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Zapater salva la victoria del Real Zaragoza en el minuto 92 ante el Villarreal B

El capitán hizo el 2-1 cuando el partido ya agonizaba entre la bronca de la afición, que volvió a pedir la marcha de Carcedo y Torrecilla en otro duelo lleno de deficiencias.

Real Zaragoza-Villarreal B
Real Zaragoza-Villarreal B
Toni Galán

Zapater salva la victoria. Zapater salva el lío que se preparaba en la grada contra Carcedo y Torrecilla, censurados desde muy pronto desde las gradas. El gol del capitán, el 2-1 ganador, logrado en el tiempo de aumento cuando el partido y más cosas agonizaban, es la metáfora de este día tan especial en el primer cuarto de la liga 22-23. No da síntomas de mejora notable el cuadro de Carcedo, que ante un rival de poco fuste estuvo en un tris de volver a empatar y quedarse atascado en el fango de la cola de la clasificación, de la que ahora sale ligeramente.

El partido fue raro desde el minuto 1, cargado de iones negativos desde casa con el entrenador, Carcedo, como receptor de miradas, sospechas y censuras. El equipo blanquillo se mostró lento, atrancado, nervioso desde el silbido inicial y le costó media hora soltarse los grilletes mentales. Y eso que, dato importante, en frente hubo esta vez un rival juvenil, flojito de remos, sin fuerza en los balones divididos, sin ideas ofensivas claras, con una blandura defensiva impropia de la categoría (lo del lateral zurdo Romero fue de aurora boreal). Este Villarreal B, en condiciones normales, era el típico ‘sparring’ que se lleva una goleada para la historia, de esas que son caras de ver. Pero ni aun así los chicos de Carcedo se impusieron con rotundidad por su pulso tembloroso cada vez que llegan al área del contrincante.

Carcedo, que había metido 5 cambios de inicio con una insólita alineación (sin el sancionado Simeone, sin Azón, sin Jair…), se mostró desconcertado cuando en el minuto 28 la afición repitió el "Carcedo vete ya" después de una fase de errores serios con la pelota y, en especial, de reiteración de pases inútiles en la defensa, con Cristian Álvarez como partícipe incluso de ese colapso en la salida del balón. En el minuto 30, Torrecilla, el director deportivo, también salió a la pizarra de acusados y se pidió su dimisión desde las tribunas. El 0-0 y la fealdad, por incapacidad zaragocista para superar a uno de los más insuficientes rivales que han pasado por La Romareda en la última década en Segunda, estaba calentando la caldera.

Hasta entonces, de forma esporádica siempre, cupo anotar un cabezazo de Puche (extremo izquierdo esta vez) en el minuto 10 en un córner cerrado que el portero Jorgensen detuvo con apuros en un barullo en el área chica. Y en el 22, el único acercamiento castellonense con peligro en todo el primer tiempo, acabado por Carlo Adriano con una rosca de derecha desde el borde del área que se marchó fuera rozando el palo izquierdo de un superado Cristian. El tostón era de los gruesos. Puche, otra vez, esta vez en un mal disparo con la diestra en el 27, erró un centro de Fuentes que tenía muchas más posibilidades de éxito que la pifia que le salió a la altura del punto de penalti.

Tras el parón para hidratarse (la tarde era de agosto) y el meneo oral del público ya mostrado hacia el palco, se notó cierta iniciativa distinta en los zaragocistas. En el 35, Gueye, un ariete tanque que mostró luces y sombras en el día de su debut como titular, marcó de cabeza un gol que anuló el linier -y después el VAR- porque cuando centró Puche el balón ya había rebasado la línea de fondo. Cuestión de milímetros… o menos incluso. Los del Villarreal juvenil (eran más pipiolos que un B) se derritieron en su zaga como la mantequilla. Y Vada en el 37 falló un gol cantado tras un buen recorte en la corona del área que culminó, solo y a placer, con un chut fuera a un palmo del palo izquierdo. El Zaragoza prosiguió aprovechando la desorientación amarilla, tremenda, propia de un equipo de bastantes categorías menos que la Segunda División, para acosar hasta el último segundo la portería de Jorgensen.

En el 45, Gueye cabeceó una falta lejana botada por Molina y el balón dio en el larguero, después en la cabeza del portero visitante y salió a córner. Una carambola jocosa que traería el 1-0 y, con ello, apagó la bronca que ya se preparaba en los graderíos. Porque en ese saque de esquina, ya en tiempo de aumento, Vada puso el balón al área pequeña y, ante la complacencia de los villarrealenses, espectadores en vez de defensores, Grau fusiló con la puntera delante del marco. Mano de santo para disolver los malos augurios que estaba dejando una mala primera mitad. Fue un gol de azúcar para un café amargo bien cargado.

Triple cambio

En el descanso, el entrenador del filial mediterráneo, Miguel Álvarez, llevó a cabo un triple cambio. Definitorio de lo mal que actuó en la escena su equipo. Un desastre táctico, físico y de talante este joven plantel en su estreno oficial en Zaragoza en 90 años de historia. Cambio a su lateral zurdo, por supuesto, y metió a dos puntas frescos a ganarse el sitio. Carcedo, aliviado por el postrero gol de Grau a balón parado, dejó las cosas como al principio, a ver hacia dónde se encaminaban sus muchachos con el viento a favor.

