, de entrada, dijo que la prioridad era jugar. Que había que hacer todo lo posible para ello. Los árbitros enseguida esgrimieron el problema del VAR (videoarbitraje), cuyos basamentos técnicos para cubrir con seguridad las jugadas polémicas desde la sala VOR de Las Rozas (Madrid) necesita que se vean las líneas del campo con nitidez, perfección y continuidad. Y eso, con el campo blanco por completo, no se daba. Así que, o se limpiaban convenientemente esas referencias horizontales y se calibraban bien las cámaras que el VAR utiliza para su delicada misión o no iba a ser posible el partido.

Paralelamente, la tele, Movistar (Vamos), adujo enseguida un inconveniente logístico serio: las unidades móviles instaladas en los aledaños de La Romareda para emitir la señal del partido, según sus cuadrantes de trabajo de cada fin de semana, este sábado estaban programadas para cubrir el duelo Espanyol-Villarreal B en el estadio Cornellá-El Prat de Barcelona. Es decir, al concluir el partido de Zaragoza, tras desmontar todo el cableado y dispositivos técnicos de La Romareda, debían acometer el viaje a la ciudad barcelonesa durante la madrugada para seguir su servicio.

Y de las dos patas restantes del banco, el Andorra mostró siempre una postura favorable a jugar el partido, aunque fuera en un terreno de juego muy alterado por la nieve, mientras que el Real Zaragoza siempre sostuvo que era una barbaridad, un riesgo enorme para los futbolistas y, sobre todo, una falta de respeto monumental para sus abonados y aficionados (que en su mayoría no iban a poder acudir a las gradas), afrontar este duelo liguero en un escenario tan adulterado y arriesgado como era anoche La Romareda nevada.

En este batiburrillo de intenciones, intereses, pareceres y opiniones diversas se movieron todos los hilos hasta el final de la película surrealista, que tuvo lugar a las 21.00 con la suspensión definitiva.

Hubo más de hora y media donde lo que trascendía desde los focos de decisión era que se jugaba seguro, aunque fuese con una demora de una o dos horas. A La Liga y a la televisión le daba igual que el choque, programado a las 20.30, pudiera iniciarse a las 22.30 si era preciso.

Por eso se mandó limpiar la nieve de la superficie del campo. Se trajo un pequeño tractor con una pala frontal y, poco después, otra pequeña máquina para desbrozar las líneas. Operarios del club buscaron palas de mano por doquier, varias decenas. Era imprescindible dar el sostén necesario al VAR para que hubiera partido. Sin VAR, no era posible. La primera limpieza de las rayas, que se hizo manualmente en torno a las 17.30, quedó cubierta por más nieve en una hora. El VAR se quejó desde Madrid. No se podían borrar las referencias. Si no, no sirve.

La plataforma televisiva presionó para que su material móvil, sus camiones de transmisiones, dieran la cobertura prevista en Zaragoza (jugándose el partido, por lo tanto) y no les obligara a ponerse en marcha urgentemente a horas intempestivas para buscar una posible brigada que cubriera el partido Espanyol-Villarreal B de esta tarde en Barcelona, lo que acabó sucediendo al tener que dormir los camiones desplazados a La Romareda esta noche pasada a la espera de saber cuándo se disputa finalmente el Real Zaragoza-Andorra de la discordia.

Mientras tanto, pisando la propia nieve en el estadio, el Andorra empezó a mostrar su enfado con la actitud del Real Zaragoza, pues consideró que el interés de los zaragocistas por solucionar el imprescindible problema de la retirada de la nieve era escaso, cercano a nulo. Ellos querían que el partido se llevara a cabo. Y en el seno de la entidad aragonesa, desde un principio, no se vio con buenos ojos acometer un partido de fútbol en estas condiciones tan adversas. Hubo alguna manifestación ‘sotto voce’ de los dirigentes zaragocistas en la que mostraron su contrariedad y su asombro por las posturas de fuerza llegadas desde varios resortes de poder para que este partido se jugase.

Con el partido suspendido, todo queda pendiente de la decisión de la Jueza de Competición de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Carmen Pérez González. La propia federación ha hecho público que esta decisión se tomará a la mayor brevedad posible pero a estas horas, cerca de la medianoche de este viernes, aún no se ha tomado. 

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