Rubi y Natxo pudieron estar en los banquillos cambiados

Hace un año, tras caer Milla, Juliá estuvo a punto de contratar a Rubi para el Zaragoza. Y, si Lalo hubiera continuado en Huesca, Natxo era el elegido para relevar a Anquela.

Información publicada hace un año, tras el despido de Milla, en la que HERALDO contaba las opciones que el Real Zaragoza estaba escrutando para relevar en el banquillo al entrenador turolense. Entre las cuatro iniciales, aparecía Rubi.
Información publicada hace un año, tras el despido de Milla, en la que HERALDO contaba las opciones que el Real Zaragoza estaba escrutando para relevar en el banquillo al entrenador turolense. Entre las cuatro iniciales, aparecía Rubi.
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Joan Francesc Ferrer 'Rubi' se sentará en El Alcoraz en el banquillo de la SD Huesca. Natxo González lo hará en el del Real Zaragoza. Pero, sin tener que recurrir demasiado al fútbol-ficción ni forzar en exceso la realidad, lo cierto es que ambos podrían haber ocupado el asiento inverso en la noche de este lunes si el devenir de los acontecimientos en los últimos meses hubiera derivado por un camino contiguo al que se tomó en su día por parte de determinados protagonistas de ambos clubes. En efecto, Rubi podría ser ahora el técnico zaragocista y Natxo el oscense.

Para que eso fuere así, hubiera bastado con que Rubi hubiera dado el sí a Narciso Juliá, el director deportivo del Real Zaragoza cuando, hace justo un año y pocos días (finales de octubre de 2016), negoció su fichaje para sustituir al despedido Luis Milla. Y, una vez encarado el futuro por esta vía, hubiese sido suficiente con que Rubi hubiera revitalizado a aquel errático Zaragoza de modo que, al contrario que hizo Agné (el que finalmente vino al puesto de entrenador), los dirigentes zaragocistas no se hubiesen planteado en enero la destitución de Juliá y su secretario técnico, Albert Valentín, lo que dio paso a un nuevo equipo en el área deportiva, que encabezó Lalo Arantegui.

Porque Lalo, de haber continuado en Huesca, en su anterior puesto como director deportivo, tenía a Natxo González (el año pasado en el Reus) como baza preferencial para relevar a Juan Antonio Anquela una vez concluyera su ciclo en tierras oscenses, algo que estaba definido que sucedería tras acabar la competición, en junio. Es decir, el destino de Natxo desde tiempo atrás estaba encarado hacia Huesca de manera firme. Pero su salvoconducto personal, o sea, Lalo Arantegui y su secretario técnico, José Mari Barba, cambiaron de ubicación en las semanas que unieron febrero con marzo y dieron el salto a Zaragoza. Y, con ellos, viajó en la valija la contratación de Natxo como técnico blanquillo para su nuevo proyecto en La Romareda.

Si Rubi no hubiera dado calabazas a Juliá, de quien había sido compañero en el 'staff' técnico del FC Barcelona poco tiempo antes, es posible que la foto de los entrenadores este lunes fuese justo la contraria a la que va a ser. Pero Rubi, ya por aquel entonces, tenía los cepos puestos -a través de sus representantes- en determinados banquillos de Primera División que andaban tambaleándose. Y, al final, según sus previsiones, acabó aterrizando en el Sporting de Gijón, equipo al que no logró salvar del descenso, por lo que su estancia en Asturias resultó fugaz.

Como informó puntualmente HERALDO DE ARAGÓN en aquellos días, tras el cese de Milla el Real Zaragoza, entre el grupo de entrenadores en paro en aquellas fechas de hace 12 meses, tanteó a Pepe Mel, a Joaquín Caparrós, en un principio también a Juan Ignacio Martínez (JIM) y al referido Joan Francesc Ferrer 'Rubi'. Los dos primeros, por cuestiones económicas, rechazaron la oferta. JIM se difuminó enseguida pues su carácter no cuadraba en los esquemas de varios de los responsables zaragocistas. Y Rubi, que venía de entrenar al Levante, Valladolid y Girona, tomó la mano en unas horas decisivas. Juliá llegó a reunirse con él. Era su preferido. Pero no hubo convencimiento. Y en esa cadena de descartes se acabó llegando al eslabón de Raúl Agné, que fue el recurso que cuadró finalmente tras muchos debates.

A partir de ahí, todo el mundo sabe a dónde han llegado las cosas para el Real Zaragoza, para la SD Huesca, para Rubi, para Natxo, para Lalo Arantegui, para Juliá, para Agné (hasta Láinez aparecería en esta secuencia de lo que pudo ser y no es). El camino del Zaragoza se torció de tan mala manera que acabó en crisis profunda y, casi casi, en catástrofe. Y hubo damnificados por doquier. Los efectos secundarios de los males zaragocistas salpicaron de manera imprevista al Huesca, cuando se acordó la contratación de Lalo Arantegui y José Mari Barba como nuevo cuerpo directivo del área deportiva, obligando a su prematura ruptura de contrato con el club oscense. Y, larvado, sin que asomara a la luz, Natxo González iba incorporado en el nuevo paisaje zaragocista tras el cambio de planes deportivos a mitad de curso.

Son las cosas del destino. De las causas y de las casualidades. De lo que se programa de inicio y a donde acaba llegándose de veras. Un sí o un no en un momento determinado de la vida voltea la historia futura de manera caprichosa y singular, afectando sin querer a terceras personas que, con el tiempo, descubren cuál era su destino jamás consumado.

La hipótesis que entonces se intentó sin éxito tendría hoy este panorama: con un Rubi exitoso en el Zaragoza, Juliá seguiría muy probablemente en su cargo, a Lalo nadie del Real Zaragoza le hubiera propuesto venir a la dirección deportiva blanquilla y seguiría, seguramente, en Huesca y, por ello, tras el adiós a Anquela, es altamente posible que Natxo González estuviera entrenando a los oscenses a fecha de hoy. El no de Rubi a Juliá evitó que este rumbo fuese el tomado por todos los protagonistas, a posteriori, de esta peculiar historia. 

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