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Real Zaragoza: ajedrez a puñetazos

Análisis de las claves del triunfo (2-3) del Real Zaragoza contra Las Palmas en el estadio de Gran Canaria.

Las Palmas - Real Zaragoza / 13-11-2021 / Foto: Sabrina Ceballos / LOF[[[FOTOGRAFOS]]]
Las Palmas - Real Zaragoza
Sabrina Ceballos

1. El gambito de Viera

Las Palmas, en honor a sus individualidades y su poder y recursos ofensivos, salió como un torbellino en la apertura del partido subido a lomos de la vibrante genialidad de Jonathan Viera. El Real Zaragoza no supo interpretar la libertad de movimientos del inspirador canario. Jim reformó de nuevo al equipo con cinco cambios debido a las bajas, manteniendo la estructura 4-1-4-1 y un bloque defensivo en zona media que presentó fisuras ante el dinamismo, el ritmo y el intercambio posicional de Las Palmas, un rival muy complejo de defender. El equipo Mel se avivaba en su sector izquierdo, donde Kirian y un profundo e interesante Sergio Cardona compensaban la libre circulación de Viera, suelto por el campo como un artista con pincel. La zona entre Eguaras, Zapater y Lluís López era una sangría. Viera lo aglutinó todo durante la primera media hora, castigando las zonas intermedias, mientras Las Palmas colapsaba al Zaragoza con una presión adelantada y lo hundía con un juego de combinaciones, imaginación y frescura. Pero todo gambito exige un sacrificio, y muchas veces, en el fútbol, donde el rival afila sus fortalezas, también esconde sus debilidades.

2. Jim enroca el mediocampo

Y Jim las vio. Fue su primer movimiento de piezas con incidencia ganadora en una tarde pletórica en la dirección de campo. Después del primer gol canario, el técnico ajustó la posición de Zapater, demasiado lejos del resto del equipo, acercándolo a Eguaras. Fue un avance del cambio del descanso que condenó a un James demasiado caótico en la presión y que asentó al Zaragoza en un 4-2-3-1. Con ese reajuste del capitán, el Zaragoza limitó espacios intermedios a Las Palmas y comenzó a observar en las espaldas del doble pivote local y en la de Cardona, en su banda derecha, un filón por explotar, pues el potente lateral derecho apenas recibía ayudas de Viera, Kirian y Loiodice: allá donde los canarios organizaron su carnaval, comenzaron a sufrir. Eguaras y Gámez espolearon ese resurgir, con el mediocentro navarro derrochando lucidez a la hora de detectar y amenazar los sectores débiles del rival. Así llegó el gol del empate. El Zaragoza había conseguido poner a Las Palmas a correr hacia detrás, girándolo por completo. Y ahí, le saltaron las costuras.

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3. ¿Ajedrez o boxeo?

Con Vada y Narváez ya en el campo y reorganizado en un 4-2-3-1, el Zaragoza vivió su momento. Pepe Mel metió a Benito Ramírez para reforzar su banda izquierda, bajando Kirian a la sala de máquinas y dejando a Viera arriba con Jesé, dos jugadores con licencia para correr solo hacia delante. Actividad en el tablero de Jim y Mel, enfrentados en un duelo de pizarras, análisis y respuestas. Pero el partido, sobre el césped, lejos de encorsetarse, se descontroló, como en esos delirantes combates de ‘chessboxing’ en los que dos boxeadores se sientan en el ring a jugar al ajedrez y, entre movimiento y movimiento, se sacuden guantazos a lo grande. Las Palmas y Zaragoza pasaron a intercambiarse golpes, en un ida y vuelta entre dos equipos jugando a ganar, a cara de perro, escenario poco común en Segunda. Los ataques se desbordaron de tal modo que entre ambos equipos remataron 30 veces. Una barbaridad.

4. La torre Gámez

El Zaragoza se adelantó en sus mejores minutos, sometiendo a Las Palmas y forzándolo a defenderse de una manera en la que sufre, a campo abierto, con sus centrocampistas corriendo hacia atrás y sus centrales con muchos metros por proteger. El Zaragoza se impulsó en un atinado Eguaras y en el ‘timing’ de Gámez, preciso a la hora de elegir sus ofensivas, lanzando rupturas o parándose para los apoyos, corriendo la banda en vertical, de arriba abajo, pero siempre dando la profundidad oportuna, como una torre recorriendo escaques del tablero. Es un jugador básico en el mecanismo de ataque. Casi todo sucedió en ese costado del campo: si Las Palmas atacó el 51% del tiempo por allí, el Zaragoza replicó con casi el 40%. También, por allí, emergería el gol ganador de Álvaro y Bermejo, por fin, determinante en su juego vivo, intrépido y desbordante.

5. Jaque mate: Azón y Clemente

La entrada de Sadiku antes del tercer gol empezó a tener efectos y el Zaragoza se aculó sobre su área. Pepe Mel también metió a Mesa y Clau Mendes con intención de un asalto por la vía directa y los centros. Al Zaragoza le tocó sufrir, y supo hacerlo, apoyado en un Jair inmenso, más ante el día de dudas de Cristian, vital, por otra parte, cuando debió serlo. Narváez, muy limitado por un regreso que pareció prematuro tras la lesión, no tenía gas arriba. El Zaragoza necesitaba alejar al rival de su área con metros y tiempo e incrementar sus defensas. Y Jim movió para el jaque mate: Azón le dio al equipo velocidad, astucia, cuerpo y batalla para alejar la pelota del peligro y amenazar con el cuarto gol. Y Clemente añadió un hombre más en la muralla. Asunto zanjado. El Zaragoza se llevó así una intensa y divertida partida, de mucho nivel, con dos entrenadores encontrando respuestas y formulándose preguntas continuamente… Y ganó Jim, y lo hizo jugando con negras, con esa ligera desventaja de mover en función de la apertura del rival, de ese comienzo preocupante, del gol inicial de Las Palmas, de su empate a dos posterior… El Zaragoza respondió en cada momento como un gran maestro.

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