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El Extremadura, rival talismán y de emociones fuertes para Víctor Fernández

El entrenador del Real Zaragoza debutó el año pasado contra los de Almendralejo, ganando 2-1 e iniciando la salvación del equipo en diciembre. En la 2ª vuelta, el triunfo p0r 0-3 allí en mayo fue el pasaporte final para la supervivencia.

Víctor Fernández, nervioso y alterado, en la recta final del Real Zaragoza-Extremadura del año pasado, jugado el 22 de diciembre. Era su debut, con el equipo penúltimo y destrozado tras la primera vuelta con Idiakez y Alcaraz. Ganó el Zaragoza 2-1.
Víctor Fernández, nervioso y alterado, en la recta final del Real Zaragoza-Extremadura del año pasado, jugado el 22 de diciembre. Era su debut, con el equipo penúltimo y destrozado tras la primera vuelta con Idiakez y Alcaraz. Ganó el Zaragoza 2-1.
Toni Galán

El Extremadura, adversario del Real Zaragoza en La Romareda este domingo en la 5ª jornada liguera, ha sido en los últimos meses un rival talismán y de emociones fuertes para Víctor Fernández. El entrenador del Real Zaragoza debutó el año pasado contra los de Almendralejo, ganando 2-1 e iniciando la salvación del equipo el 22 de diciembre, en las puertas del parón navideño y en el final de la primera vuelta. 

Fue, para el técnico aragonés, un día emblemático en su vuelta a los banquillos, en el inicio de su tercera era al frente del Real Zaragoza casi tres décadas después de su estreno, en 1991. Era una final. Un día límite. Solo servía la victoria. Y, después de remontar el 0-1 inicial anotado por el pacense Willy Ledesma en la primera mitad, con tantos de Pombo y Papunashvili, la épica envolvió aquel retorno de Fernández a la banda de La Romareda con el escudo zaragocista en el pecho. 

Víctor era ese día un mar de histerias contenidas. Un volcán emocional. Y el discurrir del partido acabó llevándole a unas pulsaciones cardiacas fuera de lo normal. Tanto que acabó expulsado por el árbitro en la fase final del choque, cuando le era imposible parar quieto un solo segundo, lengua incluida. 

Aquella noche invernal jugaron Ratón; Zapater, Guitián, Álex Muñoz, Lasure; Igbekeme, Javi Ros; R. Guti, Pombo; Álvaro Vázquez y Marc Gual. Después, desde el banquillo, salieron Delmás, Papunashvili y Aguirre. Muy pocos pueden repetir esta vez, por unas causas u otras.

La cosa no quedó ahí. Tiempo después, tras muchos devaneos, dudas y miedos acumulados en la segunda vuelta, en la que el equipo sufrió de lo lindo para llegar a la puntuación que le daba la vida y eludía el descenso a Segunda B, sería de nuevo ante el Extremadura con quien se lograría, prácticamente, el pasaporte vital a falta de tan solo 5 jornadas para el final del torneo. Era el 11 de mayo y el Zaragoza ganó 0-3 en Almendralejo en una auténtica frontera para ambos rivales, con goles de Casto (portero local) en propia puerta, Pep Biel y Pombo. 

La alineación de Fernández ya había tenido maquillaje respecto de la de su debut 5 meses antes. Este día formaron Cristian Álvarez; Delmás, Verdasca, Álex Muñoz, Nieto; Igbekeme, Javi Ros, R. Guti; P. Biel, Álvaro Vázquez y M. Gual. También participaron Pombo, Zapater y el filial Jannick Buyla

De tierras de Badajoz, el Real Zaragoza salió aquella noche virtualmente salvado. La rueda de prensa de Víctor en el estadio Francisco de la Hera de Almendralejo dejó ya los síntomas claros de que el objetivo supremo de su aterrizaje forzoso en Zaragoza cuando todo olía a muerto estaba ya en la mano. 

Así pues, los dos partidos ante el Extremadura del curso anterior fueron momentos álgidos en una campaña negra del Real Zaragoza, la peor de su historia en Segunda. Los azulgranas de la pequeña localidad de la Tierra de Barros (apenas 28.000 habitantes) se convertirían por esto en unas referencias clave, de las escasas que hubo en positivo, de ese proyecto fracasado y casi castastrófico del club blanquillo en la liga 2018-19. 

El Extremadura era nuevo en la categoría, después de muchos años en Segunda B, Tercera División e, incluso, las regionales de esa región. De hecho, el actual UD Extremadura no es aquel Extremadura CF que jugó en Primera en los años noventa en La Romareda contra el Real Zaragoza. Aquel, por motivos económicos, se liquidó y desapareció. Este es otro. Pero es el heredero. De todo. De afición, estadio, colores y casi el escudo, que varía levemente por cuestiones normativas. 

Y cómo sería de defectuosa la praxis deportiva del Real Zaragoza el año precedente que, al final del torneo, en junio, el Extremadura acabó dos puestos por encima de los aragoneses, pese a ese citado 0-3 decisivo con el que los de Víctor se agarraron al suelo firme en campo almendralejense. El Zaragoza terminó 15º, con 51 puntos. El Extremadura fue 13º, con 53. 

Ahora, con año nuevo y vida nueva por delante, este Extremadura, también remozado en su plantel como los zaragocistas, acude con prontitud a La Romareda, aún en tiempo de verano, para que Víctor traiga a primer plano de su cerebro aquellas agradables vivencias ante ellos durante la agreste liga anterior. Todo con la intención de que, en ese sentido, nada cambie y el Extremadura siga siendo un contrincante amable para los blanquillos. Que, aunque sea con sufrimiento, sea superado por el Real Zaragoza de nuevo y no haga tambalear la sobresaliente dinámica con la que los aragoneses han iniciado el nuevo año lectivo. 

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