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Linares: “El fútbol, al final, es justo”

El delantero de Fuentes de Ebro reivindicó en Almería un rol de utilidad dentro del Real Zaragoza después de unos meses subestimado por Víctor Fernández

Miguel Linares, en un entrenamiento.
Miguel Linares, en un entrenamiento.
Toni Galán

Aunque a veces le cueste más de lo debido, el fútbol siempre acaba poniendo las cosas en su sitio. La historia de Miguel Linares, precisamente, ejerce de muestra cristalina y de implacable lección. Una trayectoria construida con muchos sacrificios, mucho sudor, mucho barro y mucha perseverancia. Valga la carrera del delantero de Fuentes de Ebro como reflejo exacto de su temporada: subestimado por Víctor Fernández desde el pasado verano, Linares se abrazó a su viejo recetario de soldado del fútbol, se abrazó a la paciencia, al esfuerzo y la profesionalidad mientras le negaban algo más que unos minutos de juego: le negaban su derecho a dignificarse como futbolista. Víctor le puso la cruz, pero Linares no había tenido ni siquiera la oportunidad de poder borrársela. Hasta Almería.

Allí, en el césped, en el tribunal apropiado, Linares dictó sentencia: marcó un gol de su raza, le salvó un punto dorado al Real Zaragoza y evidenció que, si bien él es el primero en asumir que la falten cosas para el cargo de delantero principal del equipo, posee un apreciable valor como recurso, complemento y solución ofensiva en esta plantilla de bajo coste. Más aún cuando los dos puntas en la cima de la pirámide de jerarquías, Dwamena por enfermedad y Luis Suárez por sanción, no están. “El fútbol, al final, es justo y te da oportunidades”, reconocía Linares al término de empate del Zaragoza en Almería. Y no tardó en recordar el cariño del vestuario, declaración breve, única, que lanza, eso sí, mil y un mensajes: “Me ha ayudado la alegría y la vida que me dan los compañero, aparte de la ilusión de vestir esta camiseta. Se han alegrado por mí como pocos compañeros en mi carrera, porque todos sabían lo que había detrás de ese gol. Estoy feliz”.

Detrás de ese gol ha habido unos meses en los que, semana tras semanas, Linares se ha tenido que escuchar, de forma más o menos directa, que el Real Zaragoza no tenía delantero, que necesitaba fichar uno a toda costa, que la zona atacante se había quedado hueca, que aun con las bajas de Dwamena y Luis Suárez la alternativa de alguien que no es delantero centro como Pombo era preferible a la suya… Como si Linares no perteneciera a la plantilla.

Este desconsideración no solo ha desafiado la propia confianza del futbolista de Fuentes, sino que también ha tenido su interpretación en la convivencia del grupo. De ahí, el agradecimiento de Linares a sus compañeros en Almería. “Es el míster quien toma las decisiones -comentó Linares-. Yo trabajo para ponérselo difícil. Luego, está en su mano sacarme o no. Yo estaba preparado para jugar”, subrayó. Con la gestión del caso, Víctor Fernández no solo ha restado argumentos futbolísticos al Real Zaragoza o ha acortado la plantilla. También ha establecido unos rangos inamovibles, un pecado que ha limitado en el grupo una de las bases de su dirección, la lucha por una oportunidad, la competencia interna como vía de mejora del futbolista, en este caso, los otros delanteros, Luis Suárez o Dwamena cuando estuvo disponible: entrenara bien o mal, con más o menos méritos, Linares tenía la suerte echada de antemano. Su carta estaba marcada. El aragonés ha sobrellevado este episodio con la misma profesionalidad, elegancia y decoro que han definido su carrera.

A sus 37 años, exhibió utilidad en Almería. Afiló al equipo, le cambió la cara, le subió los grados de intimidación, introdujo dudas en la defensa rival, impregnó de oficio y veteranía los minutos finales… En resumen, ejerció de delantero en un ataque que no lo había tenido durante casi una hora. “Me hubiera gustado más marcar el 0-1, pero salir del banquillo y sumar tu grano de arena para que el equipo sume un punto es de lo que vivimos los delanteros”, explicó tras un partido en el que el Zaragoza jugó bien sus bazas: “Sabíamos que era un campo complicado y se ha puesto la cosa fea con el 1-0, pero el equipo ha mantenido la cara al partido, ha podido empatar y es una lástima no haber podido tener alguna otra ocasión», analizó Linares, viejo zorro que, con su gol, gritó en Almería que no ha olvidado marcar. Porque uno nunca se olvida de ser delantero, aunque le olviden.

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