Afirman los precedentes que el Toralín es un campo lleno de minas para el Real Zaragoza, por esas razones que a veces escapan a la razón. Un campo se da mal a un equipo y se da mal invariablemente. Sin más. Quizá sean las dimensiones, la distancia que supuestamente marca el abolengo, la proximidad de las gradas al césped, la motivación extra con que juega un rival que se entiende a sí mismo más modesto y se reivindica... A saber. Acaso sea alguno de estos factores o la conjunción de todos ellos, más algún otro más tangible, menos etéreo en términos futbolísticos, como la figura de Yuri, que a pesar del paso de los años y de su extraordinaria veteranía tiene por costumbre hacer daño a las defensas del Real Zaragoza. Salga desde e banquillo o se perfile titular, el delantero brasileño es uno de esos dolores de cabeza que se sabe que es muy probable que aparezca.

Sea como fuere, el caso es que en esas tierras del Bierzo, el Real Zaragoza aún no sabe qué es ganar. Ha perdido o empatado. Esta es su cota máxima. Aún no le ha alcanzado para el triunfo, con independencia de quién sea el entrenador del equipo aragonés o cómo se haya configurado el equipo, con más o menos pólvora y argumentos.

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Seguramente, este es el primer enemigo al que debe enfrentarse Juan Carlos Carcedo esta tarde: las tendencias que enseña la historia acerca del particular enfrentamiento. El segundo habría que situarlo en campo propio, en el mismo interior del conjunto aragonés.

Frente al Lugo, el pasado fin de semana, el Real Zaragoza no sólo encajó una derrota dolorosa, sino que se desarmó durante la segunda mitad, emitiendo unas preocupantes señales de fragilidad. Este domingo, está obligado a recomponerse. Sí o sí. De lo contrario, resultará una quimera pensar en el triunfo. La Ponferradina exige intensidad, concentración, físico poderoso, inteligencia para ganar segundos balones y una constancia infatigable. Por supuesto, como es obvio, el Real Zaragoza debe extraer de alguna parte ciertas habilidades ofensivas, para aprovechar alguna de las ocasiones que genere. En la mente de todos aparecen Giuliano Simeone y Makhtar Gueye como protagonistas de un papel fundamental, por donde, en verdad, se han abierto las brechas ya padecidas y las necesidades emergentes. Aun sin conocer la victoria en esta temporada, el Real Zaragoza necesita ganar, su primer triunfo. Ya.

Juan Carlos Carcedo no podrá contar para esta cita con Alejandro Francés, lesionado en el codo y baja para tres semanas. Tendrá que retocar, por tanto, el eje de la defensa. Lluis López se adivina, en principio, como la solución más natural, para situarse al lado de Jair. Suena más aventurada la inclusión de Jairo Quinteros. Mientras tanto, el técnico riojano recupera para el centro del campo a Jaume Grau, cumplido su partido de sanción. La presencia de este centrocampista se presume importante, sobre todo visto lo ocurrido ante el Lugo en el segundo periodo de dicho encuentro. Arriba, es posible que, por primera vez en esta campaña, el bloque de La Romareda pueda disponer de un delantero centro cierto: el senegalés Gueye.

Señaladas estas cuestiones que atañen al nombre propio, es difícil pensar que Carcedo vaya a repetir disposición táctica respecto al choque librado ante el Lugo. El sistema de tres centrales no dio el resultado que pretendía el técnico, ni en el marcador, por cuanto se perdió, ni en rendimiento. Las métricas de ese litigio revelan demasiados errores gruesos en zonas calientes, desajustes en el eje central de la defensa, proyecciones inofensivas por la banda y una especial laguna en el centro.