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Sin convocatorias, sin afectados por covid explícitos, los partidos son anónimos

Tras la experiencia vivida en Miranda con el club local, que ocultó hasta última hora sus bajas y su lista de citados, el Real Zaragoza -como hace el resto de clubes- viaja a Ponferrada sin ofrecer su elenco de jugadores.

Los dos autobuses en los que viaja el Real Zaragoza hacia Ponferrada desde las 12.15 de este sábado.
Los dos autobuses en los que viaja el Real Zaragoza hacia Ponferrada desde las 12.15 de este sábado.
RZ

El Real Zaragoza se sumó este sábado, 8 de enero de 2022, a la nueva moda de afrontar los partidos oficiales sin convocatoria previa, sin desvelar cuántos ni quiénes son los jugadores afectados por covid-19 y, por derivación, sin que sea posible que el espectador, tanto el que acude a los estadios como el que ve el fútbol por televisión, pueda conocer de antemano el contenido de su producto, de su espectáculo, de eso por lo que paga. 

No cabe cargar ni un átomo de culpa al Real Zaragoza por su iniciativa, que es fruto del agravio vivido por los aragoneses la semana anterior en Miranda de Ebro, cuando el club local, el CD Mirandés, ocultó hasta una hora antes del choque en Anduva el reparto de protagonistas de su citación y, por ende, cuántos y quiénes eran los afectados por covid (siete del primer equipo finalmente, no diez como trascendió dos días antes) que, al ser baja médica, modificaban ostensiblemente el formato del once inicial burgalés. El Zaragoza afrontó el duelo de Miranda a pecho descubierto, con su citación pública habitual, contando a todo el mundo que tenía a Chavarría ausente por contagio pandémico. Los otros no lo hicieron igual. Y, ahora, el cuadro blanquillo se suma -con toda la legitimidad, mientras alguien no ponga coto a esto-  al método de ocultación de datos que La Liga está consintiendo a diestro y siniestro, llevando a cada partido liguero en el profesionalismo español a un estado casi apócrifo, anónimo en cualquier caso. 

La Liga se está moviendo pues, contra natura de su propio interés público, de ese rango de industria/negocio hecho para las televisiones (mucho más incluso que para los asistentes a los estadios). Hay partidos de fútbol, señores televidentes y seguidores que van a las tribunas, pero no les decimos previamente a quiénes van a ver ustedes y, por ello, tampoco a quiénes no van a poder ver. Siéntense usted (donde sea) y ya apreciará y deducirá sobre la marcha en qué consiste su partido de interés y, así, se entretendrá un rato más en adivinar quiénes pueden tener covid, o tal vez una rotura muscular, y no están presentes en el campo de juego.

La UEFA y la FIFA, en las competiciones internacionales de turno, obligan a los equipos a determinados cumplimientos públicos: convocatorias, ruedas de prensa de entrenadores y un jugador 24 horas antes de cada choque. La normativa consiste en aderezar cada partido con los detalles previos necesarios para generar interés, llamar la atención del cliente/espectador, informar del libreto de lo que se va a ver. En España, en este rebrote de covid-19, el día a día se ha ido hacia las antípodas de esto. Se esconden datos claves para el potencial televidente/espectador de grada, derivación de cada partido hacia una oscuridad de datos que lo convierten en un espectáculo fantasma hasta que no pita el árbitro su comienzo. Obviamente, algo está mal en este desarrollo de los acontecimientos. 

No se concibe que, en cualquier teatro de España, se le diga al espectador que vaya a la sala, tome asiento, y luego ya se verá si en el escenario se ofrece 'Don Juan Tenorio' o 'Eloisa está debajo de un almendro'. Y si sobre las tablas estará Emilio Gutiérrez Caba o José Luis Sánchez García. Eso ya lo advertirá el público cuando se levante el telón. Ni tampoco tendría razón de ser llamar a la gente a las salas de cine del país, solicitando el pago de sus entradas o bonos, sin avisarles si allí se va a proyectar 'Tiburón', 'La Misión', 'Los bingueros' o 'La escopeta nacional'. No existe el teatro a ciegas. Ni el cine a ciegas. Pero sí ha nacido el fútbol a ciegas.

El balompié profesional en España es una fuente inagotable de circunstancias sorprendentes, esperpénticas muchas veces, vodevilescas. Esta nueva moda de la ocultación de convocatorias, de bajas por contagios víricos (algo que en el resto de la sociedad se pide sea público y explícito, para que puedan trabajar los médicos, rastreadores y demás elementos del sistema sanitario) y de llegar a la antesala de los partidos en una nebulosa de nula visibilidad, ya forma parte del circo. 

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