«Mientras las matemáticas no digan lo contrario...», fue la letanía con la que los jugadores y técnicos del Real Zaragoza iniciaron sus ruedas de prensa durante más de tres semanas para tratar de dotar de contenido los partidos que afrontaban en tierra de nadie, con la promoción de ascenso sostenida por los números y la aritmética pero no por el sentido común. Desde este domingo, 1 de mayo, ni las matemáticas sustentan nada.

A falta de cuatro jornadas para la conclusión de la liga, el Real Zaragoza, tras sus múltiples tropiezos en el último mes y medio, culminados con la derrota el sábado en Éibar (2-0), se queda sin capacidad de alcanzar la 6ª posición en la tabla, que ostenta el Real Oviedo con 63 puntos tras ganar 3-0 al Mirandés. 

Los zaragocistas, con 49, a falta de solo 12 por jugarse, no pueden llegar a esa cota 63. De este modo, se acabó la coletilla-flotador, ya no hay resquicio para el autoengaño y ya rigen la razón y la lógica. Ahora, parece que la horquilla por la que luchará el equipo de Jim oscila entre la 9ª y la 16ª plaza, en virtud de cuáles sean sus marcadores ante el Alcorcón y el Lugo, ambos visitantes de La Romareda, y frente al Oviedo y la Real Sociedad B, sus dos desplazamientos aún pendientes de cubrir. 

En ese caminar plácido y aburrido, sin apenas competitividad en muchos tramos de sus partidos desde hace 45 días, el Real Zaragoza ha cerrado antes sus lejanas opciones de soñar con algo positivo que las improbables de meterse aún en el peligro del descenso. Lo de jugar los 'play off' ha dejado de ser una quimera para ser un imposible. Ahora bien, las mismas matemáticas que regían por arriba aún están activadas por abajo y la pérdida de categoría, si se aplicase el mismo razonamiento utópico, aún podría darse (pero jamás sucederá por ser una carambola inhumana). 

En este último mes de competición, el de mayo recién estrenado, la entradilla "mientras las matemáticas no digan lo contrario" ha quedado obsoleta. Las matemáticas ya aseveran concluyentemente. A otra cosa, pues.