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El Real Zaragoza logra un triunfo de oro en Las Palmas en la recta final del partido

Javi Ros, de penalti cometido sobre Luis Suárez, anotó el 0-1 definitivo en el minuto 82 tras mal primer tiempo y una segunda mitad que fue una ruleta rusa entre ambos rivales.

El Real Zaragoza salió triunfante en la noche de este martes del campo de Las Palmas, donde ganó 0-1 en la recta final del duelo gracias a un tanto de Javi Ros de penalti en el minuto 82. Fue un encuentro de contrastes, sin una trama regular en el juego, nada sugerente en la primera fase y convertido en una ruleta rusa, en un doble o nada entre ambos adversarios tras el descanso. Pudo ganar cualquiera por la irregularidad global mostrada sobre el césped y, finalmente, fue el equipo aragonés el más listo y acertado en el momento de la verdad.

Si se afirma con solemnidad que el primer tiempo de anoche en en estadio de Gran Canaria fue, con diferencia, el peor del Real Zaragoza en sus desplazamientos en lo que va de temporada, seguramente no se está errando. Esa es la sensación que quedó grabada en el cerebro del analista en la tribuna de prensa del campo insular. Un tostón monumental, de ambos equipos, cierto es. Pero lo de la UD Las Palmas no es cuestión que incumba por aquí. Lo que resultó decepcionante, a raudales, fue la puesta en escena de un Zaragoza romo en ataque, amorfo en el medio campo, sin sustancia con el balón, con sus mejores futbolistas apagados o desdibujados en exceso.

Lo mejor de esos primeros 45 minutos, sin tener gran mérito tampoco por la endeblez de un Las Palmas lacerado por un aluvión de lesiones y bajas, fue el 0-0 del marcador. Al menos, no hubo daños colaterales a tan mala praxis futbolística de los de Víctor Fernández. Fue una noche de desconexión generalizada en el primer tramo del envite. No cupo anotar un solo disparo a portería de los tomates (de rojo total vistió el Zaragoza en la isla). Apenas una ocasión generó el atolondrado grupo del cuadro aragonés, una contra de Luis Suárez, ya en el minuto 38 tras un pase al espacio de Igbekeme, que el colombiano malogró al detenerse a regatear en el área en vez de chutar a la primera y, cuando lo hizo, golpear el balón en el cuerpo de uno de los zagueros que lo perseguían. Y se acabó el Zaragoza. No hubo ninguna oportunidad más en medio partido. Tremendo dato.

En frente, menos mal, había un Las Palmas ya sin Viera ni Maikel Mesa (se han ido), y sin Ruiz de Galarreta, Narváez, Fede Varela, Srnic, Dani Castellano, Curbelo, Drolé, Álvaro Lemos, Cedrés, Rubén Castro, Aitor Fernández… todos de baja por un aluvión de incidencias, casi todas en forma de lesión. Pepe Mel hizo lo que pudo para armar un once competitivo. Aquí al menos nadie barajó suspender el partido por una epidemia de no se sabe qué. Se jugó, aunque fuera un pestiño de partido de marca mayor en los primeros 45 minutos del guión. Aun así, el único disparo con intención previo al intermedio lo ejecutaron los locales, por medio de Benito en el minuto 16, fuera, muy desviado desde el pico del área.

Y, en terrenos del limbo quedó, en otro ataque canario, un posible penalti por mano de Vigaray a centro de De la Bella en una jugada del juvenil Pedri, el único que marcaba alguna diferencia entre los amarillos, que pudo ser objeto de análisis del VAR. Pero el linier le hizo un favor al árbitro Vicandi… y al Real Zaragoza, pues señaló fuera de juego del lateral de los isleños, que no era, y anuló así cualquier polémica posterior. Era el minuto 34, ya con todo bien avanzado y en pleno bostezo global. La escasa afición canariona que se dio cita en el deslavazado campo de Gran Canaria, tan sugerente y bonito estéticamente como frío y destartalado en cuestiones cruciales para el fútbol, se aburrió de lo lindo… como los miles y miles de televidentes, con seguridad absoluta.

El Real Zaragoza se conformó con hacer un fútbol control, un toque y toque constante que no le llevaba a ningún lado nunca. Puado no existió, pegado a la banda derecha. Vigaray, por detrás de él, anduvo nulo de ideas, jugando a lo fácil, simplón. Por el otro lado, Igbekeme peleó mucho pero sacó provecho de muy poco, torpe las más de las veces. Nieto, su sombra trasera, no sale de su espiral de malas decisiones y juego al límite del error grueso siempre. En el enlace, Kagawa volvió a dar muestras de frialdad, de no estar enchufado. Desesperó a Víctor, a los centrales, a todos, cuando echó a perder un par de córneres por no decidirse a ponerlos en el área con todo el mundo arriba. Le pasa siempre este defecto. Parece mentira en un tipo que tiene vitola de estrella. Ah, y en ausencia del enfermo Soro, a Guti le faltó su mejor socio y no lució ni la mitad de la mitad de otros días. Sin ningún brillo anduvo el ‘14’ todo el tiempo. Atrás, eso sí, no hubo apenas padecimientos. Había poco rival y Las Palmas no creo demasiados quebraderos de cabeza a Guitián, Atienza o el portero Álvarez. Obviamente, el goleador Luis Suárez anduvo muy solo, un náufrago.

