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Alarcón, un centrocampista todavía por descubrir

El debut del chileno dejó sensaciones incompletas sobre sus posibilidades: se notó su inactividad desde septiembre, le faltó recorrido y profundidad en los pases.

Alarcón jugó ayer sus primeros minutos con el Real Zaragoza tras su llegada hace 15 días desde el Cádiz.
Alarcón jugó ayer sus primeros minutos con el Real Zaragoza tras su llegada hace 15 días desde el Cádiz.
José Miguel Marco

Tomás Alarcón se unió ayer al inacabable reparto de futbolistas que ya han participado con la camiseta del Real Zaragoza en la mitad del torneo liguero en vigor: con él ya son 30. Y la cifra tiende a seguir incrementándose a corto plazo. El centrocampista chileno debutó frente al Mirandés en el primer partido de 2023 con ese aura que tienen siempre los fichajes de invierno, de los que se esperan grandes cosas cuando vienen a reforzar al equipo en una situación de dificultades clasificatorias y de calidad del juego. Y es el caso, como ayer volvió a quedar en evidencia, por si alguien empezaba a darlo por olvidado después de la buena racha enlazada en diciembre bajo el libreto de Fran Escribá, recién llegado para relevar al despedido Carcedo.

Alarcón dejó fríos a la mayoría de los observadores. Algo natural en muchos estrenos, en especial estos de enero, dado que los nuevos vienen de jugar poco y mal en sus lugares de origen. Por eso son piezas que buscan una segunda oportunidad lejos de sus equipos matrices. No es extraño lo que ayer sucedió con el internacional absoluto con Chile, que queda en situación de espera, por descubrir todavía sus aptitudes más útiles para lo que requiere ahora mismo el Real Zaragoza de Escribá.

A Alarcón, de entrada, se le vieron las costuras en su forma física. No jugaba un partido oficial desde el 10 de septiembre, hace cuatro meses, con la camiseta del Cádiz ante el Barcelona, y fueron entonces solo 30 minutos. Solo acumula un partido completo, el del 2 de septiembre en Balaídos contra el Celta. Ayer, el sudamericano trató de tener presencia constante en el juego durante la primera parte y, a su modo, con un repertorio de poca variedad, en 20 metros cuadrados de área de influencia, lo consiguió. Pero tras el ínterin del descanso, Alarcón manifestó un bajonazo muy ostensible en la participación organizativa. Que aguantase hasta el minuto 85 en el campo fue un lujo, un exceso de celo de Escribá, pues hacía un largo trecho que el nuevo futbolista blanquillo estaba dando muestras de apagón.

Ha de ganar ritmo y eso solo se logra jugando minutos, partidos, jornadas. Lo que viene a ser una pretemporada ejecutada en partidos de verdad. Otra condición de los fichajes de enero que llegan del apartadero de sus estaciones de partida. Habrá que asumirla.

De Alarcón se conoce en España una versión defensiva, de ancla atrás, sin descolgarse nunca hacia el área contraria. Así fue utilizado el año pasado en el club andaluz. De eso se quejó el propio jugador en su presentación con el Zaragoza y, posteriormente, encontró el apoyo de Escribá, que reseñó que quiere otro Alarcón aquí, el de aquella versión de Chile en la que tenía mucho más recorrido, llegaba cerca de la portería adversaria e, incluso, marcaba goles. Ayer, en su primer día en La Romareda, prevaleció el formato gaditano. Fue a buscar el balón en la salida desde Cristian Álvarez, apoyó y manejó la pelota en las inmediaciones del círculo central –campo propio– y, en las pocas jugadas que tuvieron alargue y cierta progresión hacia la línea defensiva del Mirandés, él fue siempre el que se detuvo y quedó como cierre, sin inmiscuirse en las combinaciones con los mediapuntas y los delanteros propios.

Y, además, esa pretendida profundidad y empuje de Alarcón para rebasar líneas y dotar de peligro al ataque zaragocista, no apareció ni una sola vez. Se ciñó a los pases laterales, de 10, 20, 30 o, algunos, de 40 metros. Pero laterales. Nunca verticales y con cicuta.

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