No salió mandón el cuadro zaragocista. El impulso del 1-0 no fue de aprovechamiento para crecer, sino que enseguida se vio que volvía la especulación. El Villarreal B dio varios pasos adelante en sus líneas y comenzó a dominar la pelota, algo impensable antes del intermedio. Quería meterse en el partido, donde nunca estuvo por juego, ni con el 0-0. Hassan, uno de los recién entrados, reclamó penalti por zancadilla en el 53. El VAR revisó largo tiempo por si tenía que rectificar la negativa de Cordero Vega a señalarlo. No lo hizo, para alivio aragonés. Estaba claro que si no llegaba un segundo gol, palabras mayores en este Zaragoza raquítico, el sufrimiento estaba garantizado.

Bermejo cabeceó a las manos de Jorgensen en el 58 la primera llegada zaragocista, en otro centro de Puche, tan efervescente como poco atinado en los golpeos claves. Y Carcedo hizo el primer doble cambio en el 61. Azón y Larrazabal al campo, Gueye y Vada a la ducha. Estuvo cerca de empatar el cuadro de Castellón en ese preciso momento del cambio. Del Moral, en el segundo palo, cabeceó solo y rechazó Cristian Álvarez; la pelota le volvió al mismo jugador amarillo, que empalmó con la derecha y se volvió a topar con el cuerpo del guardameta argentino, salvador de nuevo.

El oxígeno de los dos cambios generó la réplica zaragocista, en el minuto 68. Azón erró un gol tremendo, bajo palos, con el portero vencido, después de un centro de Larrazabal en su primera incursión por la derecha. Ese 2-0 que se fue al limbo era la puntilla para los infantes villarrealenses que, sin embargo, quedaron de nuevo con vida por la pifia del ariete zaragozano. Y el fútbol es bastante fiel a este tipo de paradigmas in illo témpore. Perdonó el Zaragoza y 7 minutos más tarde el Villarreal B ya había puesto el 1-1 en el tanteador. Increíble, viendo las hechuras de los ‘groguets’ toda la tarde, pero cierto. El lateral Tasende, uno de los cambios de Álvarez en el intermedio, voleó en el segundo palo con clase un centro de Leal, el otro carrilero, y marcó un gol de bandera. El sistema defensivo de Carcedo estaba mirando a la Luna, y eso que eran las 5 de la tarde y 50 minutos.

Se entró en el último cuarto de hora del duelo con la histeria a flor de piel. Ni un partido tan sencillo como este, viendo la estructura del adversario y su ‘pipiolez’, iba a saber ganar el equipo zaragocista de no mediar una reacción final de esas que, este año, aún no se había dado jamás. Quedó aturdido el Zaragoza, como siempre. Qué poca personalidad tiene este equipo cuando recibe un gol. Y se olió el 1-2 en el minuto 84, cuando el central Mbacke cabeceó otro centro al área blanquilla tras un córner y la pelota se marchó fuera por alto cerca del marco. El susto fue enorme. Como la sorpresa del doble cambio último de Carcedo, que hizo debutar al joven lateral derecho Luna… como extremo, por delante de Larrazabal, al que retrasó pues quien se marchó fue Gámez.

Real Zaragoza-Villarreal B
Real Zaragoza-Villarreal B
Toni Galán

La tarde tenía un epílogo escrito en su guion secreto lleno de épica y de simbología. Porque Zapater, el capitán, salvó en el 92 a Carcedo, Torrecilla y Sanllehí de un follón ineludible. Marcó el ejeano el 2-1 pasado el tiempo, en un centro de Azón. Un minuto antes, Alberto había fallado un pase y fue abroncado en la desesperación general. Justicia divina se llama esto. Zapater dejó la victoria en casa, evitó otro patinazo, metió tres puntos en vena a la horrible clasificación que se le presentaba al Real Zaragoza de no haber vencido y… no pudo hacer más. Porque la gente celebró el gol con fuerza y, sin pausa alguna, acabó la tarde con un coral ‘Carcedo vete ya’ y un ‘Torrecilla dimisión’ como postre. La afición discriminó claramente la importancia de lo sucedido en el marcador, por un lado, y las deficientes hechuras que tiene este equipo de cara a la larga temporada que hay por delante, por otro.

Ficha técnica

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Gámez (Luna, 85), Francés, Lluís López, Fuentes; Grau (Zapater, 85), Molina; Bermejo, Vada (Larrazabal, 61), Puche (Mollejo, 74); y Gueye (Azón, 61).

Villarreal B: Jorgensen; Leal, Dela, Mbacke, Romero (Tasende, 46); Del Moral, Carlo Adriano; Ojeda (Forés, 72), Rodrigo (Pacheco, 46), Collado (Hassan, 46); y Fer Niño (Ontiveros, 82).

Árbitro: Cordero Vega (Comité Cántabro). Amonestó a Lluís López (21), Vada (52), Puche (62), Mbacke (80), Jorgensen (83) y Zapater (94).

Goles: 1-0, min. 45+1: Grau, 1-1, min. 73: Tasende. 2-1, min. 92: Zapater.

Incidencias: Tarde calurosa en Zaragoza, con 27 grados al inicio del partido, las 16.15. El césped de La Romareda presentó un buen estado, con leves calvas en ambas áreas. En las gradas hubo alrededor de 16.000 espectadores.

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Partido Real Zaragoza-Villarreal B, en directo
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