Un reconocimiento obligado a la honradez de Xavi Molina, el capitán del Nástic

Pudo acudir a los tópicos, sortear un asunto espinoso, pero el '4' grana no dudó el lunes en admitir la actitud desleal de su portero con Iglesias y el error del árbitro que les benefició.

Xavi Molina controla un balón en el centro del campo.
Un reconocimiento obligado a la honradez de Xavi Molina, el capitán del Nástic
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Dentro del barullo, feo de analizar en la mayor parte de sus materias y componentes, generado el domingo en La Romareda con el arbitraje de Figueroa Vázquez, la expulsión injustificada de Borja Iglesias, el teatro del portero del Nástic Dimitrievski y la acusación final de acoso verbal al árbitro en el túnel de vestuarios a cargo del director general zaragocista, Luis Carlos Cuartero, asomó a posteriori una figura diferente. El capitán del club de Tarragona, Xavi Molina. El '4' grana, quien marcaba a Iglesias en el momento de autos en el área chica catalana.

Molina pudo acudir al terreno de los tópicos en una entrevista que concedió a Tarragona Radio. Pudo escurrir el bulto del asunto. Es lo que hacen la mayoría de los futbolistas en cuanto huelen lío o polémica. Es la neocultura intervencionista de clubes y representantes, derivación de la hondura que ha alcanzado el negocio del fútbol mundial. Cada vez hay menos muchachos con personalidad propia jugando al fútbol profesional. Cuesta cada vez más encontrar tipos enteros, pétreos con las presiones de sus entornos, que sean capaces de llamar al pan, pan, y al vino, vino. Todo está estandarizado, enrasado por la mediocridad del discurso, lleno de latiguillos insoportables ("la verdad que...", "si, bueno, no"...). Pero Xavi Molina actúo a la antigua usanza, con honradez, honestidad, franqueza, naturalidad. Y es algo digno de ser loado y reconocido explícitamente.

Le pidieron valorar, en Tarragona, la jugada de la expulsión. Y el capitán del Nástic no se fue por los cerros de Úbeda: “Yo estoy marcando a Borja y él, no sé por qué, me da con el culo hacia atrás para intentar despegarse de mí. Hay un contacto con Dimi y el árbitro ve cómo le pone el codo, pero la verdad es que no es un golpe, no fue nada, fue como tocarlo con el codo”, describió con absoluta sinceridad.

“El árbitro no sabe con qué intensidad le ha podido dar y al final, bueno, Dimi cae. Con una amarilla no se puede hacer eso (en referencia a mostrar una segunda cartulina y expulsar a Borja). Si el árbitro considera que te ha de expulsar, pues mira… nos benefició. Creo que con once también fuimos superiores al Zaragoza, pero esta acción fue clave, muy, muy influyente en el partido”, admitió en su segundo razonamiento Xavi Molina.

En los tiempos que corren, llenos de hipocresía, carentes de claridad y espontaneidad en las ideas, los análisis y las puestas en escena ante los medios de comunicación, posturas públicas como las de Molina impactan. Por atípicas. Por excepcionales. Por esto, es conveniente en este triste y tosco caso, que este central/centrocampista de 31 años, natural del pueblo de La Canonja, al lado de Vilaseca, en Tarragona, tenga un lugar destacado por su decoro al afrontarlo.

Igual que se señala la nula deportividad de su compañero, el portero Dimitrievski, y la negligente e impropia conducta del árbitro, Figueroa Vázquez, es preciso hacer sobresalir la figura de Xavi Molina por su equidad y su talante. 

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