Un derbi en la tormenta
En los planes del Real Zaragoza no entraba el perder contra un equipo de la Tercera División valenciana. ¿Cómo iba a hacerlo? La debacle en la Copa del Rey, en una de las tardes más deshonrosas que ha vivido el escudo del león, no estaba entre las hipótesis que se barajaban en los despachos del club. El derbi contra el Huesca era la cita señalada en rojo para decidir el futuro de Fran Escribá; pero se contaba con llegar a ese momento con un mar más o menos calmado, tras vencer al Atzeneta sin demasiadas complicaciones. Las dudas sobre el inquilino del banquillo seguirían ahí, pero la semana podría haberse enfocado a lo importante, a preparar el choque contra el Huesca.
La triste realidad es que el partido más importante del año en La Romareda llega en medio de una tormenta terrorífica. Con un equipo zombi que no es capaz de ganar a rivales de quinta categoría (literalmente) y, sobre todo, con una afición que acumula un extraordinario nivel de hartazgo. Tras la eliminación copera, Fran Escribá quedó en una situación insostenible. Para mantener o no a un entrenador en su puesto conviene hacerse la siguiente pregunta: ¿Va a ser capaz de hacer remontar al equipo? Es complicado encontrar a alguien que responda a esta cuestión en positivo en la situación actual.
A Escribá se le ha caído el equipo, y cuesta trabajo creer que pueda levantarlo. ¿Puede este Zaragoza ganar el sábado al Huesca? Claro que puede, esto es fútbol. Con el triunfo, el míster salvaría una bola de partido, pero es difícil evitar pensar que una, dos o tres semanas después acabará cayendo. Este Real Zaragoza necesita una terapia de choque, y no parece que Escribá pueda aplicarla. La mejor prueba de ello es que en el club ya se tantean opciones para sustituirlo. La pelota, como siempre hace, dictará sentencia el sábado. La grada, cansada de sentirse avergonzada, será quien la ejecute antes, durante y después del partido.
