Ais Reig, árbitro con malos pasos con el Real Zaragoza, en la 'final' con el Sporting

Con el juez alicantino, de 32 años, el equipo aragonés solo ha ganado uno de los 7 partidos que le ha dirigido, con líos hace dos años ante Valladolid y Ponferradina.

Ais Reig, en su último partido arbitrado al Real Zaragoza (el 0-0 ante la Cultural Leonesa en La Romareda), muestra tarjeta amarilla a Alain Oyarzun.
Ais Reig, árbitro con malos pasos con el Real Zaragoza, en la 'final' con el Sporting
Guillermo Mestre

Saúl Ais Reig tiene la encomienda de arbitrar el crucial partido del próximo sábado en La Romareda entre el Real Zaragoza y el Sporting de Gijón (18.00). Un joven árbitro del Comité Valenciano, alicantino de la localidad de Muro de Alcoy de 32 años, que está a punto de culminar su tercera temporada en Segunda División. Y, realmente, los números de Ais Reig con el equipo zaragocista no son alentadores: con el al frente, el Zaragoza ha vivido en estos tres cursos 7 partidos, con solo una victoria, 2 empates y 4 derrotas.

Además, en dos de sus apariciones (curiosamente, las dos primeras, hace dos campañas), el debutante colegiado levantino no estuvo afortunado en sus decisiones, con yerros graves que perjudicaron en su momento a los zaragocistas: en su debut en La Romareda en un partido contra el Valladolid y en la visita al final de la liga al campo de la Ponferradina.

En el primer caso, Ais Reig pitó un penalti decisivo a favor del Valladolid, que acabó ganando por 0-2, tras un toque suave del balón (no del rival) por parte de Olaortúa, central del filial zaragocista que debutó ese día con el primer equipo, entrenado por Popovic. A Ais lo engañó el piscinazo del portugués André Leao y, en el primer minuto de la segunda parte, patrocinó el segundo tanto pucelano (lo transformó desde los 11 metros Manu del Moral) y abortó de raíz cualquier opción de reacción del Zaragoza. El propio entrenador del Valladolid, Miguel Ángel Portugal, reconoció ese día tras el partido, una matinal de domingo, que no había sido penalti. "Parece que es un ligero toque. Un día les toca a ellos y otro me tocará a mí. No lo veo claro", indicó.

Todavía lo empeoraría más en su segunda aparición en el camino del Real Zaragoza, ya en mayo, cuando la liga concluía y el equipo se jugaba un puesto en la promoción de ascenso, que acabaría jugando. Su labor fue catastrófica en El Toralín de Ponferrada, en un partido que era entonces un duelo directo por la 6ª plaza entre la Ponferradina y los zaragocistas. Ais perdonó la expulsión al local Berrocal, no dio como válido un gol fantasma de Ortí a falta de 10 minutos en una falta directa que pareció entrar con claridad y no señaló ninguno de los tres derribos (3) en el área berciana que pudieron considerarse penalti sin ningún problema, dos a Dongou y uno a Isaac. El partido acabó 1-1, pero lo debió ganar el cuadro aragonés con claridad. Esa tarde se fueron al limbo 2 puntos que obligaron al Zaragoza a sudar tinta china para lograr su objetivo final.

Sobre todo en la jugada del gol de Ortí en la falta directa, el error fue de honda gravedad. La posición corporal de Santamaría, el portero de la Ponferradina, debería haber sido la clave para que el colegiado dedujera que las protestas al unísono de los zaragocistas, reclamando gol en la acción, significaban con bastante seguridad que el lanzamiento de Ortí había rebasado la línea. El guardameta local se impulsó con los dos pies hacia atrás al llegar la pelota, y sus plantas estaban a unos 30 centímetros de la raya de meta. Sus piernas se volcaron totalmente hacia su dorso de manera que, cuando logró contactar con la mano derecha abierta con el balón, su cadera derecha estaba ya en la vertical de la línea de gol, incluso algo dentro. Y, por fin, para poder alcanzar el remate de Ortí, Santamaría necesitó echar el brazo diestro atrás del todo para sacarlo, de un solo golpe de palanca, hacia delante cuando contactó con la pelota. A Ais Reig y su linier la vista no les dio para deducir estos datos objetivos.

Era el minuto 79. El Real Zaragoza perdía 1-0. Hasta dos minutos después, Ángel no empataría. Hacía cinco minutos que el propio portero Santamaría había arrollado a Dongou en el área, en un mano a mano en el que el zaragocista había llegado antes al balón y lo iba a rebasar para quedarse con la portería vacía. Ais Reig no pitó penalti que, de haberlo hecho, como todo el mundo en El Toralín tenía asumido que así iba a ser, habría significado también la tarjeta roja para el portero local. Y hubo dos penaltis más, otro a Dongou y un tercero a Isaac. Y Ais no le sacó la tarjeta roja al ariete local, Berrocal, mediada la segunda parte ya que, con una amarilla ya vista, llevó a cabo un agarrón a la altura del cuello a un jugador zaragocista sin opciones de jugar el balón.

Pasados estos dos primeros tragos amargos del Real Zaragoza con Ais Reig, el año pasado se reinició su relación con la única victoria zaragocista con él al silbato: 2-0 al Alcorcón en La Romareda donde, en un día donde Lanzarote marcó los dos goles, uno de falta y otro de córner directo, Ais puso en el acta que el primero era del central alcorconense Chema Rodríguez en propia meta. El Real Zaragoza llegó a enviar a la Federación un escrito de protesta reclamando a autoría del tanto para Lanzarote, que llevaba un arranque de liga goleador en grado extremo y estaba en lo más alto de la lucha por el Pichichi. Después, Ais pitaría la derrota por 1-0 ante el UCAM Murcia en la vieja Condomina y también el triste adiós a la campaña, con la derrota final por 1-2 en La Romareda contra el Tenerife.

Y ya en este año todavía en marcha, Ais Reig se estrenó en la derrota por 2-1 en Lugo. Y repitió poco después, ya en La Romareda, en el 0-0 frente a la Cultural Leonesa. Su presencia, como se puede apreciar, no trae buenas vibraciones normalmente al Real Zaragoza. Por lo que sea, el emergente colegiado alicantino no tiene suerte con los zaragocistas de por medio... y viceversa. Este partido del sábado ante el Sporting de Gijón es un buen test para verificar si la tendencia sigue activada o hay un cambio de vientos en esta singular relación.

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