Real Zaragoza-Leganés: adiós, liga 20-21, adiós

A las 9 de esta noche dominical comenzará el partido Real Zaragoza-Leganés en La Romareda, el de la jornada 42ª de la Segunda División. Y terminará el choque a eso de las 11 ya pasadas. Entonces, será el momento de despedir de un sonoro portazo a la liga 2020-21. Adiós. Hasta nunca. Maldita.

Es el último duelo del curso de la pandemia, el que se ha disputado sin público, el más anómalo de la historia del fútbol español. Una temporada que deja en Zaragoza feos recuerdos en términos futbolísticos, pues el equipo ha estado coqueteando con el descenso durante meses y meses, con momentos críticos en la clasificación y en la gestión del vestuario, del área deportiva. Por eso, en los estertores de este 30 de mayo, la hora del adiós a esta campaña será un instante de desahogo, de descanso mental para todos.

Va a quedar atrás, por fin, el año más vertiginoso, el más peligroso, en la vida del Real Zaragoza de las últimas siete décadas. Un ejercicio de funambulismo que, gracias a Dios, ha concluido sin penalización, sin descenso, con una salvación milagrosa –en muchos detalles– fraguada en la segunda vuelta de la mano del que ha sido el tercer entrenador de tan abrupto episodio, Juan Ignacio Martínez ‘Jim’. Mano de santo lo suyo. Un hito que se graba en letras de molde en la trayectoria vital del club/SAD. Algo extraordinario.

Este partido de hoy ante el Leganés es, de partida, un trámite para el Real Zaragoza. Tan solo hay (alguien dirá que es cuestión mollar) unos miles de euros en danza en virtud de cuál sea el puesto final en la tabla. Por el contrario, para los madrileños, que llegan terceros en la tabla y ya con su pasaporte certificado para jugar la inminente promoción de ascenso a Primera División, es un duelo clave. De ganar mantendrán los privilegios que les otorga ese puesto:el factor campo y la prevalencia en caso de empate en los cruces de los ‘play off’. Muy importante, pues, para ellos.

Por eso, el Real Zaragoza no puede salir de paseo, pese a que, como ya se manifestó el pasado fin de semana en Mallorca (adonde se viajó con la salvación matemática rubricada tres días antes frente al Castellón con aquel balsámico 3-0), la tensión competitiva es inevitablemente más baja entre los blanquillos tras ocho meses sufriendo en la zona más desagradable de la clasificación. Hoy cabe honrar al fútbol, al juego limpio. Además del Leganés, otros también dependen del marcador de La Romareda. Girona, Almería y hasta el Rayo Vallecano pueden cambiar su orden clasificatorio si el Zaragoza derrota a los del sur de Madrid o, incluso, les araña un empate. Y la vida es muy larga.

Jim avisó el viernes de que el Real Zaragoza no va a afrontar este duelo con pasotismo y relajo. Otra cosa, felizmente, es que los blanquillos hayan alcanzado las dos últimas jornadas con sus deberes supremos hechos. Menos mal, por cierto. Porque pensar que esta noche el Zaragoza necesitase ganar imperativamente al Leganés para eludir la caida a los infiernos... genera sudores fríos.

Porque Jim ha llegado a este epílogo con varias bajas de envergadura en una plantilla de grandes deficiencias estructurales durante toda la campaña. Francés está con la selección de España sub-21 en Eslovenia. Habría sido una faena mayúscula de jugarse algo hoy el cuadro zaragozano. Así, es mera anécdota. Adrián, Peybernes, Eguaras y Atienza, con lesiones musculares, están KO. Vigaray y Vuckic, tampoco llegan por fin.

En el Leganés, Asier Garitano recupera de la enfermería al exzaragocista Borja Bastón, a Arnáiz y a Shibasaki. Reserva al tocado Sabin Merino (su pichichi) y pierde por problemas médicos a Omeruo y Bustinza; tampoco estará el venezolano Rosales, convocado por su selección nacional. Además, sabida es la baja indefinida del cedido zaragocista Lasure.