Jefe de la sección de Deportes de HERALDO DE ARAGÓN

Julio Velázquez: el niño que quería ser entrenador

Julio Velázquez posa para Heraldo en la Ciudad Deportiva.
Julio Velázquez posa para Heraldo en la Ciudad Deportiva.
Francisco Jiménez

Los niños y niñas que de mayores quieren ser futbolistas se pueden contar por millones en todo el mundo. Encontrar a alguno que directamente quiera ser entrenador resulta bastante más extraño. Julio Velázquez fue de los segundos. El inquilino del banquillo de La Romareda es técnico por verdadera vocación. No fue futbolista, lo cual suele obligar a empujar un poco más fuerte para poder abrir las puertas de los banquillos importantes.

Su carrera fue meteórica, pero nadie le regaló nada. Salvo alevín, pasó por todas las categorías posibles del fútbol nacional, desde benjamín hasta Primera División. Todo paso a paso, pero en muy poco tiempo. Ha entrenado en cuatro ligas europeas, aunque es cierto es que en ninguna de las grandes plazas logró asentarse demasiado tiempo. El Real Zaragoza supone toda una oportunidad para él.

Por empeño y dedicación está claro que no va a quedar. Julio Velázquez transmite pasión por su profesión en cuanto comienza a hablar. Es una de esas personas a las que se les nota que les gusta lo que hacen. Ni que decir tiene que en la banda, con el balón en juego, esa pasión desborda su área técnica. En esta primera entrevista, el nuevo entrenador del Real Zaragoza deja claro que todo lo que pasa en su equipo, absolutamente todo, queda supeditado al bien último de lograr una victoria en el siguiente partido.

En una postura no demasiado habitual en el mundo del fútbol, Velázquez incluso renuncia a pronunciarse sobre cuál es su dibujo táctico predilecto. Todo va en función de las piezas con las que cuenta, del rival y de las circunstancias. Una especie de «estos son mis principios, pero si es necesario puedo tener otros». Se muestra como un hombre de club. Salió al paso del arbitraje en Amorebieta sin medias tintas, no pide fichajes aunque los necesite, tampoco lamenta las bajas y defiende a muerte a toda su plantilla, incluido el marcado Poussin.

Aunque se confiesa admirador de Sacchi y Cruyff, el cholista ‘partido a partido’ preside su discurso. Ni si quiera eso: Julio Velázquez va ‘entrenamiento a entrenamiento’. Cuando se le pregunta por el ascenso, objetivo ineludible en un sitio como Zaragoza, responde citando «esa palabra de la que me hablas» para evitar siquiera pronunciarla. En su discurso, Velázquez no mira más allá de Elda, próximo lugar en el que su equipo se jugará puntos. En su pensamiento, sabe que el ascenso, «esa palabra», le metería en los libros de historia del club, pero que también sería un hito en su currículum y el mejor pasaporte para volver a entrar en la rueda buena de entrenadores del fútbol español. Su suerte será la de todo el zaragocismo.

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