Todo quedó abierto para la segunda mitad. El primer periodo, por la escasez de datos reflejados sobre la hierba, era como si no se hubiese jugado. Conjunto vacío, como en matemáticas. Algo inexistente. Y, a tenor de como se reanudó el choque, hubo broncas en ambas casetas. Frenético fue todo. En la primera jugada, el local Fabio forzó un córner tras centro de Araujo. En ese saque de esquina, Mantovani casi marcó a bocajarro, tras una chilena de Araujo, pero Cristian Álvarez taponó bajo palos. En la réplica, en una cadena sin fin, Puado se marchó de Suárez y cuando iba a asistir a Kagawa bajo palos, se trastabilló solo en un error doloroso. En tres minutos ya había habido más meneo que en toda una parte.

Y el aluvión de ocasiones no se detuvo todavía ahí. En el 49, de seguido, Kirian volvió a probar a Cristian Álvarez desde la frontal del área, con buena respuesta del portero zaragocista a un chut centrado. En la contra, de nuevo Puado pudo poner al Zaragoza por delante, en otra galopada personal que acabó mano a mano ante Valles, que repelió su disparo raso y cruzado para echar el balón a córner. De ese saque de esquina, Atienza cabeceó al poste en el primer palo, otra gran opción desperdiciada por los zaragocistas en este frenesí repentino. Era aún el minuto 51. Para pellizcarse después de aburrimiento anterior.

Cuando todo parecía amainar, como era lógico, el joven portero isleño, Valles, regaló el gol a Kagawa en un pase incomprensible desde atrás. Cuando todo el mundo tenía asumido que el 0-1 iba a entrar, en el minuto 55, el nipón malogró tamaña oportunidad al ejecutar fatal el regate ante el arquero, que le rebañó la pelota para rectificar su pifia monumental. Kagawa fue sustituido de inmediato por Blanco. El asiático no vuelve en sí. En definitiva, que de esa agitación brutal del primer cuarto de hora del segundo periodo, en la que el marcador se pudo ir a un 2-2 o a un 2-3 tranquilamente… todo siguió con el feo 0-0 del inicio. Era una noche maldita. Embrujada para los rematadores.

Así lo confirmó Kirian en el 63, cuando remató solo, a quemarropa, con la cabeza, un centro largo al área zaragozana. Estaba solo. El gol era un hecho… pero no le dio dirección y Cristian Álvarez paró en el centro de la portería. Un susto de órdago para el Real Zaragoza, dentro del carrusel, de la ruleta rusa en la que se había convertido la segunda parte. Cómo vería Víctor al desconocido Vigaray que lo retiró del campo a falta de más de 20 minutos y puso a Delmás para taponar mejor el lateral derecho de la zaga. El madrileño no pareció estar redondo físicamente. Con Pedri como par, la decisión tenía su miga.

Blanco tuvo el gol zaragocista en el minuto 70. Se metió solo en el área pero, en vez de tirar él, decidió asistir a Puado y favoreció que un defensor interceptara ese pase que no existió. Para entonces, la defensa aragonesa era un flan, se había descompuesto por momentos. Las Palmas marró hasta tres regalos en el área consecutivos, cuyo corolario lo puso Guti, con una pérdida suicida en la salida de atrás, regalándole el gol a Pedri. Pero ahí apareció el salvador de siempre, Cristian Álvarez, para evitar un tanto que, a esas alturas, ya olía a decisivo para quien lo pudiera consumar.

Y ese sería, por fin y afortunadamente, el Real Zaragoza. La moneda cayó de su lado. Sigue el viento de cola. Bendito viento. En el minuo 80, Luis Suárez fue objeto de claro penalti por derribo de Mantovani, tras un par de ataques intencionados de los zaragocistas con buenos disparos de Blanco y el propio Suárez restados, tal vez en sendas manos, por los zagueros locales. No hubo lugar a esperar al VAR. Llegó esta pena máxima cristalina y Vicandi la indicó. Iba a salir Javi Ros hacía rato. Y lo hizo justo para tirar el penalti. Al estilo balonmano. Lo colocó por la escuadra, con maestría, demostrando que es el verdadero especialista del equipo. A falta de 8 minutos el Real Zaragoza encontró su premio pretendido y solo era cuestión de guardarlo un tiempo muy breve.

Pekhart, ariete tanque puesto en danza por Mel al final, tuvo el empate en el 89, pero no llegó a remachar en el área pequeña un centro cerrado de Kirian. Y, en pleno acoso alocado de los locales, Blanco marró el 0-2 en el 92 tras un pase dulce de Luis Suárez en una contra en ventaja. El pitido final de Vicandi trajo la alegría suprema a los zaragocistas, que duermen en puntuación de ascenso directo a Primera a expensas de lo que haga el Almería

Ficha técnica

UD Las Palmas: Valles; Álex Suárez, Mantovani, Aythami, De la Bella; Javi Castellano, Fabio (Haro, 83); Benito (Pekhart, 75), Kirian, Pedri; y Araujo.

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Vigaray (Delmás, 68), Atienza, Guitián, Nieto; Eguaras, R. Guti, Igbekeme; Kagawa (Blanco, 56), Puado (Javi Ros, 81) y Luis Suárez.

Árbitro: Vicandi Garrido (Comité Vasco). Amonestó a Benito (38), Mantovani (80) y Kirian (85).

Goles: 0-1, min. 82: Javi Ros, de penalti.

Incidencias: Noche excelente en Las Palmas, con 19 grados tras un día soleado, de clima tropical, en el que se rebasaron los 21 al mediodía. El césped del estadio de Gran Canaria presentó un aspecto magnífico. En las gradas, pobre entrada, alrededor de 8.500 espectadores.

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