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Aquel Real Zaragoza-Silkeborg de UEFA suspendido por el 11-S en Estados Unidos

El aplazamiento de parte de la 41ª jornada de Segunda División por la muerte de Reyes trae al recuerdo otras suspensiones sonoras de partidos importante. Una, la de la competición europea por los atentados en EE. UU.

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Apertura de HERALDO DE ARAGÓN en la información donde se confirmaba la suspensión total de los partidos de competiciones europeas (Champions League y UEFA) tras los atentados de las Torres Gemelas y el Pentágono, en Nueva York y Washington (Estados Unidos).
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El aplazamiento de parte de la 41ª jornada de Segunda División por la trágica muerte de José Antonio Reyes en un accidente de tráfico trae al recuerdo otras suspensiones sonoras de partidos importante. El Real Zaragoza, como otros 13 equipos más de Segunda División, ha tenido que modificar su pauta de trabajo: no jugará ante el Numancia este domingo, 2 de junio, en La Romareda, sino que deberá esperar a la noche del martes 4 de junio, a las 21.00, porque así lo decidió la Federación Española, junto con la Liga de Fútbol Profesional, a primera hora de la tarde del sábado, cuando se conoció el fallecimiento del jugador del Extremadura, de 35 años, ex internacional y figura referencial del fútbol español en las dos últimas décadas. 

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Los jugadores y técnicos del Silkeborg de Dinamarca, a su llegada al aeropuerto de Zaragoza el martes 11 de septiembre por la tarde, momento en el que conocieron que su partido ante el Real Zaragoza en La Romareda, dos días después, no se iba a jugar por haber sido suspendido por la UEFA. 
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Un caso singular, único, tuvo lugar en septiembre de 2001, hace 17 años y medio. El 12 y el 13 de ese mes, bajo el shock mundial por los efectos devastadores de los atentados islamistas ocurridos en Estados Unidos el históricamente denominado 11-S, la UEFA decidió de súbito suspender todos los partidos de la competición europea programados para esas dos jornadas, de miércoles y jueves (los del martes, primera tanda de la Champions League, se disputaron por falta de tiempo para la reacción de los dirigentes del fútbol continental. 

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La suspensión del Real Zaragoza-Silkeborg, pocas horas antes de su disputa, supuso una estorsión logística para muchos de los afectados, tanto el club como en la afición zaragocista. 
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Entonces, el Real Zaragoza jugaba la Copa de la UEFA. Y su rival era el Silkeborg de Dinamarca, el jueves por la noche en La Romareda, en el partido de ida de la Primera Ronda de esa competición. Y la resolución del ente que rige el fútbol en Europa obligó a desmontar toda la organización de ese partido, que quedó ubicado 7 días más tarde, con una semana de demora. 

Los daneses fueron los peor parados. Se encontraron con la noticia de que el partido no se disputaba cuando aterrizaron con su vuelo chárter en el aeropuerto de Zaragoza. Por un lado, el equipo. Por otro, un segundo avión donde venían más de centenar y medio de patrocinadores y seguidores del equipo escandinavo. Tocaron tierra, cenaron, durmieron en sus hoteles y debieron volver el día siguiente a casa sin que el partido en La Romareda se hubiese dirimido en tiempo y forma. Una semana después, ya nada fue igual y muchos de ellos no pudieron cuadrar sus agendas para repetir viaje a la capital de Aragón. 

Como ahora, el Real Zaragoza tuvo que tomar medidas paliativas para devolver entradas a quienes no podían estar presentes en el partido en su nueva fecha (el día 20 de septiembre) y para modificar todos los elementos indispensables de la apertura del estadio en los días de partido. Y en el apartado deportivo, Chechu Rojo (entrenador del momento) y los jugadores también debieron modificar sus planes de trabajo, que también afectaban a la programación semanal respecto de los partidos de liga que se pespunteaban con esta eliminatoria ante el Silkeborg. 

Finalmente, cuando todo pasó, el Real Zaragoza ganó 3-0 en la diferida ida en La Romareda. Y remató 7 días más tarde en la pequeña ciudad danesa, cercana a Aarhus, con un nuevo triunfo por 1-2, que certificó su pase a la siguiente eliminatoria. 

Pero, para la historia, quedó escrita aquella suspensión de la jornada por parte de la UEFA que supuso un gasto de varios cientos de miles de euros en viajes, hoteles, repetición de viajes de equipos, árbitros, aficionados... Como ahora en el caso Reyes, el Real Zaragoza tuvo la fortuna de que el lío logístico le afectó como local, sin estar en tránsito o lejos de casa. Del mal, el menos.

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