La fría soledad de Lalo Arantegui

El director deportivo del Real Zaragoza, con ademán serio y preocupado, fue el único ejecutivo y dirigente que asomó este sábado en el entrenamiento del equipo tras el varapalo ante el Cádiz.

Lalo Arantegui, en la mañana de este sábado, solo durante el entrenamiento del equipo tras la derrota ante el Cádiz.
Lalo Arantegui, en la mañana de este sábado, solo durante el entrenamiento del equipo tras la derrota ante el Cádiz.
Aránzazu Navarro

Solo Lalo Arantegui. En el pasillo de vestuarios. En la puerta de la caseta. En la abertura de la verja que da paso al césped. Quieto. Apoyado en la malla metálica. Serio. Con faz preocupada. Pensativo. Callado... porque esta vez no tenía con quién charlar tras un nuevo chandrío del equipo, horas antes ante el Cádiz en La Romareda.

El director deportivo del Real Zaragoza fue el único ejecutivo y dirigente que se dejó caer en la mañana de este triste y vertiginoso sábado que abre diciembre por las instalaciones de la Ciudad Deportiva. El único que se dejó ver en el cuarto de hora inicial del entrenamiento pos partido de la plantilla. En semanas precedentes, tras los primeros patinazos serios, cuando todo aún se trataba de envolver bajo la excusa del accidente puntual, de una mala racha que resultaría pasajera para un equipo montado para estar arriba en la clasificación, hubo otros episodios calientes que otros protagonistas que componen la plana mayor de la SAD abordaron con mayor espontaneidad, como aquel par de semanas de amonestación a Imanol Idiakez, el anterior entrenador, y las horas previas a su destitución tras el 1-1 ante el Tenerife hace mes y medio. Los Barba o Cuartero, secretario técnico y director general, respectivamente, entonces acompañaron a Lalo en el escenario. Esta vez, este sábado 1 de diciembre, Arantegui anduvo solo ante el peligro en la fría y soleada matinal en la Ciudad Deportiva.

La temperatura interna ha subido decenas de grados en las horas precedentes. Hierve en algunos recovecos de la marmita. El asunto ha pasado de castaño oscuro hace días y, tras lo vivido ante el Cádiz, se ha teñido de negro en muchas mentes con responsabilidad. Lo que sucede no es una broma. Y Lalo Arantegui ya es consciente de ello. Igual que quienes hoy no estaban a su lado como otros días de jaleo. El río del fiasco del Real Zaragoza 2018-19 se ha desbordado con bravura y la desembocadura de los acontecimientos ya no se maneja por sus protagonistas con el cien por cien de sus voluntades. Ahora manda la naturaleza. Y una riada como esta, de tal tamaño y daños colaterales, que puede arrasar con lo más crucial del proyecto que es el propio fútbol, la propia vida de la entidad, puede derivar hacia lugares imprevistos por todos los protagonistas en su particular guión de la película, vigente hasta hace poco tiempo y ahora puesto al albur del destino incontrolado.

Lalo ha perdido pie dentro de su 'poder total', cláusula que pidió y se le concedió cuando, a inicios del verano, amagó con marcharse del Real Zaragoza junto a Barba si no se le subía el salario, al contar, al parecer, con una oferta sugerente de otro club. La marcha del equipo no le facilita, a fecha de hoy, ningún flotador al que asirse. La solvencia de sus gestiones de índole deportiva, fichajes, alguna baja, el tratamiento de algunos jugadores del actual plantel en virtud de cuestiones ajenas a su calidad futbolística, está en evidente entredicho por motivos que no son necesarios de explicar cuando se observa al Real Zaragoza en la zona de descenso a Segunda División B, sinónimo de liquidación en las circunstancias que concurren societariamente en el presente, en puertas de 2019.

Las imágenes de Lalo Arantegui, solitario, frío, cariacontecido, mirando el insustancial entrenamiento pos partido del equipo, con los futbolistas titulares por un lado, los demás por otro y un ambiente silencioso y pleno de caras largas y torcidas, son la alegoría de un momento extremadamente delicado y decisivo para la vida del Real Zaragoza. El problema es serio, muy serio, como se admite desde hace varios días en todos los estratos de la SAD. Tanto que necesita decisiones urgentes que rompan con la quietud, paralización en algunos casos, con la que se han esperado reacciones positivas en las semanas precedentes que, después de escrutar la conducta del equipo en Alcorcón y frente al Cádiz, no han llegado en tiempo y forma convenientes.

Después de tres meses de desvío en el tiro en cuanto a los planes de este segundo año del proyecto a dos años de Lalo Arantegui, cuyo final estaba en Primera División, todos los miembros del reparto de la entidad blanquilla asumen que ya no se puede esperar mirando al cielo a ver si llueven las soluciones. La semana del puente de la Constitución y la Inmaculada, la previa al siguiente partido, también en La Romareda ante el Córdoba, va a ser larga, tendida e incandescente. A nadie escapaba en la mañana de este sábado en la Ciudad Deportiva. Por supuesto, por encima de todos, al director deportivo.

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