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Toni Moya: "Traigo conmigo el ascenso con el Alavés y quiero repetirlo aquí en Zaragoza"

El centrocampista del Real Zaragoza, de 25 años, crecido en el Atlético de Madrid y con experiencia en Primera y Segunda División, es una de las grandes apuestas de Cordero para lograr el éxito este año. 

Toni Moya posa para HERALDO este jueves en la Ciudad Deportiva.
Toni Moya posa para HERALDO este jueves en la Ciudad Deportiva.
Javier Belver

Usted nació en Mérida (Badajoz) hace 25 años, pero no creció allí. Su casa está en Mallorca.

Sí. Mis padres emigraron allí por razones de trabajo y crecí en Cala Millor. Las raíces y toda la familia están en Extremadura, pero nuestro domicilio está en la isla. Mis padres y mi hermano siguen en Mallorca. A Mérida vamos solo por Navidad. 

¿Dónde empezó a jugar al fútbol?

De niño, en el equipo del pueblo, el Serverense de Son Servera, heredero del Badía Cala Millor, que estuvo en Segunda B. Luego me fichó el Manacor. Y, después de tres años, me captó el Real Mallorca para su cantera. 

No llegó a la antesala del primer equipo bermellón porque se cruzó el Atlético de Madrid.

Me vieron en un campeonato de España jugando con la selección infantil de Baleares y vinieron a por mí. 

Tuvo que dejar por lo tanto su casa, su entorno familiar. Uno de tantos y tantos casos. 

Me marché a Madrid con 15 años. Fue duro para mí y para mis padres. Ir a una residencia, tan lejos de casa, solo... Es una experiencia que te marca. Dejar el hogar cuesta mucho a esa edad tan temprana. Pero no me quejo de cómo lo he vivido, aunque al principio me costó sobrellevarlo.

Sabemos del mediático caso de Iniesta, Fuentealbilla, Albacete, La Masía, Barcelona... pero hay muchos cientos de Iniestas, como usted. Madrid es una megápolis. 

La residencia del Atlético de Madrid está en Alcorcón. Allí me instalé y viví tres años, hasta los 18, estudiando primero en un colegio, después en el instituto. Íbamos a entrenar todas las tardes al Cerro del Espino de Majadahonda en un autobús que nos recogía y después nos devolvía al sitio.

Estamos pues ante un futbolista vocacional, con apuesta personal y de familia por ser profesional a través de este modelo cada vez más extendido. 

Lo pasan peor los padres que el jugador. Al final, es un hijo que se va de casa siendo un niño y no sabes cómo le va a ir. Es una apuesta, en efecto. Y el resultado depende de muchos factores. De tu trabajo, de tu adaptación... yo he tenido suerte. 

Otros muchos descarrilan. 

Sí. Yo puedo sentirme orgulloso de lo que he conseguido. Me ha ido bien.

Cinco años estuvo creciendo y madurando en el Atlético de Madrid. 

En infantiles, cadetes, juveniles y el filial. Paso a paso. Fue una etapa bonita, llena de estímulos. 

Siempre con Simeone tutelando desde el primer equipo.

Sí, el Cholo siempre estuvo en este tiempo al mando del Atlético de Madrid, tutelando el apartado técnico de todos los equipos.

Singularmente, jugó en el primer equipo en cuatro temporadas distintas, un partido en cada una. Nadie más ha hecho eso.

Me siento un privilegiado porque entrené muchas veces durante esos años con la primera plantilla del Atlético de Madrid. Aprendí todo allí. Debuté con 17 años en un partido de Copa en el Martínez Valero de Elche, media hora. 

En liga, estrenó el Wanda Metropolitano. Era el Atlético de Oblak, Godín, Gabi, Koke, Saúl, Fernando Torres, Diego Costa, Correa...

Fue en abril de 2018, unos minutos frente al Deportivo de La Coruña, mi debut en Primera División, sutituyendo a Thomas. Nervioso y feliz. Ganamos 1-0. No llegué a jugar en el desaparecido Vicente Calderón, algo que me hubiera gustado hacer por su historia. Había ido convocado en los últimos partidos de vida de ese estadio, pero no llegué a salir. 

El año siguiente, Simeone le dio minutos frente al Celta de Escribá, también en Madrid, como titular y 90 minutos.

