Real Zaragoza

La singular tarde de Guitián en El Molinón

El central cántabro, que empieza su segunda etapa en el Real Zaragoza, viene de vivir algo similar en Gijón hace poco tiempo. Su vaivén personal con los dos equipos es llamativo.

Guitián, con la camiseta del Sporting de Gijón en una de sus dos etapas en el club asturiano (izda.) y en su reciente llegada de nuevo al Real Zaragoza.
HA/Raquel Labodía

Alberto Guitián jugará en Gijón en la tarde de sábado, 5 de enero, su tercer partido con el Real Zaragoza en su regreso al equipo aragonés dos años y medio después de su primera etapa como blanquillo. Guitián está recién aterrizado en la capital aragonesa de nuevo, todavía sin haber alcanzado la estabilidad definitiva pues su retorno fue agitado por las dificultades que atravesaba -y sigue atravesando- en términos clasificatorios el vestuario zaragocista, con un cambio de entrenador de por medio (llegó con Alcaraz y sus primeras charlas fueron en vano pues el técnico se fue en cinco días), con un seísmo natural a causa de la aparición del tercer preparador de la temporada, Víctor Fernández, y con las abolladuras propias de su propia maniobra de regreso a Zaragoza, donde inevitablemente se recordó su infeliz salida hacia el Valladolid tras lo de Palamós ante el Llagostera, una herida con cicatriz indeleble para todos sus protagonistas.

Guitián, por las necesidades que presentaba el eje de la defensa del Real Zaragoza en los últimos meses, ha mezclado bien de entrada en el entramado táctico de la zaga. Fue succionado por el caos general en su 'redebut' en La Coruña, pero dando muestras del aplomo que se le pide con sus 28 años ya cumplidos. Y se le vio con poso y cierta soltura en la vuelta a La Romareda ante el Extremadura, estreno de Guitián que -para bien suyo, seguramente- quedó orillado por el mediático retorno de Víctor Fernández en el banquillo, algo muy superior en rango y capilarizaciones diversas entre el zaragocismo a la figura del central montañés.

Y, en estas, mientras Guitián aún ha de completar su anclaje a su segundo paso vital por el Real Zaragoza, se cruza de inmediato su visita a Gijón, ciudad y club -el Sporting- donde el de Los Corrales de Buelna ha vivido algo semejante en su ir y venir futbolístico, ya con unos cuantos años de trayectoria pero, sin embargo, con muy pocos movimientos en el mapa en lo referente a sus contrataciones por diferentes clubes de la liga española. En el partido de este sábado en El Molinón-Enrique Castro Quini, la figura de Guitián va a tener una singularidad especial, según se desprendía ya en las horas previas en la burbuja ambiental del propio 'sportinguismo'.

No pasa desapercibido Guitián en Gijón. Es, en cierto modo, fruto de su cantera, la de Mareo (aunque llegase ya con 22 años procedente antes de la del Racing de Santander). En el Sporting B militó dos temporadas y media, mezclando la última con el primer equipo, que andaba aún en su anterior episodio en Primera División, con el que llegó a debutar esporádicamente. Y ya en edad talluda, con 25 años cumplidos, el Real Zaragoza acudió a buscarlo a la ciudad gijonesa (lo hizo Narciso Juliá, el anterior director deportivo) como refuerzo invernal en enero de 2016. En el club aragonés, Guitián fue puesto en el mapa del fútbol español y general. Jugó 18 partidos con regularidad y salió del anonimato en el que estaba en Gijón hasta entonces pese a su madurez inusual como canterano militante (serlo con 25 años no es lo habitual, obvio).

De ese breve paso de un semestre por Zaragoza en su primera era aragonesa, Guitián -sabido es- decidió marcharse a Valladolid tras la marejada de Palamós, que lo asustó de manera indefectible por las secuelas que barruntó: "En Zaragoza va a haber muchos problemas", vaticinó en su presentación como blanquivioleta en Zorrilla. Ciertamente, no le faltaba razón, como luego se apreció. Pero, curiosamente, de su etapa vallisoletana, Guitián acabó saliendo mediante cesión, de nuevo... a Gijón. Fue en el mercado invernal del año pasado, justo por estas fechas. Y así el cántabro hizo un 'remember' súbito de sus inicios como profesional del fútbol. No le fue bien por El Molinón nuevamente. Solo participó en 6 partidos, nada más llegar. Una lesión y el no caerle mucho en gracia a Baraja (sustituto de Paco Herrera la temporada pasada, mutación que también se comió Guitián para su perjuicio en ese caso) fueron la causa de su retorno a Valladolid el último verano.

Y lo reciente está aún en candente actualidad. Guitián dejó Valladolid a mitad de diciembre porque el Real Zaragoza fue a su rescate para sustituir a Grippo, lesionado de gravedad en una rodilla y baja para todo el curso, a quien el cántabro a venido a suplir de manera extraordinaria, vía normativa especial en tales casos de dolencias de larga duración.

Es decir, Guitián ha sido ciudadano de Gijón entre 2013 y 2016, en un primer tramo de su vida, y después en 2018. Y el zaguero ha estado censado en Zaragoza en 2016 y, en estos momentos, desde diciembre de 2018 hasta que destino diga. En 11 años de carrera futbolística, Guitián solo ha conocido cuatro ciudades y equipos: Santander, Gijón, Zaragoza y Valladolid. Con un doble vaivén entremedias en Gijón y Zaragoza.

Por estas cosas, Guitián vivirá este sábado una tarde especial en El Molinón. Jugará como blanquillo ante su equipo nodriza. Y lo hará en un duelo entre las dos escuadras donde ha repetido pasos en su curiosa trayectoria personal.