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El aplatanamiento del Real Zaragoza cuando juega en el Heliodoro

Jim y sus pupilos tienen este sábado el reto de romper la tendencia de esta época en Segunda en Tenerife, donde sus partidos son siempre de baja intensidad y rentas residuales.

Cristian Álvarez, ante la mirad de Francés e Igbekeme, se marca en propia puerta el 1-0 el año pasado.
Cristian Álvarez, ante la mirad de Francés e Igbekeme, se marca en propia puerta el 1-0 el año pasado.
juan garcía cruz/lof

Decía el mediodía del viernes Iván Azón, en un ‘canutazo’ facilitado por el club en sus medios de internet, que este partido se afronta «tras un largo viaje de avión» a Canarias. Un apunte de soslayo que es letanía en la última época del Real Zaragoza, la que encadena ya nueve temporadas en Segunda División, cada vez que se viaja a las islas atlánticas y, en especial, a Tenerife. De una década a esta parte se tiene asumido que acudir a jugar allí admite el subterfugio del pesado desplazamiento de 2.100 kilómetros de vuelo, la novedad del cambio solar y en el reloj (el huso horario local es de una hora menos siempre) y el extraño contraste de temperatura y clima (en suelo volcánico todo es tropical, de calor húmedo permanente durante todo el año). Así se ha escuchado de los diferentes entrenadores, jugadores y demás protagonistas zaragocistas en los últimos tiempos con absoluta naturalidad.

Ciertamente, los Tenerife-Real Zaragoza en el Heliodoro Rodríguez de Santa Cruz, un clásico en Segunda División desde el último descenso, dan de sí para buscar excusas. Porque, sin excepción, los ocho duelos que ambos históricos equipos han jugado en tierras canarias desde 2013 han sido de lo peor del Zaragoza en cada uno de esos cursos deportivos. Es una constante acudir allí cada año y tragarse un fútbol lleno de sopor, de poco valor, con marcadores sin apenas goles y, lo más importante, sin ninguna victoria zaragozana como consecuencia de toda esa amalgama de defectos.

Últimos ocho partidos en Tenerife.
Últimos ocho partidos en Tenerife.
HA

Hoy, el reto de Juan Ignacio Martínez ‘Jim’ y la actual plantilla es precisamente, en esta nueva comparecencia ahí, romper esta dinámica, esta tendencia, este embrujo que aplatana a los zaragocistas cuando salen a este estadio canario. Aplatanar en un verbo recogido en la RAE que responde a un efecto que vuelve indolente o apático y deja sin fuerzas o ganas de hacer nada a las personas, en especial por la meteorología. Al Real Zaragoza moderno, en años malos y también en años más decentes, le ha sucedido una vez tras otra esta patología en Tenerife. Hoy existe pues el acicate para los de Jim de acabar con esta aprensión que tanto sorprende a quienes acuden a verlos en cada episodio en este bonito estadio.

No se queda atrás tampoco el Tenerife cuando recibe a los blanquillos. Los chicharreros no han pasado de marcar más de un gol como máximo en estos enfrentamientos en Segunda en la era moderna. Eso sí, han logrado no caer jamás ante los aragoneses, con cuatro victorias isleñas por 1-0, tres empates 1-1 y otra igualada, 0-0.

Del día a la noche

Esta conducta del Real Zaragoza en Tenerife no fue siempre así. Al contrario, si se quiere utilizar en los tiempos contemporáneos como burladero para justificar lo que afecta a los futbolistas un viaje tan lejano y con tantos cambios en los biorritmos en pocas horas, quienes lo esgrimen pierden la razón cuando se les recuerda que, en tiempos un poco más pretéritos, con los dos equipos en Primera, el Zaragoza cuajó siempre grandes partidos en ese feudo. Ahí hubo muchos goles, un triunfo por 1-3, un par por 1-2, un empate 3-3, otro 2-2, una derrota en un fútbol tómbola por 5-3... y hasta en Segunda, el año aislado en el que entrenó Marcelino García, el cuadro aragonés ganó 1-2 en el Heliodoro. Entonces el aplatanamiento no se daba por rutina. Quizá es que este efecto no tenga que ver directamente con lo medioambiental y si más con lo cualitativo.

La cuestión es que, en este calvario en Segunda, en esas porterías solo se han cantado tres goles zaragocistas: uno de Arzo, otro de Vallejo (curiosamente, dos centrales con escaso bagaje goleador) y el último del ariete Luis Suárez. En cinco de los últimos choques ahí el Zaragoza no ha tocado las redes... salvo el año pasado Cristian Álvarez que, sin querer, en un gol tragicómico, se marcó en propia puerta el fatal 1-0 en la fase de Iván Martínez, en plena crisis de hondura que luego trajo a Jim. Hoy debe hallar la pócima para evitar que los suyos se le aplatanen.

Paco Giménez

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