contracrónica

El Real Zaragoza de Fontainebleau

Aunque la clasificación apenas le permite ya muchas cosas, el Zaragoza mantiene su pulso de competidor y sigue batallando con decoro, como en su empate en Tenerife

Foto del partido Tenerife-Real Zaragoza, de la jornada 34 de Segunda División, en el Heliodoro Rodríguez López.
Foto del partido Tenerife-Real Zaragoza, de la jornada 34 de Segunda División, en el Heliodoro Rodríguez López.
Juan García Cruz/LOF

Un equipo que empata tanto y gana o pierde de vez en cuando como este Real Zaragoza está abocado al destino que le viene esperando en las últimas semanas: moverse en las tierras medias de la liga, a veces con peor cara, otras con mejor aspecto, como en Tenerife… La temporada es juez a estas alturas y la regularidad es eso: si lo has hecho bien en los meses previos, estás arriba. Si la línea ha sido negativa, estás abajo. Y si, como este Zaragoza, ni lo uno ni lo otro, las fuerzas internas de la clasificación te instalan en ese punto en el que flota ahora el equipo aragonés: el trámite de seguir compitiendo con pocas más expectativas de que todo acabe un día.

Y el equipo de Jim lo hace, compite. Hay muchos modos de afrontar este tipo de resignados escenarios. El fútbol está poblado de ejemplos. Y el Zaragoza ha optado por levantar la cabeza, seguir peleando y sumando, e intentar terminar allá donde más arriba pueda. Se llama la dignidad de competir. Hay que continuar jugando y ganando. En Tenerife estuvo a punto de hacerlo si Nano Mesa no esconde la cabeza y presume de pecho en el balón definitivo del partido. Era un gol como la copa de un pino para cualquier delantero que se precie, pero Nano Mesa, que no es la primera vez que gasta una bala de estas, lo desaprovechó.

Hubiera sido una victoria merecida, del Real Zaragoza dentro del marco de un partido igualado y reñido, uno de esos, ante un rival abierto, ambicioso y atrevido, en los que el escuadrón de Jim se maneja de maravilla: rival superior, simplificar las cosas, protegerse y golpear… Adelantado en el marcador, le empataron rápido, pero se mantuvo bien clavado al terreno. Sufrió un rato en la segunda mitad, y cuando había que resolver el partido, lo pudo hacer. Es una pena que el equipo de Jim haya caído en los altibajos que han definido su año, que no haya sido capaz de hacer de su identidad del partido de Tenerife una constante. Con su nivel del Heliodoro Rodríguez López, sería ahora rival directo del mismo Tenerife.

Al Zaragoza el fragor de la liga ya no le da para mucho más, pero quién sabe. El telón no se ha bajado. Es como el ejército francés del mariscal Soult en el cerco de Toulouse en abril de 1814. Aquella batalla era inútil de verdad, pues Napoleón había abdicado unos días antes y poco se podía sacar de más sangre y bayoneta. La suerte de Francia estaba echada. Las tropas españolas, inglesas y portuguesas del duque de Wellington habían encorrido a los franceses en su expulsión de España y sitiaron la ciudad. Tardaron un par de días en rendirla. Los franceses no tenían ya ni emperador, ni moral, ni guerra por la que combatir. Sin embargo, ahí siguieron. 

Napoleón había renunciado, pero su firma al tratado, célebre acuerdo sellado en Fontainebleau y que lo confinaría en la isla de Elba, aún iba a tardar unos días en llegar. Por eso se siguió batallando. Francia no daba para mucho más, pero quién sabe. Había que seguir mientras hubiera liga que jugar. Pues como el Zaragoza. Continúa compitiendo con decoro porque se resiste a su Fontainebleau.

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