Ganamos 2-0. En ese equipo ya estaban Griezmann, Morata, Filipe Luis, Rodri...

Y en la campaña posterior, gozó de otro breve espacio en Primera, el cuarto seguido.

Era febrero de 2020 y ganamos 1-0 al Granada, salí del banquillo en vez de Koke. Bonitos recuerdos, como lo son todas las pretemporadas que hice con el primer equipo. Pero mi carrera está ya por otros caminos y lo importante es el presente y el futuro.

¿Con quién compartió camadas y generaciones en sus años canteranos en el Atlético?

Es curioso, en estos momentos, recordar que jugué en el filial junto a Valera y Mollejo, con los que me he reencontrado en Zaragoza. También coincidí con Camello, Riquelme, Tachi, Carlos Isaac, Poveda, Conde (el portero del Leganés), Joaquín Muñoz (el del Huesca)... 

En 2021 le comunicaron que no tenía sitio en el Atlético de Madrid y su salida fue al Alavés. 

Fue un momento importante. Quedaba libre, se presentó la oportunidad de ir a Vitoria, a un equipo de Primera División, y no lo pensé más. Había pasado ya la etapa del fútbol en un filial y debía progresar. Las puertas nunca se cierran, pero tuve claro que era el momento de dejar el Atlético y abrir puertas en otros sitios. 

A volar solo, sin tutelaje. 

Fue un cambio muy grande, de mucha adaptación al profesionalismo. Y me tocó en un equipo que lo pasó mal, que acabó descendiendo en un año duro. Hubo fases en las que participé más, otras menos. Ese año en el Alavés me hice mejor futbolista. Me di cuenta de que podía adaptarme bien al juego, a la velocidad, a la exigencia de la máxima categoría pese a venir de Segunda B. 

El año pasado, el Alavés lo convirtió en pieza clave en Segunda tras ese descenso. Ya no era el novato. Y acabó el curso con el éxito del ascenso. 

Di un paso adelante en modo de jugar, saqué aspectos de mis características como futbolista que quizá hasta el año anterior no había casi utilizado. Fui importante, me sentí muy valorado y logramos devolver al equipo a Primera en solo una temporada. 

¿Cómo fue dejar Vitoria en esa ola creciente y apostar por Zaragoza, de nuevo alistándose en Segunda División?

El Alavés decidió que no continuara. Querían hacer un proyecto muy nuevo en su regreso a Primera y pensaron en perfiles diferentes. El Real Zaragoza me contó su plan y me pareció muy interesante. Y aquí estoy. 

Su valor en esta plantilla zaragocista es de alto rango: jugador senior, experto, con recorrido, conoce la Primera y la Segunda División, sabe lo que es ascender... no es un experimento. 

Sé que debo aportar mucho al Real Zaragoza, conozco mi responsabilidad. Vengo a sumar mis experiencias a un gran grupo. Confío en que todo va a salir muy bien. 

A Vitoria llegó como un joven pipiolo con todo por hacer. A Zaragoza ha venido ya cuajado, para dar rendimiento inmediato. 

Me encuentro cómodo en esta experiencia nueva. Tengo muchas ganas por responder a las expectativas. Todo esto me motiva un montón. Traigo conmigo es ascenso con el Alavés del año pasado y quiero repetirlo en Zaragoza. 

Ha heredado el dorsal 21 de Zapater.

Sí, lo sabía cuando lo elegí. Sé lo que esto conlleva. Es una marca que alude a un futbolista histórico aquí. Es otro motivo más para cumplir con lo que se espera de mí. Me gusta el 21 de siempre. 

En este nuevo Real Zaragoza, de medio campo hacia arriba son la mayoría nuevos fichajes. Eso requiere un ensamblaje que aún parece inconcluso.

Cada jugador necesita adaptarse y, todos juntos, conocernos bien. No es fácil esa labor. Tiene su complicación juntar a tanta gente nueva y que conecten. Yo veo mucha calidad y día a día vamos compenetrándonos mejor, a pesar de que es evidente que todavía necesitamos un tiempo más de conocimiento mutuo. La base está y es muy buena. 

En estos primeros partidos ha jugado en varias ubicaciones en la línea media: doble pivote, escorado a banda en rombo, más cerca del área... ¿cuál prefiere?

En cualquier sitio estoy cómodo, siempre que sea en el centro del campo. Me considero bastante adaptable. Creo que es uno de mis valores dentro de un grupo. 

