REAL ZARAGOZA

Real Zaragoza: dos victorias para empezar, 25 años después

El equipo aragonés no lograba un inicio de liga con 6 puntos sumados de tacada desde 1998, en Primera División.

Los futbolistas del Real Zaragoza, eufóricos tras ganar al Valladolid anteanoche, comparten con los aficionados el éxito.
Los futbolistas del Real Zaragoza, eufóricos tras ganar al Valladolid anteanoche, comparten con los aficionados el éxito.
Toni Galán

Hay que irse 25 años hacia atrás para encontrar la anterior temporada en la que el Real Zaragoza, ya sea en Primera o Segunda División, inició su andadura con dos victorias seguidas, en las jornadas 1 y 2. Fue en 1998, en la máxima categoría, bajo la batuta de Chechu Rojo. Primero, en La Romareda, superó por 2-0 al Athletic de Bilbao, con goles de Marcos Vales y Gustavo López. Siete días después, venció 1-3 al Betis en el Benito Villamarín de Sevilla, con otro tanto de Vales, uno de Jamelli y el tercero de Milosevic.

Este viaje al pasado otorga la verdadera dimensión a lo conseguido por el equipo de Fran Escribá en los albores de esta liga 23-24 de Segunda, donde ha sido capaz de sumar los seis primeros puntos de tacada tras doblegar al Villarreal B por 2-0 y al Real Valladolid por 1-0, a ambos, en este caso, en La Romareda por designio anómalo y sin precentes históricos en el plan del calendario de LaLiga.

Que un hecho así sea novedoso en un cuarto de siglo de vida de un equipo como el Real Zaragoza –que en este tramo también gozó de años notables y sobresalientes en la élite– lo hace aún más relevante en el presente. No debe ser fácil conseguirlo, si se exceptúa a los grandes monstruos del primer nivel del fútbol español.

El matiz de que los dos primeros partidos de esta liga hayan tenido lugar en La Romareda, lejos de analizarse como una ventaja de la que el Real Zaragoza ha sacado provecho puntual para romper con 24 años de inicios ligueros regulares, malos o muy malos, también supone un valor añadido en positivo. Porque, téngase en cuenta, para el equipo zaragocista, en la década precedente en Segunda y, aún más, durante los tres años anteriores al descenso en Primera División, actuar en campo propio ha sido siempre sinónimo de problemas mayúsuclos para vencer, muchas veces también para puntuar. El zaragocismo viene se soportar un largo, casi interminable, calvario en demasiadas citas en campo propio.

Así que este Real Zaragoza de Fran Escribá, el contemporáneo, ha encarado un camino inusualmente favorable que, por propia naturaleza, genera unos grados de ilusión y expectación fuera de lo común hace largo tiempo. Nada es exagerado, nadie está desmesurando las apreciaciones. Algo tan sencillo, en un primer vistazo, como salir ganador de las dos primeras jornadas de liga es por Zaragoza un hecho atípico que varias generaciones no han conocido en directo y, ahora, saben de él por ejercicios enciclopédicos como este.

La velocidad se demuestra andando. Los grandes años se fundamentan siempre en cimientos firmes desde muy pronto. El nuevo Zaragoza que está terminando de restaurar Juan Carlos Cordero, el director deportivo, apunta a tener gol (llevaba tres años seco por completo), aunque por ahora las tres dianas tengan firmas de figuras más atrasadas en la pizarra. La defensa parece firme, herencia buena –la única– del año pasado, y aún permanece invicta la portería de Cristian Álvarez, un baluarte perenne. La línea de creación se ha reforzado con piezas de verdad y, a diferencia del trienio negro anterior, el balón fluye con ideas, clase y criterios de cierto nivel.

Son solo dos test los consumados, pero con un enorme valor de enjuiciamiento. A partir de ahora (el sábado, en Tenerife), el equipo tiende a crecer a favor de obra.

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