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El Zaragoza se hace mayor

Análisis de los puntos claves del triunfo del equipo aragonés frente a Las Palmas en el Estadio Gran Canaria

Partido Las Palmas-Real Zaragoza, de la 23ª jornada de Segunda División
Partido Las Palmas-Real Zaragoza, de la 23ª jornada de Segunda División
AGENCIA LOF

1. Kagawa cambia la figura. El triunfo del Real Zaragoza en Las Palmas fue un parto largo y complicado, en un duelo igualadísimo que se jugó en el límite del error y el detalle. Víctor Fernández apostó, de inicio, por Kagawa como relevo del enfermo Soro. Esta novedad tuvo varias implicaciones. El Zaragoza perdió su habitual doble punta ofensiva y se ordenó en ataque en un 4-2-3-1, con el japonés mucho más flotante en el sector del centro del campo que Puado en partidos precedentes. Esto restó al Zaragoza energía principalmente al iniciar la presión y trabajar el robo. Por otro, lado con Kagawa en esa mediapunta, Puado se escurrió a la banda derecha de modo ortodoxo, sin apenas incidencia por dentro en la primera mitad. Estos cambios rebajaron el dinamismo que el equipo aragonés venía exhibiendo en zona de creación. No es un equipo con complejos mecanismos de ataque interiorizados y lo notó frente a la solidez, organización y pulcritud de las líneas canarias. 

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2. Catapulta hacia Luis Suárez. El calendario asimétrico impulsado por LaLiga ha provocado que, como esta temporada, los partidos contra un mismo rival tengan una referencia más real e inmediata que nunca. Hace poco más de dos meses que el Zaragoza ganó a Las Palmas explotando su lenta espalda con la potencia de Luis Suárez y esas notas guiaron la puesta en escena de Víctor Fernández. El Zaragoza lo buscó a él, y a Puado, con desplazamientos largos y carreras al espacio. Apenas se digería el juego en la sala de máquinas de Guti y Eguaras: el centro del campo fue un lugar de paso. No obstante, Mantovani y Aythami no presentaron fisuras y controlaron bien esas situaciones. Aun con todo Luis Suárez agarró dos opciones con su rostro de lobo estepario. Por su parte, Las Palmas lanzaba arriba a sus laterales y soltaba por dentro a Pedri para fabricar superioridades. Es un equipo fiel a la tradición de la escuela canaria. Jugadores finos, intrépidos, intuitivos y traviesos como Pedri, Kirian, Fabio o Benito. Sin embargo, Atienza y Guitián estuvieron toda la noche ágiles de pies y atentos de posición para controlar las embestidas rivales.

3. El bloqueo. Durante la primera mitad, apenas sonaron las alarmas. Pocas cosas sucedieron tras unos primeros minutos de examen y tanteo. Ambos equipos se observaron con respeto y temor, minimizaron riesgos y licencias creativas, y el duelo se introdujo en una fase de bloqueo. Fue como una partida de ajedrez desembocada hacia las tablas. Cada movimiento era exactamente replicado por el rival: los peones se apoderaron del tablero. Así, Las Palmas y Zaragoza se ataron de pies y manos el uno al otro. La premisa de ambos técnicos fue guardar y fijar posiciones. El miedo al error se apoderó del partido: un detalle mínimo se intuía como la salida definitiva a ese bloqueo. 

4. De golpe en golpe. Al Zaragoza le cuesta producir juego en ataque posicional cuando delante tiene un colectivo bien ajustado, solidario y organizado. Y Las Palmas lo es. En cambio, el equipo aragonés es un puño de hierro cuando un partido se despoja de corsés. Y eso sucedió tras el descanso. Las tijeras que cortaron las amarras fueron Pedri y Puado. El atacante zaragocista se despegó de la banda (ahí entraría Álex Blanco) y comenzó a pisar zonas interiores y ampliar su radio de influencia. El Zaragoza se estiró, a la vez que en Las Palmas, el talentoso Pedri se convirtió en un electrón libre que comenzó a generar incertidumbre en el sector de los centrales y pivotes del Real Zaragoza junto a Kirian. El partido revivió, se aceleró, se abrió... Y, ahí, en el intercambios de golpes, el Zaragoza es implacable, siempre tendrá las de ganar si Puado y Luis Suárez andan sueltos. Se multiplicaron las ocasiones: Kagawa, Luis Suárez, Kirian, Puado, Araujo, Pedri... Cada equipo tuvo su 'momentum'. El Zaragoza hasta el minuto 60. Las Palmas hasta el 75. Entonces, se abrió una brecha, y la tuneladora Luis Suárez, su fe, su hambre, su cuerpo de acero, arrolló la defensa canaria y sacó un penalti decisivo: el detalle desequilibrante hacía caído del lado zaragocista. 

5. Oficio y madurez. Javi Ros, el arte del esfuerzo, se llevó los focos por su gol definitivo desde los 11 metros: salió y su primer toque fue un zapatazo al ángulo imposible de los porteros en los penaltis. Sin embargo, su papel aún sería tanto o más decisivo en el tramo en el que el triunfo le demandaba al Zaragoza firmeza, sacrificio y sudor. Con Ros, se reunieron cuatro mediocentros en la centro del campo, con el objetivo de ganar recorrido defensivo y cerrar pasillos interiores y obligar a Las Palmas al juego exterior. El Zaragoza protegió la victoria, de este modo, con oficio y madurez. No concedió nada. Interpretando con juicio y destreza ese momento de partido y exhibiendo una musculatura competitiva que ya le define como equipo. El Zaragoza tiene un estilo concreto de juego y se levanta sobre una filosofía y un modelo. Pero el papel que sostiene todas esas letras es mucho más simple: su carácter. Sabe sufrir. Es un equipo joven, pero curtido y crecido. Conoce la adversidad y la domina. Los regresos de soldados expertos como Cristian, Vigaray y Atienza y la puntual contribución de Javi Ros cuando el partido le reclama han potenciado esa gladiadora personalidad y reforzado su resistencia colectiva. El fútbol del Zaragoza se ha hecho mayor. 

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