En los partidos de liga se le está viendo quizá demasiado lejos de llegar al área rival. En pretemporada, en el Pinatar, marcó dos goles. Ahora apenas pisa terrenos de peligro. Y sabemos de su buen disparo...

Soy consciente. Hay que leer bien cada partido y, es verdad, me gustaría llegar más veces arriba con peligro. Es algo que quiero mejorar enseguida porque, en este caso, el entrenador también me lo pide, a mí y a todos los medios. 

El año pasado marcó un gol en el 1-4 del Alavés en La Romareda llegando desde atrás. Eso es lo que se espera ver de usted aquí. 

Lo sé. Hay que tratar de jugar más pegados al área adversaria, porque siempre habrá rechaces, balones propicios para que ejecute mi disparo a puerta. Me adaptaré paso a paso y sé que lo voy a mejorar. 

El fútbol del equipo es, hasta ahora, demasiado cadencioso. Falta soltura, velocidad en la circulación, profundidad. A los centrocampistas esto se les nota enseguida en cualquier equipo. 

El ritmo de los partidos varía por muchas cuestiones, entre ellas el rival. Habrá días que iremos más deprisa y otros que nos exigirán más calma. Es cierto que debemos mover con más velocidad la pelota. Y esto sí que depende solo de nosotros, no de los adversarios. Hemos de ser capaces de llevar el mando del juego nosotros. Esto es algo que afecta más al equipo en general que a las individualidades. 

En Cartagena, el gol en propia puerta de Alcalá fue en un centro suyo. El gol al Racing de Valera llegó en un rechace a otra pelota colgada por usted. Ese juego más directo al área necesita de más continuidad, de menos toques en zonas inertes o de retrocesos en vez de progresar saltando líneas. 

Muchas veces, no porque vayas más rápido hacia el área rival es mejor. La paciencia también es una virtud. Hay que saber jugar con todo, interpretar bien cada momento del partido. En eso estamos. Cuando mejoremos esto, el equipo va a crecer aún más. 

Lleva el Real Zaragoza cinco temporadas sin meter un gol de falta. Usted es un especialista. Marcó una en pretemporada al Stade Reims, pero en liga no ha sido posible ni intentarlo: no se provocan golpes francos, otro índice de que se juega poco cerca del área rival. 

Estamos jugando, tal vez, mucho más por las bandas que por dentro y esto deriva en que no generamos faltas para lanzarlas directas. Ya llegará. Estamos en el buen camino en todo. La clasificación así lo dice. 

El fútbol de las cinco sustituciones ha cambiado el papel de muchos jugadores. ¿Se siente a gusto en un proceso de tantas rotaciones?

Lo que quiere un futbolista es jugar todos los partidos y todos los minutos. Pero en este fútbol de hoy en día es vital entender que, en un grupo, todo el mundo es importante y todos vamos a tener nuestros momentos. Todos hemos de estar enchufados cada día, juguemos de titulares o salgamos desde el banquillo. Hay que asumirlo. Se puede cambiar cada día medio equipo y eso hay que rentabilizarlo. 

Jugar cada 15 días en una Romareda repleta, con un ambiente incandescente, también requiere de carácter para el futbolista propio. ¿Cómo lleva usted esa presión positiva?

Lo afronto con la máxima motivación. La afición nos aporta una ilusión extra por jugar como locales. Hemos de hacer de La Romareda un sitio inexpugnable, todos a una. Este ambiente es un privilegio. 

El inicio de liga, histórico por positivo, tiene al equipo líder, pero se perciben máculas en el juego. Si se pulen, la clasificación se puede disparar. Pero si no es así pronto, el efecto puede ser el contrario. 

Mi experiencia del año pasado en el Alavés me dice que un año en Segunda es larguísimo y da para todo. Estuvimos arriba, pero pillamos una racha mala con varias derrotas y nos caímos de la zona de ascenso. Hubo que volver a reengancharse más adelante, con sufrimiento. Lo fundamental ahora, aquí, es ganar. Cuando pasen unos meses, nadie se acordará si hemos jugado bien o mal determinados partidos. La clave es sumar puntos, aunque haya un día en el que ganas 1-0 en la única vez que llegas a puerta. La mejora en el juego vendrá paso a paso. 

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